20 de julio de 2024

Sailor Moon: Episodios 2 a 7

No os lo vais a creer, pero Sailor Moon tiene episodios de relleno.

"¡No puede ser! ¿La adaptación de un manga tiene episodios de relleno? ¡Eso es imposible! ¡Ridículo! ¡Absurdo!", exclamará, sorprendido, nadie en absoluto.

Pero no penséis que cuando escribo este tipo de entradas a mí me preocupa que un episodio sea o no de relleno. Es más, me importa un bledo. Lo único que me preocupa, por mi propia salud mental, es lo disfrutable o vituperable que sea el episodio, y si da más o menos juego. Sin embargo, no mucho después de recapitular el primer episodio de Sailor Moon, me di cuenta de que, a diferencia de lo que ocurre en el manga, que va a toda pastilla, en el anime la siguiente guerrero del escuadrón de marineritas no sale hasta el episodio 8. Esto significa que, si solo recapitulase un episodio por año, llegaríamos a ese momento en 2030. Y la quinta chica guerrero no se incorpora a la serie hasta el episodio 33. Eso nos situaría en... Veamos... Sumo ocho, me llevo tres... ¡En el año 2055!

Soy una persona paciente, pero incluso a mí me parece excesivo. De hecho, veo bastante probable que nos extingamos antes como especie. Y, después de todo, la gracia de la serie es ver a un escuadrón de superchicas en minifalda trabajando en equipo para derrotar a los malvados, no a una pringada en minifalda trabajando en solitario.

Además, ni siquiera soy una persona paciente. Os he mentido.

En consecuencia, y por abreviar, solo recapitularé a conciencia y con todo lujo de detalles los episodios que sean adaptaciones más o menos libres del manga de Naoko Takeuchi. El resto los iré resumiendo de forma más concisa en entradas como esta. Os advierto que la concisión no es mi fuerte, así que esta decisión juega en mi contra.

Hecha esta introducción, y por si nunca habéis visto Sailor Moon y sois demasiado vagos para leeros la recapitulación que hice del primer episodio, no pasa nada, porque la protagonista nos pone en situación al comienzo de cada capítulo: "Me llamo Bunny Tsukino, tengo catorce años, y estoy en segundo de secundaria. Mi signo es cáncer, y mi tipo de sangre es cero positivo. Tengo la cabeza de chorlito y lloro con mucha facilidad. Un día, un extraño gato llamado Luna vino, me convirtió en guerrero, y dijo que tenía que luchar contra los villanos. Supongo que podré arreglármelas".

Qué duda cabe de que nos acercamos al fin de los tiempos.

2. La Casa de la Buenaventura

Preámbulo: "No deben ser castigados los hombres de mediana edad que sienten celos de los jóvenes luchadores de sumo, sino aquellos que no tienen sentimientos y no creen en nada".

Tras el fracaso del plan "infalible" del primer episodio para extraer energía a los humanos, Daniel, comandante de las Fuerzas del Mal™, propone un nuevo proyecto a la reina Beryl: montar un negocio de tarot.

¿Dónde está el truco? En que los servicios de consulta astrológica o espiritual son todos un timo. De hecho, la única razón por la que los videntes y los echadores de cartas no acaban en la cárcel por estafadores es porque este delito requiere que el engaño sea bastante para llevar a error a una persona diligente y medianamente perspicaz, y se sobrentiende que nadie es tan imbécil como para tragarse esas sandeces psicométricas y extrasensoriales.

Además, en este caso, las cartas permiten a la pitonisa demoníaca hipnotizar y controlar a sus clientes para que siembren el caos.

Aramís Fuster: El origen.

En el episodio, ese caos se refleja en que un grupo de estudiantes que acuden a la Casa de la Buenaventura, todos compañeros de Bunny, se convierten en gamberretes. Incluso llegan a romper una ventana del instituto de una pedrada. Esto jamás ocurriría sin la injerencia de una magia maligna. Todos los adolescentes son un ejemplo de virtud, moderación y buenas costumbres.

Dicho esto, y aunque admito que vi el episodio sin prestarle toda la atención que merece (en algún momento tengo que cortarme las uñas, ordenar mi colección de cómics, limpiar el horno a fondo...), no acabo de entender por qué ese ejercicio de violencia gratuita permite robar energía a los chavales; pero mi área de experiencia en ese campo es reducida. En mi opinión, si los malos buscan una forma rápida y eficaz de robar energía a la humanidad, bastaría con que establecieran un sistema socioeconómico basado en la propiedad privada de los medios de producción y en la libertad de mercado, para así convertir el trabajo en el único medio legal de satisfacer nuestras necesidades vitales.

Oh, esperad... Eso ya está sucediendo.

Una de las víctimas del complot demoníaco es Camilo, el empollón de la clase, que está coladito por Bunny y quiere pedirle una cita, intercambiar sus diarios y hablar sobre su futuro con sus padres. Sus palabras, no las mías.

Camilo se vuelve tan atrevido y fachoso por efecto de la hipnosis que hasta le airea la falda a la profesora en mitad del pasillo. La mujer cae de rodillas al suelo y llora desconsolada porque ya nunca podrá casarse. Todo muy normal y predecible.

¡Son rositas!

Bunny, por su parte, acude al adivino de Jubangai, un vejete afable que trabaja en un puestecito callejero y al que la Casa de la Buenaventura ha dejado sin clientela. Otro pequeño negocio víctima del capitalismo salvaje, ¿a dónde vamos a llegar?

El anciano lee la palma de la mano de nuestra heroína y "percibe" que ella le gusta mucho a un chico que ve a menudo. Bunny, la eterna optimista, piensa inmediatamente que ese chico debe de ser Mauricio, el empleado del salón recreativo, así que para allá que se dirige como una centella. Mauricio se alegra de verla y, como en Japón no está mal considerado que un chico que ronda la veintena se relacione con una niña de catorce años, se sienta a su lado mientras juega a la maquinita de Sailor V para darle algunos consejos.

Si vosotros también visitasteis algún salón recreativo en la década de los noventa, seguro que recordaréis experiencias similares. Yo desde luego me acuerdo de que, si unos chavales mayores que tú te pedían dinero para jugar al King of Fighters, era aconsejable "prestárselo" sin protestar, más que nada para conservar tu integridad física y no lucir dos ombligos cuando fueras a la playa.

Arriba, arriba, abajo, abajo, izquierda, derecha, izquierda, derecha, B, A.

Bunny regresa donde el adivino, pero es tarde y ya ha retirado el puesto. Nuestra heroína decide entonces echar a suertes si esperar a mañana para visitar al anciano o entrar en la Casa de la Buenaventura. ¿Y cómo lo echa a suertes? De la forma más normal del mundo: arrojando un zapato al aire y viendo si cae boca arriba o boca abajo. Si no lo habéis hecho nunca, ya estáis tardando.

La ley de la gravedad se alía con las leyes de la oportunidad dramática, y el zapato cae en la cabeza del chico moreno con el que Bunny se topó en el primer episodio y que podría ser o no el Señor del Antifaz (por un lado, se le da un aire; pero, por otro lado, no usa antifaz). Él se enfada y vuelve a llamarla "cabecita hueca", y ella se larga echando pestes.

¿Es amor lo que flota en el aire?

No lo sé, pero lo que sí sé es que no son sustancias químicas que sueltan los aviones para controlar a la población.

Qué manera más rara de anunciar plantillas.

Los estudiantes zombis se reúnen en la Casa de la Buenaventura, y la pitonisa les felicita por su trabajo. Os acordáis de que rompieron un cristal, ¿verdad? Las felicitaciones eran merecidas y necesarias. Cinco estrellas. Diez sobre diez. Lo recomendaría a familiares y amigos.

La pitonisa también les dice que ahora tienen que "conseguir que la ciudad se rebele". ¿Cómo? No se sabe. ¿Para qué? Y a mí qué me contáis.

Guerrero Luna, que ha ido atando cabos, entra en escena y suelta un desafío para el que nadie estaba preparado, salvo el espectador, que ya lo oyó en el preámbulo:

—¡No deben ser castigados los hombres de mediana edad que sienten celos de los jóvenes luchadores de sumo, sino aquellos que no tienen sentimientos y no creen en nada!

Aunque he resumido bastante el episodio, os puedo asegurar que no hay hombres de mediana edad ni jóvenes luchadores de sumo por ninguna parte. A lo mejor Bunny sufre una disfunción severa en el área del cerebro que controla el lenguaje, o a lo mejor el equipo que se ocupó de traducir y doblar el episodio en España estaba de guasa y no pensaba que su trabajo se sometería a escrutinio décadas después. Estas dos conclusiones no son incompatibles.

El resto del clímax va sobre raíles: la pitonisa revela su verdadero rostro, el Señor del Antifaz cubre su cupo de intervenciones inútiles, y Guerrero Luna pulveriza a la villana con su diadema mágica.

Diría que hasta una inteligencia artificial podría escribir episodios de Sailor Moon, si no fuera ofensivo para las inteligencias artificiales.

Me encanta lo que se ha hecho en el pelo.

A la mañana siguiente, en el instituto, Camilo se entera de las "villanías" que perpetró mientras estaba hipnotizado y decide despedirse de este valle de lágrimas, pero Bunny le quita hierro al asunto y al chico se le pasa el disgusto. Ojalá se me pasasen a mí estas ganas inexplicables de repasar episodios de animes vetustos cuyo público objetivo está en las antípodas de mis gustos...

¡Eh, rima!

3. Salvad a las chicas enamoradas 

Preámbulo: "Es bueno que el corazón se alegre con la llegada de la primavera. Lo que es imperdonable es jugar con los sentimientos de las jovencitas y hacer sufrir sus inocentes corazones".

La reina Beryl canta las cuarenta a Daniel porque aún no ha conseguido la energía que necesitan para resucitar al "Gran Soberano". Como, al parecer, al soberanísimo no le basta con una caja de 24 latas de Monster para ponerse en marcha por las mañanas, Daniel ha trazado un nuevo plan para robar energía a los humanos: emitir un programa de radio llamado Medianoche Cero en el que invitarán a las oyentes a mandar sus cartas de amor. ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja! Maquiavélico, ¿verdad? Ah, pero ahí no acaba la cosa, porque las cartas que se leen en el programa... ¡se premian con un broche de flores! ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja! Mefistotélico, ¿eh?

En realidad, el premio tiene trampa, porque el broche está diseñado para absorber la energía vital de cualquiera que lo use y deja a sus víctimas narcolépticas perdidas.

Para asegurarse de su éxito, Daniel en persona acompaña a la esbirra semanal y se reserva el papel de anfitrión del programa. El nombre que escoge Daniel para su personaje es D. A. Niel. No sé cómo se les ocurren estas ideas a los guionistas. Son unos genios incomprendidos a los que no se valora lo suficiente.

Mariana, la profesora de Bunny, es una de las premiadas, y el efecto del broche no solo le hacer llegar a la escuela tarde y medio sonámbula, sino que, antes de empezar la clase, se queda sobada sobre su atril .

Kari, la mejor amiga de Bunny, dice que esto no es el típico caso de fatiga docente (sin duda, una inteligente y sutil crítica a las condiciones laborales del profesorado), sino que se trata de la "enfermedad del sueño", una modorra tan intensa y morrocotuda que nadie se despierta de ella. Lo ha leído en los periódicos, así que tiene que ser verdad.

Bunny, cándida y joven, dice le gustaría tener esa enfermedad para que le durasen más los "sueños preciosos". A las puertas de una posible pandemia, es importante mantener las prioridades claras.

Remuneración baja, poco respeto hacia su figura, falta de recursos... No me extraña que esté así.

A la profesora Mariana se la llevan al hospital, y con esto supongo que terminan las clases, porque, en la escena siguiente, Bunny y Kari están paseando juntas por la calle y hablando del programa Medianoche Cero, al que Kari ha enviado "miles de millones" de cartas dirigidas a un futuro novio que se ha inventado. No es la peor manera de perder el tiempo. Sin ir más lejos, yo he escrito esta entrada y tú estás leyéndola. Dime qué es peor.

Bunny fantasea con la idea de escribir una carta de amor a un producto de su imaginación y, como está distraída, colisiona frontalmente con el chico moreno que podría ser o no el Señor del Antifaz (si alguna vez mencionan su nombre, empezaré a usarlo, pero de momento así están las cosas).

Nuestra heroína despistada se incorpora y se disculpa con reverencias tan efusivas que no se da cuenta de que está pidiendo perdón a un poste de la luz. El chico moreno se burla de ella, pero entiende que sea tan pazguata, porque "es primavera y en primavera las niñas tontas tienen muchos problemas".

Espero que estéis tomando notas de estas perlas de sabiduría. En cualquier momento podría haceros un examen.

Ellas llevan uniforme, pero ¿cuál es la excusa de él para no cambiarse nunca de ropa?

Ya en casa, Bunny intenta escribir una carta de amor "a mi futuro novio..., a mi novio futuro..., al futuro de mi novio..., a mi novio del futuro".

Aunque es evidente que escribir no es su fuerte, nuestra heroína no es de las que se rinden fácilmente, así que decide ir a ver a D. A. Niel para que le sugiera a quién escribir esa carta de amor.

No, no habéis entendido mal ni yo he tergiversado nada. El problema de Bunny no es que no sepa a quién escribir, sino que no sabe qué escribir; pero dudo que la traducción haya mejorado desde el episodio anterior, así que la coherencia es opcional. En cualquier caso, en la emisora le dicen que no están emitiendo ningún programa que se llame Medianoche Cero.

Esto es sospechoso. Yo aún diría más: muy sospechoso. Un programa de radio que la propia emisora niega que exista, chicas y mujeres que se duermen de golpe y que casualmente llevan puesto el broche que regala el programa... Hay algo extraño en todo esto, pero habría que tener ojos en la cara y un cerebro normal para llegar a la única conclusión posible.

Kari se convierte en la siguiente víctima del programa de radio, y cuando Bunny toca el broche de su amiga, también se queda frita. Nuestra heroína sueña que se eleva por encima de las nubes, hasta llegar a la estratosfera, y allí, sin apenas oxígeno y a la luz de una luna inmensa que debería estar provocando tsunamis globales, encuentra al Señor del Antifaz. Ella le pregunta si querrá ser su futuro novio, él le dice que sí, y ella le pide que se quite el antifaz para poder verle la cara. Antes de que su subconsciente le revele quién es en realidad este misterioso personaje (apuesto por Penry, el apacible conserje), la gata Luna la despierta.

Voy a suponer que el broche hay que llevarlo más rato para que te deje sopa de forma permanente, porque la alternativa es pensar que a nadie se le ha ocurrido que el broche que llevan TODAS las víctimas de la enfermedad es la causa del problema.

Sueño de la adolescente promedio.

En todo caso, como ya ha pasado el momento de la pausa publicitaria, el guion dice que alguien debería empezar a sacar conclusiones para ir cerrando el episodio, y ese alguien es Luna. En efecto, ni los médicos ni la policía ni Bunny son capaces de sumar dos y dos. La conclusión evidente la saca un gato. ¿No dije ya que la humanidad está condenada?

Bunny y Luna regresan a la emisora, y la gata hace aparecer un bolígrafo rosa de la nada. Este bolígrafo, aparte de ser extraordinariamente cursi, tiene propiedades mágicas. En concreto, permite a Bunny transformarse en la persona que quiera al grito de "¡Poder Luna, conviérteme en...!".

Quizá ahora mismo estéis pensando que todo es demasiado conveniente en esta serie, pero lo cierto es que no hace falta pensarlo. Salta a a la vista que lo es.

Por suerte, el bolígrafo no es un recurso de un solo episodio, porque tengo que aprovechar este GIF. No quiero que me cobren más por volumen de almacenamiento.

Bunny se cuela en la emisora disfrazada de "preciosa presentadora" e irrumpe en la sala desde la que está locutando D. A. Niel para informar de que el broche es muy peligroso. También recomienda a las oyentes que solo escriban cartas de amor al chico del que de verdad estén enamoradas.

¿Hacen algo los malos por evitar esta intromisión?

Por supuesto que sí. Daniel se inclina sobre la mesa y frunce el ceño.

"Señorita, le ruego que no estropee nuestros planes diabólicos".

Después de que el plan sin fisuras de los malos se vaya al garete de la manera más sencilla y tosca posible, Daniel y la esbirra demoníaca se encaran con la intrusa, que se desprende de su disfraz de presentadora y se transforma en Guerrero Luna. "¡Prístina Luna, dame el poder!", etc.

La frase del episodio es una versión sintetizada de la del preámbulo:

—Es imperdonable jugar con el amor de las jovencitas y hacer sufrir sus inocentes corazones.

Al menos esta vez la frase tiene relación con lo que está pasando. Me quitaría el sombrero si no me lo hubiera comido en un ataque de nervios.

La monstrua ataca y, en un giro inesperado de los acontecimientos..., Guerrero Luna la desintegra con su diadema.

Vale, es lo mismo que ha pasado en los dos episodios anteriores, pero al menos esta vez nuestra heroína le imprime un efecto bumerán a la diadema. Eso suma un cuark de emoción a este combate de cuarenta y cinco segundos.

Muchos humos, pero luego es más blanda que un plato de natillas.

Desafortunadamente, a Guerrero Luna aún le queda un enemigo al que derrotar esta noche, y además es un personaje recurrente, así que el rollo de "¡Diadema acción!" no surte ningún efecto con él. Daniel detiene la diadema en el aire y el arma más cursi de la historia cae al suelo como si fuera un vulgar plato de plástico destellante.

La situación pinta fea para la defensora de la justicia, pero una rosa lanzada a tiempo interrumpe la pelea. ¡Es el Señor del Antifaz! Daniel lo ve, sonríe y, como solo queda un minuto para que acabe el episodio, se marcha. Sí, por favor, que termine ya esta historia, no vaya a pasar algo que tenga impacto en la trama principal.

A la mañana siguiente, todas las víctimas de la enfermedad del sueño se despiertan, y Bunny escribe una carta de amor para el Señor del Antifaz. Kari se la quita de las manos para leerla, Bunny corre tras ella, y la profesora se suma a la persecución porque también quiere enterarse de qué ha escrito. La hilaridad está servida.

Ja.

4. ¿Queréis adelgazar?

Preámbulo: "Adelgazar, ese es el sueño de todas las chicas. Y yo no puedo perdonar a los villanos que juegan con los sueños de las chicas".

Después de tres fracasos consecutivos, Daniel veía peligrar su promoción de este año en el escalafón del mal, pero, como suele decirse, nunca es tarde si la dicha es buena. Y, en este episodio, por fin consigue que la reina Beryl le felicite por su trabajo. No consigue la energía suficiente para que el gran soberano despierte de su siesta, pero al menos su reina le da una palmadita en la espalda. Figuradamente, claro, porque la tipa sigue contemplando su bola de cristal sin mover el culo del asiento. El estudio de animación dibujó un total de tres secuencias con ella y había que amortizarlas.

Esta imagen pertenece el episodio 1, al 2, al 3...

El nuevo y meritorio plan de Daniel consiste en abrir un gimnasio que ofrece todos sus servicios de forma gratuita y que recurre a eslóganes prometedores como: "Un día, un kilo; en dos, cinco; tres días y os convertiréis en sílfides". Impossible is nothing, que decían en las campañas de Adidas.

Ahora bien, aunque la publicidad del gimnasio no es engañosa, siempre hay que leer la letra pequeña. En este caso, el truco está en que, en el sótano del gimnasio, tienen instaladas unas cápsulas de ducha que emiten un "rayo formador" con efecto adelgazante, pero cuyo verdadero objetivo es reducir la energía vital de las clientas incautas hasta dejarlas más resecas que la momia de Nefertari.

Por supuesto, todas las chicas del episodio están obsesionadas con estar delgadas para ser más guapas, así que, gracias a esta sociedad que capitaliza los complejos, los villanos tienen la mitad del trabajo hecho.

Ah, y las cápsulas del rayo formador tienen este aspecto totalmente inofensivo y tranquilizador:

Los muy hijos de p*** ni siquiera disimulan.

Para que la trama principal implique a Guerrero Luna, el episodio comienza con Bunny llorando a lágrima viva porque, según la báscula, ha engordado unos kilitos. A ojo de buen cubero, diría que la chiquilla no pasa de los cuarenta kilos ni mojada y a la sombra, pero es lo que hay. ¡La trama la necesita!

Su familia le dice que ha engordado por ser tan glotona y perezosa, y yo no sé si es que no tienen ojos en la cara o qué. Así pues, y por mi propia paz mental, he elegido pensar que el episodio pretende hablarnos de lo importante que es no dejarse engañar por las dietas-milagro y adoptar hábitos saludables de vida, y no de que las gordas son feas y nadie las quiere.

Sin embargo, admito que hay que hacer auténticas cabriolas mentales para llegar a esa conclusión, porque el episodio se burla de los gordos a todo tren. Incluso la gata Luna se ríe de Bunny. ¡La gata!

Es ofensivo y tronchante a la vez.

Bunny, Kari y otras dos amigas de cuerpo no normativo se dan cuenta de que, en apenas un par de días, la profesora Mariana se ha quedado con un tipín estupendo. No es que antes pareciese un trol de Moria precisamente, pero, entre las chicas, la delgadez es objeto de culto y pasa por signo de belleza y buena salud.

El secreto de la profesora es que ha estado yendo a un gimnasio nuevo. De ello se enteran porque Camilo siguió a la profesora y le hizo algunas fotos a escondidas. Habrá quien diga que películas como Porky's o La revancha de los novatos son calenturientas y decantes, una lacra para el cine auténtico; pero, si su influencia ayuda a que avance la trama, para mí tienen un pase.

Como no podía ser de otra manera, las cuatro chicas se apuntan al gimnasio para adelgazar y responder a los criterios de belleza de una sociedad abocada a la decadencia moral e intelectual. En un alarde de elocuencia, el gimnasio se llama Cintura de Avispa, y, a pesar de que es evidente que el sitio es un gimnasio (con sus monitores mazados, sus mancuernas y sus máquinas avanzadas de tortura medieval), en el episodio insisten en referirse a él como "salón de belleza". El doblaje al castellano no respeta a nada ni a nadie. 

El encargado del gimnasio nos es otro que el propio Daniel, que, al parecer, no ha conseguido engañar a ninguno de sus becarios para que le haga el trabajo sucio. En esta ocasión, en lugar de ponerse un nombre falso, lleva gafas violáceas y un chándal de tactel morado para ocultar su identidad. Por lo tanto, Bunny no lo reconoce. Al menos, la serie es coherente consigo misma en este aspecto, porque nuestra heroína ni siquiera se cubre la cara cuando sale por ahí a desfacer entuertos, y Daniel tampoco se pispa de que ella es Guerrero Luna. Si en algún momento empezáis a ver la serie porque las decisiones vitales se os dan regular, os recomiendo que suspendáis vuestra incredulidad y que luego le peguéis un tiro entre ceja y ceja, y arrojéis su cadáver a un lago muy profundo.

Para que sus nuevas clientas se esfuercen a tope, Daniel las motiva con frases dignas de un influencer experto en fitness, o, lo que es lo mismo, un vendehumo que aprendió todo lo que sabe en un curso online y ahora forma parte de una estafa piramidal. Obviamente, tener estudios es opcional.

Mientras Bunny se da un baño a su bola para relajarse, Daniel convence a sus amigas para que se metan en las cápsulas "gigerianas" que hay en el sótano. Ya las habéis visto antes. Una cosa ese ser un pelín ingenuo, y otra, un suicida descerebrado. Casi se merecen todo lo malo que les pase.

Las tres chicas salen de la máquina hechas puré, pero a Daniel le basta con decir que las encuentra preciosas para convencerlas de que vuelvan al día siguiente. No es ningún poder demoníaco; es el poder de ser un guaperas sin un ápice de ética profesional.

Precioso. Para ponerlo en un marco.

Al día siguiente, Bunny, que tiene más hambre que el perro de un ciego porque no ha papeado ni un grano de arroz desde ayer, queda con sus amigas para hacerse compañía y ponerse tibias a apio, pero ninguna de ellas se presenta a la cita.

Un niño pasa a su lado con un bollo en la mano, y ella, con la boca hecha agua, le dice:

—Chiquitín, ¿me das un poquito?

Entonces, en el que sin duda es el momento cumbre de la comedia y del doblaje en España, el niño, con voz grave e inesperadamente adulta, responde:

—¡Idiota, soy un enano!

Buscadlo y vedlo por vosotros mismos, si no me creéis.

La acondroplasia no es un chiste... hasta que lo es.

La desnutrida Bunny desfallece frente al salón recreativo y cae en brazos del amable Mauricio, que la lleva dentro para que recobre el conocimiento. Debería haber llamado al 112, pero este tipo no reconocería una emergencia sanitaria ni aunque le atropellase con la sirena encendida.

Cuando nuestra heroína sale de sus delirios románticos provocados por la falta de nutrientes (en los que se imagina a Mauricio salvándole la vida con la "energía de [su] amor"; por favor, que nadie intente hacerlo si no es bajo la supervisión de un adulto), el chico le pregunta si su madre la ha castigado sin comer por sacar malas notas.

Sé que este es el tercer episodio seguido que comento y que vuestra percepción de la realidad puede haberse alterado, así que me gustaría aclarar que ninguna parte de esa conversación debería sonar normal en la cabeza de una persona sensata.

Bunny le contesta que se ha puesto a dieta porque ella quería. Mauricio se parte de risa y le dice que, si acaso, debería engordar unos cuantos kilitos más, porque "una chica rellenita es mejor que un palo de escoba. Todos los hombres opinamos así, y yo te lo corroboro". No sé si Yuu, de Marmalade Boy, opinará igual; pero el caso es que Bunny se pone más feliz que unas castañuelas.

¡Rellenitas al poder!

En la calle, nuestra heroína, bollo en mano, vuelve a cruzarse con el chico misterioso que podría ser o no el Señor del Antifaz. La única diferencia es que que esta vez el chico ha cambiado su atuendo habitual por un esmoquin. ¿Un esmoquin como el del Señor del Antifaz?, os preguntaréis. Sí, pero no lleva antifaz, capa ni sombrero de copa. Con los datos de los que disponemos, no podemos afirmar con certeza que el chico misterioso y el Señor del Antifaz sean la misma persona.

El chico misterioso que podría ser o no el Señor del Antifaz le dice a Bunny que, si sigue comiendo tanto, "se va a convertir en una bolita", y ella, indignada, le lanza el bollo que se estaba jamando. Puede que la violencia no sea la solución a sus problemas, pero ¿y lo a gusto que se queda? Él, que es un chulo, caza el bollo al vuelo y se lo come mientras se aleja.

Los que se pelean se desean, suele decirse. Por otro lado, también se dice que "Santo Tomás, una y no más", y aquí estamos, repasando seis episodios de Sailor Moon como si uno no hubiera sido suficiente.

Por algún motivo inexplicable, me está entrando antojo de pizza.

Bunny se sienta en un parque y, como Mauricio le dijo que "le chiflan las chicas gorditas", sigue zampando bollos sin mesura. La gata Luna le recuerda que hay una gran diferencia entre "estar rellenita" y ser "una bola de grasa". Y, por cierto, HAY UNA TRAMA PRINCIPAL QUE RESOLVER.

Qué cosas. Ya no me acordaba.

Bunny vuelve a obsesionarse con que está oronda y, cuando Luna le dice que su profesora y sus amigas han sufrido una drástica pérdida de peso, le entra por un oído y le sale por el otro.

"Gorda, gorda, gorda... ¡Soy un tonel!", es todo lo que Bunny es capaz de procesar en este momento.

No obstante, nuestra heroína se planta igualmente en el gimnasio/guarida de los villanos, porque quiere bajar el exceso de dulces. Lo importante es que esté ahí para que el episodio pueda acabar.

Mientras Bunny hace el Tour de Francia en bicicleta estática, la gata Luna descubre que la profesora Mariana está a una sola sesión del rayo formador para consumirse del todo, y obliga a Bunny a intervenir a zarpazo limpio.

La chica es una botarate y no acaba de asimilar la situación, pero se transforma igualmente en Guerrero Luna y hace frente a Daniel. Ya iba siendo hora.

En algún momento tenía que reutilizar este GIF. Esto no es Parque Jurásico. Aquí reparamos en gastos.

La frase del episodio es menos ofensiva que la del preámbulo:

—No puedo perdonar a los villanos que juegan con los sueños de las chicas para hacerlas adelgazar.

Las hemos oído mejores. O más bien peores. Pero de eso se trata. De que sean tan malas que sean buenas. Vosotros me entendéis, ¿verdad?

Daniel se hace a un lado, y el trío de monitores anabolizados ataca a Guerrero Luna. Por desgracia, nuestra heroína, aun siendo un dechado de virtudes, no dispone de medios mágicos para enfrentarse a estos maromos sin volatilizarlos. Por lo tanto, hace lo que haría cualquier persona cabal en su situación: salir por patas.

La gata Luna, que se las sabe todas y no está por la labor de rendirse, le sugiere que luchando puede perder peso y quedarse más delgada.

—¿Delgada? —repite nuestra heroína—. Eso es lo que quiero.

Guerrero Luna es la élite intelectual de nuestro planeta.

Esta imagen determinará si tenéis o no la mente sucia.

Aunque la chica guerrero tiene menos nociones de artes marciales que las masillas de los Power Rangers, gracias al zoom que la cámara realiza sobre los aros dorados que llevan los monitores en la cabeza, intuye que esa es la causa de sus tendencias atrabiliarias y, sin más dilación, destruye los adornos con su único ataque especial disponible, liberándolos del hechizo hipnótico.

Y ya está. Daniel se largó según empezó la fiesta y el Señor del Antifaz hace tanta falta en este desenlace como unos pedales a unas mancuernas.

Al final del episodio, Bunny se pesa y ha vuelto a engordar. ¿La lección? No lo sé. Pero comed verduras y mirad siempre a ambos lados antes de cruzar la calle.

5. Pérfido aroma

Preámbulo: "Hay animalitos que la gente tiene como mascotas que están siendo utilizados con fines perversos por algunas personas".

Iré al grano: el nuevo plan de Daniel para robar energía a los humanos es abrir una "pajarería". Y no he entrecomillado esta palabra por capricho. Aunque en el episodio la llaman así, he estado prestando mucha atención y no hay ni un solo pájaro en todo el local, ni siquiera un loro de pega. Es una tienda de mascotas normal y corriente. Bueno, normal y corriente, salvo por el pequeño detalle de que en ella venden unos animalitos parecidos a conejos de angora, pero del tamaño de un hámster, y que tienen la peculiaridad de despedir cada uno un aroma diferente. La dueña de la tienda, o sea, la monstrua de la semana, los llama "charufas".

El nombre suena a chufa, pero estas criaturitas no son ninguna broma, ya que tienen el poder de chupar la energía a sus dueños brillando como un Gusiluz sobrecalentado. No es un un método discreto, pero sí efectivo, y eso es lo que realmente importa, porque ¿acaso no nos medimos por nuestros éxitos?

Vosotros quizá sois demasiado jóvenes para saberlo, pero, antes de la fiebre Pokémon, existió la fiebre charufa.

La trama B del episodio trata de que Shingo, el hermano pequeño de Bunny, tiene un miedo abrumador a la gata Luna y no quiere que se quede en casa. Así se lo dice a sus padres después de despertarse y encontrársela en la cama, lo cual sería más comprensible si fuera una cabeza de caballo y no una gata monísima, pero cada cual tiene sus fobias. Bunny por supuesto insiste en quedarse a Luna, y su madre se lava las manos y les dice que tendrán que ponerse de acuerdo. El padre no tiene voto porque no pasa de figurante.

De camino al instituto, la gata Luna explica a Bunny que acabó en el cuarto de Shingo por accidente, porque lleva varios días buscando a la Princesa Luna y está agotada de tanto trabajar. Supongo que esa Princesa Luna no es la famosa alicornio que gobierna el reino mágico de Equestria junto a la Princesa Celestia en Mi pequeño pony, pero, a falta de más información, no puedo confirmarlo ni desmentirlo.

Por cierto, tener tres personajes que responden al nombre de Luna (Guerrero Luna, la gata Luna y la Princesa Luna) no solo es confuso, sino que denota una falta de imaginación absoluta o una gandulería abrumadora.

Hoy aprenderemos cómo hacer un uso responsable de tu mascota para asustar a los que son más débiles que tú.

Al terminar las clases, Mila, una amiguita de Shingo, le dice que han abierto una "pajarería" nueva. Como la niña le hace tilín y los dos son demasiado pequeños para magrearse a ritmo de reguetón, la acompaña a la tienda.

La "pajarería" se llama Perfume y, cuando llegan, la encuentran a rebosar de clientes. Si a los villanos se les torciera todo ese asunto de resucitar al gran soberano, siempre podrían abrir una escuela de negocios. No hay empresa que constituyan y no sea un éxito instantáneo.

Tal y como era de esperar, Shingo y Mila se quedan prendados de las charufas, que, aparte de ser muy cucas y abarcar la gama completa de fragancias de Ambipur, ejercen un poder hipnótico sobre ellos. La dueña incluso les dice que no se preocupen por el dinero, que ya pagarán otro día, "ju-ju-ju-ju".

La risa sospechosa es una cita literal, no me la he inventado. La sutileza es para los cobardes, y aquí nadie disimula nunca.

"¡Comprad, comprad, comprad mis hermosas charufas!".

La gata Luna intenta congraciarse con Shingo, pero el chico, indudablemente bajo la influencia demoníaca de la charufa, arrea una patada a la minina. Teniendo en cuenta que todo comportamiento extraño que ha habido en la serie ha estado ligado a algún plan de los villanos, lo suyo sería andar con la mosca detrás de la oreja, pero aún no hemos llegado siquiera a la pausa publicitaria, así que es pronto para eso.

Durante la cena, Shingo nos da otro dato inquietante sobre la charufa: no come "absolutamente nada de nada".

—Pues no se parecen a tu madre —dice el padre de familia.

Vamos a dejar esa frase ahí, para que repose hasta que se rompa el séptimo sello, suene la séptima trompeta y yo me tome la séptima y última copa.

Al día siguiente, Shingo, que está así como alicaidillo, se niega a ir al colegio porque quiere quedarse con su mascota. Desde el pasillo, Bunny ve que su charufa se enciende como una bombilla LED de 800 lúmenes. ¿Le preocupa esto? Tampoco. Al fin y al cabo, no está familiarizada con las charufas, y el reino animal está lleno de criaturas que brillan, como la medusa luminiscente, el calamar luciérnaga o el ornitorrinco.

Gremlins, critters, ghoulies, munchies... y ahora charufas.

En el instituto también hay chicas que se han hecho con una charufa y, al parecer, no pueden separarse de ellas ni un minuto, aunque eso suponga abandonar la clase. Bunny empieza a unir los puntos y le sale el dibujo de una pajarería que no vende pájaros. Es hora de hacer una visita a Perfume.

Frente a la tienda, Bunny se encuentra con chico moreno que podría ser o no el Señor del Antifaz y, como siempre, se pelean. También como siempre, es una escena superflua, pero si el muchacho no saliera en cada episodio, tendrían que darle más chicha a la trama para que el episodio durase lo que dura, y por ahí si no que pasan.

La gata Luna, con su cerebro felino del tamaño de una nuez, es más lista que nadie y advierte a Bunny del peligro; pero eso no impide que Bunny caiga bajo el hechizo de de las charufas y se lleve una. Aunque esto convierte a Bunny en una antipática, el cambio de carácter le dura aproximadamente medio minuto, que es los que tarda su gata parlante en agarrar a la charufa por la nuca y defenestrarla de un muro. Al menos una charufa fue dañada durante el rodaje de este episodio

Ya va siendo hora de que Guerrero Luna entre en acción.

Puedes domesticar a un gato, sobre todo a un gato parlante, pero no anular su instinto cazador.

En la pajarería, la monstrua ordena a los niños-esclavo, incluido Shingo, que hagan que las charufas "invadan el país". Sabiendo que Japón tiene que lidiar con kaijus al menos una vez al mes, no sé cómo podrían invadir nada unos niños armados con conejos en miniatura; pero, cuando tienes veinte minutos para contar una historia y ningún atisbo de inteligencia, las instrucciones suelen ser así de imprecisas.

Tampoco es que se plan de invasión importe, porque Guerrero Luna ya está al tanto de todo y se presenta en el local para luchar por el amor y la justicia, castigar a los malvados y todas esas melonadas.

En este caso, y sin que sirva de precedente, la frase del episodio es exactamente la misma que la del preámbulo:

—Hay animalitos que la gente tiene como mascotas que están siendo utilizados con fines perversos por algunas personas.

Razón no le falta. Es más, creo que incluso podría haber algún tipo de comentario crítico con valor real en esas líneas. Aun así, la frase es más floja que la mierda de pavo. Espero que el responsable de traducir la serie vuelva a esforzarse en alguno de los cuarenta y un capítulos restantes de la temporada. O que deje de tomarse su medicación. Las dos opciones me valen.

La dueña de la tienda se desprende de su "disfraz" al estilo del increíble Hulk y la vemos como lo que realmente es: una víbora. No estoy siendo faltón. Se trata de una mujer-lagarto. Tiene dientarros afilados, garras a juego, y una cola lo bastante larga y gruesa como para estrangular a un hipopótamo o hacer cosas inapropiadas en un manga ecchi.

Esta criatura híbrida aparecerá en tus peores pesadillas. Puede que lo haga esta noche.

Por influjo demoníaco o arte de birlibirloque, los críos también se escaman (literalmente, quiero decir) y persiguen a Guerrero Luna con aviesas intenciones.

Nuestra heroína, acobardada, se pregunta por qué no aparece el Señor del Antifaz para hacer lo suyo. No seré yo quien defienda a ese pelagatos, pero es evidente que de vez en cuando tendrá que llevar el esmoquin al tinte. Le habrá pillado en uno de esos días.

El caso es que, hasta que reúna al resto del escuadrón de marineritas, a Guerrero Luna no le queda otra que apañárselas sola. Y por "sola" me refiero a con ayuda.

Ahora que ya tiene suficiente XP, la gata Luna enseña a nuestra heroína una variante no letal (pero igualmente conveniente) de la técnica Diadema Acción: la "Diadema Luna Polvo de Estrellas". Su secuencia de animación es exactamente la misma que la de Diadema Acción, pero su efecto es curativo, y revierte a los niños a su estado natural.

Yo tampoco estoy por encima de reutilizar el mismo GIF que el año pasado.

La lagarta monstruosa pesca a Guerrero Luna con su cola e intenta dejarle el pescuezo como el manubrio de un organillo, pero la gata soplona advierte que el punto débil del enemigo es precisamente su cola, y nuestra heroína, que no está por la labor de improvisar, derrota a su rival a golpe de diadema. El cupo de originalidad ya quedó cubierto por la ausencia del Señor del Antifaz y la técnica nueva.

Muerta la bicha, Shingo confunde a su hermana con Guerrero V y le pide un autógrafo. Esto me pone en la tesitura de hacer un chiste sobre la presbicia temprana, pero voy a contenerme. Nadie reconoce nunca a nadie, aunque no lleve máscara. Esto es así. Hay que vivir con ello.

Guerrero Luna aclara a su hermano que no es Guerrero V, pero a él no le importa; quiere su autógrafo porque "es bonita".

Si Shingo no fuera tan pequeño, este repentino interés podría llevarnos a lugares un tanto túrbidos, pero no es el caso. En el ámbito de la incorrección política, Marmalade Boy sigue llevándose la palma. De momento, claro. Hay que andar ojo avizor, porque, a la que te despistas, estos japoneses te meten incesto o pederastia como si fueran la cosa más corriente y aceptable del mundo. No estoy tan senil como para haberme olvidado de la recontraturbiedad de la película Sailor Moon Eternal.

Dicho esto, Guerrero Luna aprovecha la admiración de su hermano para pedirle que trate con cariño a la gata Luna, y el crío le toma la palabra. Ahora son cinco en la familia. Y os puedo asegurar que, en un mundo en el que no hay que llevar a los mininos al veterinario para desparasitarlos, vacunarlos y/o esterilizarlos, ese es un final feliz.

6. Nunca renuncies al amor

Preámbulo: "No permitiré que se salgan con la suya. Están utilizando la música para llevar adelante un malvado plan. Es terrible. Quieren privar a un hombre de mediana edad de su derecho al amor. Si Bach, el padre de la música, supiese esto, se pondría realmente furioso".

—Imagínate esto, reina Beryl: ondas supersónicas subliminales escondidas en la música para sustraer energía a los humanos. Y además, en casete, ¡el formato que nunca pasará de moda!

—Daniel, eres un genio. No creo que te sustituya nunca por otro comandante. Al menos no en los próximos seis o siete episodios.

—¿Qué?

—Qué.

Ese es un diálogo que no está en la serie, pero podría.

Si sois jóvenes, es probable que solo hayáis visto una casete en el estampado de una camiseta.

Como el día se presenta lluvioso, Bunny y Kari han quedado para escuchar música clásica, o sea, música buena de verdad o, como dicen ellas mismas, "sin estruendos". Queda, por tanto, descartado que sean fans de Loudness. Lástima.

El compositor del disco con el que las chicas están deleitándose es Yusuke Amade, un pianista dotado de gran sensibilidad que, según Kari, debe de ser un "encantador hombre de mediana edad". No sé qué se considera mediana edad en Japón, pero el tipo no puede tener más de treinta años. Mediana edad debería ser a partir del primer examen de próstata o quizá alguna colonoscopia.

Kari también dice, ensoñadora, que no le importaría citarse con Amade, y Bunny apoya la moción. No las culpo por fantasear con un adulto. Como adolescentes, es algo natural y son libres de hacerlo. Sé que yo lo hice desde una edad muy temprana. Mi primer amor platónico fue Maitê Proença en el papel de doña Bella, de la telenovela homónima, y en aquel momento aún faltaban años para que me golpease la revolución hormonal de la pubescencia. Corresponde a los adultos ser responsables y, en general, no comportarse como garrapatas degeneradas. Espero que el profesor Namura esté tomando nota.

Cervantes escribió que "la música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu". No había escuchado reguetón.

El compositor, que, efectivamente, es un hombre maduro, ha elegido hoy para declararse a la mujer de la que está enamorado, una tal Marita, que trabaja en el estudio de grabación con el que colabora.

Casualmente, la monstrua a la que Daniel le ha colgado el marrón de esta semana (oportunamente llamada Sirena, al menos en el doblaje castellano) tenía previsto usar la "casete maldita" en los equipos del estudio, para que toda la música que se grabase allí contrajera el "virus maligno de Devilster".

¿Qué narices es un Devilster?, os preguntaréis. Pues, al parecer, los malos. No recuerdo que los hayan llamado así antes, pero reconozco que mi atención a lo largo de estos episodios podría calificarse de dispersa y menguante. Y ni siquiera puedo culpar de ello a TikTok, porque no pertenezco a esa generación.

Por azares del destino, Marita confunde la casete maldita con una "demo" que le había dado Amade, y el dispositivo acaba en manos del compositor, que no consigue declararse a su amada y encima se convierte en el blanco de la monstrua, que va tras él para recuperar la cinta. A todo esto, la "demo" está dedicada a Marita, pero en el estuche de la casete pone expresamente "A waltz for Akiko" ("Un vals para Akiko"), que es el nombre de este personaje en la versión original. Supongo que Marita suena ligeramente más normal que Akiko para un hispanohablante (según el INE, en España hay 222 mujeres que se llaman Marita, mientras que "Akikos" hay solo 59); pero, si este cambio os parece lioso o incluso irrespetuoso, tened presente que Oliver Atom y Benji Price se llamaban originalmente Tsubasa Ozora y Gentzo Wakabayashi. Eran otros tiempos y pensaban que éramos tontos. Ahora sabemos con certeza que lo somos.

Tras un fastuoso encuentro con la monstrua en un callejón, a Amade le brota el páncreas por la oreja del susto y aprieta a correr como si lo esperasen en los fiordos noruegos.

El terror es el fuerte de la serie. No es coña. Buscad esta escena y flipad.

En la calle, bajo una "dulce lluvia primaveral" o, como yo prefiero llamarlo, chaparrón intempestivo de mil demonios, un despavorido Amade choca por accidente con Bunny y la tira al suelo.

Nuestra heroína se levanta remojada como un garbanzo, con su vestido nuevo hecho un asco, y acusa a Amade con un berrido de cabra salvaje que deja al compositor tiritando e implorando por su vida.

Es cierto que una harpía con rasgos de murciélago da canguelo. Pero ¿sabéis que da más canguelo? Esto:

Solo falta el relámpago al fondo.

Amade le explica lo que le ha pasado, y como nuestra protagonista es más corta que la nariz de un calamar, ni siquiera se plantea que los sospechosos habituales vayan detrás de él. Por supuesto, tampoco sirve de nada que la gata Luna le diga expresamente lo que es evidente. No obstante, la estupidez suele favorecer la acción, y en cuanto Bunny se entera de que el tipo con el que se ha topado es Amade, decide ir tras él para conocer el mundo de la música.

Tras seguirle hasta el club en el que toca el piano, Bunny utiliza el poder de su bolígrafo mágico, cuya fórmula ha variado ligeramente (ahora dice "Poder de la Luna, conviérteme en..." en lugar de "Poder Luna, conviérteme en..."), para hacerse pasar por una "mujer despampanante" y entrar en el local.

La "mujer despampanante" a la que se refiere es ella misma, pero con el pelo verde y vestida como si le hubiera pasado por encima el ropero de Alaska y los Pegamoides.

Para completar el disfraz, la gata Luna se le echa al hombro y se hace pasar por una estola. Perfecto. Diez sobre diez.

 No se me ocurre un look más apropiado para escuchar música clásica en un local elegante sin llamar la atención.

Amade se marcha del club sin que Bunny se dé cuenta, y la monstrua lo asalta en el aparcamiento y le arrebata la casete. Bunny, ya sin disfraz, llega a tiempo de evitar que la monstrua desgracie al compositor con sus uñas extensibles, pero no logra impedir que huya aleteando con la cinta.

Bunny se sube al coche de Amade y, mientras Bunny defiende el derecho de un hombre de mediana edad a enamorarse de una mujer más joven (ay...), persiguen a la monstrua hasta el estudio de grabación.

Cuando llegan al estudio, se encuentran todo quisqui echando una cabezadita y a la villana a punto de introducir la casete en los equipos de grabación. ¿Será este el fin?

No, no seáis tontos. Ya os dije que estos episodios eran de relleno.

Con un salto grácil y armonioso, la gata Luna le birla la casete a la monstrua, pero, inmediatamente, esta toma a Marita como rehén y amenaza con practicarle una traqueotomía en vivo si no le devuelven la cinta.

Sin más remedio que atender a sus demandas, Bunny le lanza la casete maldita. ¿Estará todo perdido?

¿En serio? ¿Otra vez? Ya os he dicho que no. No seáis mendrugos.

En el instante en el que la monstrua suelta a Marita para coger la cinta, Amade se lanza en plancha para agarrar a su amada antes de que caiga al suelo, no vaya a ser que se rompa una uña, y al mismo tiempo la gata Luna, con una coordinación y presteza felinas, salta para atrapar la cinta al vuelo. Casi parece que lo hubieran ensayado para salir bien en la foto.

Acto seguido, y antes de que la monstrua reaccione, la gata Luna revienta la casete maldita de un pisotón. Debía de estar hecha de papel maché. Quiero decir, ¿le habéis visto las patitas a algún gato? ¡Si hasta tienen almohadillas!

Amadeus, Amadeus, Amadeus
Amadeus, Amadeus, Amadeus
Amadeus, Amadeus, oh, oh, oh Amadeus
Come and rock me, Amadeus

La monstrua, dando el plan por perdido, decide tomar las de Villadiego y se escabulle volando a través de una ventana. No me sorprende que lo haga. La situación pinta fea y, al menos en su categoría profesional, el índice de mortalidad de los trabajadores desplazados es del 100 %.

Sin embargo, no es su día de suerte. Bunny se transforma en Guerrero Luna para perseguirla y, a pesar de que su enemiga vuela a toda velocidad y le lleva ventaja (cada transformación dura cerca de medio episodio), la alcanza en un estadio vacío en el que hay montado un escenario para conciertos. ¿Es magia? Sí, la magia de la edición: en un momento, la protagonista está en un sitio; en el momento siguiente, en otro.

Guerrero Luna suelta su frase:

—¡Escúchame! Tú utilizas la música para llevar adelante tu malvado plan. Y no permitiré que te salgas con la tuya, porque si Strauss, el padre de la música, lo supiera, se enfadaría.

La gata Luna la corrige y le dice que el padre de la música es Bach, pero, si lo pensáis bien, es más probable que el padre de la música fuera un neandertal aficionado a golpear cosas con un palo y armar jaleo en su cueva. ¿O ese sería el abuelo?

El combate comienza y, en un golpe inesperado de ingenio, Guerrero Luna contraataca las ondas supersónicas que emite la monstrua lanzándole un micrófono. El aparato capta las ondas letales y las amplifica a través de los altavoces del escenario, creando la ocasión perfecta para que nuestra heroína remate a su rival con... No, no lo diré. A ver si lo adivináis. Os doy tres opciones:

a) "¡Diadema Acción!".

b) Un lanzagranadas automático AGS- 17.

c) Un solo de guitarra alucinante.

La respuesta correcta es la a). Victoria. Yupi. Ra, ra, ra.

En el epílogo, Bunny vuelve a quedar con Kari y nos enteramos de que Amade se ha casado con Marita y ha sacado un nuevo álbum: Moonlight Lady, inspirado en nuestra heroína con minifalda.

Aunque por razones diferentes, este episodio y el del gimnasio son mis favoritos. Os animo a ver ambos siempre y cuando luego no me hagáis responsable de las secuelas emocionales.

7. Camino hacia el estrellato

Preámbulo: "Todas las chicas sueñan con convertirse en Cenicientas algún día. Pues tened cuidado, porque un ser maligno os quiere engañar y prepara zapatitos de cristal para vosotras".

El plan de la casete maldita no fue demasiado bien, así que Daniel decide innovar un poco menos y aprovecharse de los deseos de fama que tienen las jovencitas para robar más energía. ¿Cuánta energía necesitan los malos exactamente? Ya me gustaría a mí poder daros una cifra. Digamos que la suficiente para que la serie se alargue conforme a su calendario y presupuesto. No es una respuesta precisa, pero al menos es honesta.

Este plan, lo creáis o no, tiene su miga, es decir, es increíble e innecesariamente enrevesado. Por lo tanto, y para variar, lo desgranaré sobre la marcha en lugar de explicarlo todo de golpe.

Fama: representación gráfica.

Os presento a Mikan, una estrella juvenil emergente que se graduó en el mismo instituto al que van Bunny y sus amigos. Dado que solo tiene diecisiete años, le auguro una larga y próspera carrera, por lo menos hasta que cumpla los veinte. Según los estándares japoneses, para entonces ya será una anciana y debería ir pensando en retirarse.

A la vista del éxito de Mikan, Bunny y Kari deciden emularla y convertirse también en estrellas, concretamente en cantantes. Son guapas y carecen de cualquier tipo de talento vocal. Por lo tanto, no veo ninguna razón por la que no debiera irles de fábula.

Las chicas quedan en casa de Bunny y, sin preparación alguna, empiezan a cantar Moonlight Dentetsu, la canción de apertura de la propia serie, acompañada de una coreografía jamás ensayada antes y que recuerda a la técnica de fusión de Dragon Ball.

Es una lástima que no pueda subir ningún vídeo para que oigáis rebuznar a estas dos grullas silvestres (cuestiones de derechos de autor, ya se sabe), pero os aseguro que, por cánticos menos cacofónicos que este, se ha plantado un dios-pez primigenio en las costas de Innsmouth.

Fuuuu...

Las chicas no se coordinan en absoluto y acaban enzarzándose y decidiendo que irá cada una por su lado, no como amigas, ¡sino como rivales! Por si os lo estáis preguntando, esta rivalidad no tendrá ninguna consecuencia a lo largo del episodio ni en episodios venideros.

Bunny, que, en palabras de su propio hermano, "está como una chota", decide valerse de la gata Luna y convertirse en una estrella de las que amaestran animales. Aparentemente, esta clase de espectáculo también es popular fuera de Las Vegas. Más tarde, Bunny se cruza con el chico moreno que podría ser o no el Señor del Antifaz y este le dice con sorna que, con esa cabecita hueca que tiene, solo puede ser comedianta. No obstante, cuando mira a la chica, el fondo es de color rosa y tiene burbujas. Y si algo he aprendido viendo animes para el público femenino, es que eso significa amor. O que se están derrumbando los muros de la realidad y está a punto de desatarse el caos. Una de dos.

Mientras tanto, Kari traviste a Camilo para que sea su pareja en una representación de La Bella y la Bestia. Os aconsejo que no intentéis entenderlo. He contratado a un panel multidisciplinar de expertos para que intentara entenderlo por vosotros y su estudio no ha prosperado.

¡Maldita ideología woke!

La monstrua de la semana asalta a Mikan en la ducha a lo Norman Bates y la recubre con una sustancia congelante de aspecto gelatinoso que escupe por la boca (puaj) para luego adoptar su forma y reemplazarla.

La falsa Mikan y Daniel, también convenientemente disfrazado (lleva gafas graduadas y un traje fucsia con pajarita, para despistar), montan un escenario ambulante y anuncian la campaña "Cenicienta", en la que cualquier chica puede inscribirse para ser una estrella. Naturalmente, el reclamo va reforzado con ondas hipnóticas, no vaya a ser que se queden sin inscriptoras y tengan que chapar el negocio.

A todo el que supera la prueba para ser estrella le ponen un sello en la mano, que da derecho a participar en un espectáculo el próximo domingo y, a su vez, los convierte en personas obsesionadas con el estrellato, provocando que pierdan su interés por estudiar o trabajar. En mi caso, ya os digo yo que no hace falta una magia muy poderosa para que pierda ese clase de interés.

¿Este no es el mismo fulano que abrió un gimnasio y tenía un programa de radio?

A falta de público auténtico, las butacas de la sala donde se celebra el espectáculo están ocupadas por sombras, antojos del subconsciente creados mediante las ondas hipnóticas que generan los villanos con una bola de discoteca. Y esa es una frase que jamás pensé que escribiría.

Los participantes, emocionados, se suben al escenario para deleitar al público inexistente con sus actuaciones. Es entonces cuando los sellos que les pusieron en la mano comienzan a chuparles la energía vital y transmitirla a un pin que lleva la falsa Mikan en el vestido.

No soy partidario de resucitar a ningún gran soberano del mal, pero la verdad es que los villanos de esta serie se lo curran una barbaridad. Da hasta pena que todo les salga siempre mal. El fracaso constante acaba minándole la moral a uno.

Made in Japan.

Bunny y la gata Luna comienzan a sospechar de la campaña Cenicienta y acuden al espectáculo. No es paranoia. Toda novedad o hecho extraño de la serie ha tenido detrás un plan malévolo. A eso se le llama estadística.

Descubierto el pastel, Bunny se transforma en Guerrero Luna y planta cara a la falsa Mikan:

—¡Te has aprovechado de su inocencia para engañarlos diciendo que son nuevas Cenicientas, pero no dejaré que te salgas con la tuya!

Meh.

La monstrua revela su verdadera forma (poco impresionante en comparación con la de sus predecesoras) y atrapa a Guerrero Luna en la misma sustancia que utilizó para deshacerse de la auténtica Mikan. ¡Nuestra heroína en problemas! ¡Esto es nuevo!

Guerrero Luna, ahora con sabor a gominola.

En un giro imprevisible de los acontecimientos (y por "imprevisible" quiero decir precisamente lo contrario), el Señor del Antifaz aparece en lo alto de un balcón y, a golpe de rosa y ritmo de tango, libera a la guerrero de su prisión de gelatina helada.

—Guerrero Luna, eres la estrella del espectáculo —le dice—. Resiste

Y, acto seguido, el Señor del Antifaz ahueca el ala.

Por mucho que me guste vilipendiar a este cantamañanas, que lleva tocándose las narices desde el tercer episodio, reconozco que esta vez ha hecho algo útil. Aun así, voy a guardar a mano la hoja de reclamaciones. Seguro que acabo utilizándola.

Cuando no llega a tiempo es porque tiene que cargar con el foco de un lado para otro de la ciudad.

Antes de que la monstrua salga de su pasmo, Guerrero Luna le lanza su diadema y la hace estallar en pedacitos cristalinos, de esos que van al contenedor verde.

Esto es una novedad, y no de las buenas. Cuando los villanos se convierten en polvo o cenizas, uno puede abrir la ventana y esperar a que las partículas demoníacas se las lleve una corriente de aire. Pero ¿los cristales? Los cristales no se pueden limpiar con una aspiradora. Habría que usar escoba y recogedor, y quizá una brocha para los trocitos más pequeños. Y no veo a ninguno de nuestros héroes con ánimo de arrimar el hombro. ¿Es que nadie piensa en el personal de limpieza?

No sé por qué sigo escribiendo, pero voy a parar ya.

El año que viene, salvo que me parta un rayo o entre en razón (no caerá esa breva), nos veremos en la misma fecha para repasar en detalle el octavo episodio de la serie, en el que Guerrero Luna conocerá a Ami, la futura Guerrero Mercurio.

Lo sé, apenas podéis contener la emoción.

Lista de episodios: |1| |2| |3| |4| |5| |6| |7|

16 comentarios

  1. Mucho que comentar del resumen y poca memoria (yo, claro).
    Lo de los menores y mayores en relaciones, ya sabemos que Japón es especialito en eso, pero mientras ahora tiene algo más de censura, en la época que salió este anime no eran tan sutiles.
    Lo del episodio de la gordofobia poco encubierta... Bueno, parece que allí, salvo los luchadores de sumo, no estaba bien visto tener kilos. Eso sí, lo de la gata diciendo que que luchando pierde peso, y no decirle que el músculo pesa más que la grasa... Normal que luego pese más.
    El señor que podría ser o no el señor del antifaz.. Es un Marlon Brando de la vida. Aparece cuando quiere, hace lo suyo así a como salga, pone le cazo y hasta otra.
    Con tanto Guerrero Luna, Guerrero Luna, lo mismo los buscadores mandan esta URL a aquellos que busquen la info del Guerrero Luna de Marvel. Ambos tiene la cabeza p`allá, y son mangoneados por alguien superior. Y se transforman.

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    1. El personaje de Marvel es Caballero Luna. Parecido, pero no igual.

      De todos modos, la mayoría de las visitas desde Google del último mes me han llegado por una telenovela colombiana de mediados de los ochenta que se titula Camino cerrado. Los caminos de la red son inescrutables.

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  2. No guardo recuerdo de ninguno de estos capítulos, salvo, vagamente, del de las charufas. En cualquier caso, vaya bostas...Suerte que las generaciones más reciente tienen a Ladybug.

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    1. ¿Bostas? ¡Qué va! Son la monda. Y las partes de terror son buenas, en especial la del episodio 6; a un crío le pueden dar la noche.

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  3. ¿Relleno? Puedo apostar mi número 3 del manga (editado en 1997 por Glénat, comprado en 2009 a un precio prohibitivo y una de mis posesiones más preciadas) que sí... Pero qué relleno tan maravilloso.

    Bunny es más tonta que las piedras, pero tiene buen fondo. A nivel de desarrollo de personaje, se come a la melodramática de Miki en un decir Jesús... Como "Saturno devorando a su hijo", pero en kawaii.

    Guardo un buen recuerdo de estos capítulos. En parte porque son los que más vi de crío y porque fueron los primeros que redescubrí cuando volví a tropezarme con la serie a mis veintitantos. El del festival de talentos da un vergüencita ajena de campeonato, pero se agradece que le pusieran empeño en distanciarse del cómic, mucho más sobrio y aburrido. Y eso incluye el diseño de los monstruos, que en estas entregas es bastante molón y se aleja de los diseños exagerados tipo "Power Rangers" de las siguientes temporadas. La chica murciélago es de mis favoritas.

    Una entrada maravillérrima. No te merecemos.

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    1. Muchas gracias.

      El manga, al menos por lo que llevo leído, tiene sus toques de humor, pero es verdad que es menos disparatado que el anime. Tampoco sabría decirte hasta qué punto el doblaje favorece esa sensación de dislate.

      ¡Y vivan las monstruas!

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  4. ¿Peor manera de perder el tiempo escribiendo esta entrada, leyéndola? Pues aquí estamos escribiendo un comentario después de leer la entrada que has escrito.
    Y pues creo que esto explica lo que comentaba en la primera entrada de esta serie, que la fórmula era lo mismo una y otra vez. Ahora resulta que me eché encima capítulos de relleno. Y a diferencia de los bollos industriales ultraprocesados este relleno no es lo mejor del producto. Y solo tardé unos veinte años en enterarme.

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    1. Partiendo de que todos los episodios son más o menos iguales, el relleno no está por debajo de la calidad media de la serie. Y hay al menos dos episodios de esta tanda que superan esa media. A mí hay momentos que me han sorprendido... ¡para bien!

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  5. Quizá el Señor del Antifaz23/7/24 00:14

    He estado echando un ojo a la lista de episodios que se consideran canónicos y, si mis cálculos son correctos, a este ritmo terminarás la temporada en 2058. Espero que te cuides mucho.

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    1. Según la esperanza media de vida, llego y hasta me sobran unos años. Pero espero parar MUCHO antes.

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  6. ¡El de la música también es mi favorito de esta tanda de episodios!

    Y menos mal que te has decidido por más episodios por año, así de este modo, mi Sailor favorita estará por aquí el año que viene y no dentro de 6 años.

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    1. Bueno, más episodios por año o no, según toque. El año que viene solo toca uno.

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  7. ¿En tu día a día es normal escuchar palabras como "vituperable"?

    Todavía sigo dándole vueltas al tema de los luchadores de sumo. Si alguien llega a alguna conclusión que me avise.

    Si la serie gira en torno a planes malvados para conseguir energía, estaría bien que explicasen un poco como se consigue la energía en vez de ir trazando planes rocambolescos que nadie entiende como están relacionados con la energía. ¿Se consigue energía cuando la gente hace el ridículo? Si la cosa va de "encantar" objetos como broches y cartas, ¿no sería más fácil encantar algún objeto que todo el mundo toque, por ejemplo monedas?

    Según la wiki el AGS-17 tiene una cadencia de tiro de 400 disparos/minuto. Qué cosas se aprenden con Sailor Moon!

    Muchas gracias por el trabajo de resumir los capítulos, tus lectores más fieles y yo también, seguro que te lo agradecemos, pidiéndote más dosis de esta droga en formato anime.

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    1. Vituperable, vituperio... No hay día en el que no use alguna de esas palabras entre cien y doscientas veces. Se me llena la boca con ellas.

      Desde un punto de vista racional, todas las explicaciones que puedo dar sobre estos episodios están en la propia entrada. Son cero explicaciones.

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  8. Que te voy a decir. Tus entradas rememorando nuestros dibujos de los 90s son una maravilla.

    Recuerdo que ya siendo chico yo pensaba que algo no terminaba de encajar, y como dejas entrever, está claro que el doblaje prácticamente se lo inventaban, y hacían de esta serie, ya de por sí ridícula, un batiburrillo indescriptible.

    Pero ay, los niños nos tragábamos todo lo animado que nos pusieran por delante.

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