O eso creíamos. Porque resulta que esos demonios seguían ahí y Rambo solo los estaba disimulando.
¿Y qué ocurre cuando se reabren viejas heridas? Que sumas una secuela más a una larga retahíla de películas con títulos incoherentes, pero de nuevo hija de su tiempo.
En su mera existencia, Rambo: Last Blood me recuerda a la primera novela que leí del universo expandido de Star Wars.
En 1983, George Lucas había cerrado la historia que quería contar: los malos habían caído, los héroes triunfantes habían llegado al final de su camino, y el telón había bajado para la gran ópera espacial. Sin embargo, en 1991, la novela Heredero del Imperio trajo de vuelta a Luke, Han y Leia, y los metió en nuevos líos galácticos, dando una segunda vida a esos personajes a costa de restarle peso al desenlace de El retorno del Jedi. Todos salimos ganando; los fans disfrutamos de historias frescas de Star Wars por primera vez en casi una década (algunas buenas y otras no tanto), y la máquina de fabricar dinero siguió funcionando.
La historia que firman Sylvester Stallone, Matthew Cirulnick y Dan Gordon hace algo similar con Rambo.
¿Necesitaba Rambo esta película? No. ¿Cierra mejor Last Blood el arco del personaje que la cinta anterior? No. ¿Es disfrutable igualmente? Yo pienso que sí.
El principio del filme conecta directamente con el epílogo de la película de 2008 y nos ofrece una idea clara de cómo ha sido la vida de Rambo como ranchero en estos últimos diez años, desde que exterminó a media Birmania y regresó a Arizona. John ayuda como voluntario a las fuerzas del orden, ha encontrado una familia y doma caballos que le vienen un poco pequeños.
Esa es la parte de la película con los pies en la tierra y quizá la única que, objetivamente, podríamos calificar de buena, la que apela a la nostalgia y tiene corazón. Y, sin duda, me habría fascinado ver ese comienzo derivar en un relato crepuscular en el que un Rambo achacoso se diese cuenta de que ya no puede afrontar las labores del campo y, tras eludir el ingreso en una residencia de ancianos, acabase sirviendo café etíope de cultivo ecológico a hípsteres desagradecidos en un Starbucks. Pero no creo que eso fuera lo que los seguidores del personaje esperaban.
Tampoco creo que yo hubiese disfrutado de esa película imaginaria tanto como lo he hecho con el tour antipromocional por el México canario de Adrian Grunberg, que comparte premisa con Venganza ―y sus secuelas y clones― hasta que, ¡pum!, deja de hacerlo y pasa a ser una versión adulta y brutal de Solo en casa que culmina con el clímax más visceral y afrodisíaco que podáis imaginar (auguro que no tardaremos en encontrar montajes en YouTube que sincronicen el tema Setting the trap, de John Williams, con la escena en la que Rambo se prepara para recibir visita).
Last Blood es una película sencilla, con malos muy malos, güeyes impostados, diálogos risibles, cromas que son un canteo y una lógica que solo funciona en la clase de hiperrealidad ficticia que existe en el cine de acción.
Y me lo he pasado en grande con ella.
He acompañado a John Rambo en lo bueno y en lo malo, se me ha puesto la piel de gallina cada vez que sonaban los compases del viejo tema de Jerry Goldsmith, he apretado las muelas con la anticipación antes de cada golpe salvaje y, sobre todo, me he reído a carcajadas cuando se desataba la violencia más histriónica y atroz.
No es una comedia, pero esta es la película con la que más me he reído este año. Y no entre dientes ni por lo bajo precisamente. He tenido que taparme la boca varias veces con las manos para no dar la nota en el cine.
¿Se ríe la gente normal cuando a un tipo le sacan la clavícula por el hombro o a otro le revientan dos tercios de la cabeza con una escopeta? Lo dudo, como dudo también que la señora de sesenta años que estaba sentada sola en la sala estuviera pillando el chiste; pero ese ha sido mi caso. "Porque la violencia, Jen, es muy divertida", decía Tarantino. Y yo eso lo entiendo.
También entiendo las críticas negativas. No soy ciego a los defectos de esta película, propios del cine de bajo presupuesto. Pero cuando recibo tanta diversión a cambio de suspender mi incredulidad durante poco más de hora y media, elijo pasar los defectos por alto. Ni siquiera me importa que este Rambo se parezca más a Jason Voorhees que al excombatiente traumatizado de Acorralado o al icono del cine de acción de Rambo: Acorralado Parte II y Rambo III.
Ver Last Blood me ha alegrado el día.
Disfrutaste ver vísceras y sangre decorar paredes.Felicidades,no eres un millenial SJW.
ResponderEliminarA esto,dicen que hay una versión con 20 minutos extras por ahí.
Y ahora solo falta una película en donde Sylvester y Arnold en plan full abuelos se enfrentan a tiros a un ejercito de cosas...rídiculas.La de la carcel de plexiglass no cuenta.
Ninjas zombies de espacio o alguna de esas mierdas.
Iba a esperar a que la pusieran en alguna plataforma, pero ahora me han entrado ganas de verla en el cine. ¿No podrías hacer reseñas más breves como esta y así publicar más a menudo?
ResponderEliminarAhsikabi: Disfruté de lo ridículo de la violencia y además no me reí con las partes emotivas (y esto último no lo puedo decir de Rambo: Acorralado Parte II). Espero que esos veinte minutos estén en el Blu-ray, porque pienso comprármelo tan pronto como salga.
ResponderEliminarCésar: Salí del cine con muchas ganas de hablar de la película y de ahí esta entrada, pero me temo que ha sido algo excepcional. Lo mío son los rollos interminables que provocan lesiones en el dedo índice por hacer mucho scroll.
A los Copitos de Nieve esta película les ofende así que debe ser muy entretenida, no puedo esperar para verla.
ResponderEliminarPues a mi me gustado. Innecesaria pero disfrutable sobre todo la parte final
ResponderEliminarUna entrada corta en este blog? Quien es usted y que ha hecho con el señor Brocha?!
ResponderEliminarUna de tiros y explosiones protagonizada por un señor mayor? Prefiero los mercenarios 2 porqué hay lo mismo pero con varios señores mayores. Viva las auto-parodias!
Vladek: Innecesaria en el sentido de que el arco del personaje estaba cerrado, entiendo. Porque innecesarias, lo que se dice innecesarias, son todas las películas. Menos las de Indiana Jones y Star Wars, que son como el oxígeno.
ResponderEliminarPons: Este no siempre fue un blog de entradas largas. Quería escribir algo rápido para variar.
Hacía tiempo que no veíamos una crítica de estas. Podrías decirme que opinaste de Avengers: Endgame? Que sepas que me gusta mucho leerte te sigo desde hace tiempo
ResponderEliminarme parecio muy buena, lo sangriento pasa en la vida real, cual es el problema
ResponderEliminarDespués de 11 años de espera, he de decir que Rambo Last Blood no de frauda. Como bien dices, la violencia extrema, de este ex-soldado, hiper traumatizado, al que se le añade un último detonante produce esas carcajadas que produce la incredulidad por lo que se llega a ver en un mundo excesivamente correcto y comedido. Fan de la saga, creo que esta película le hace gran justicia y a su vez, un merecido final.
ResponderEliminar