Sin embargo, en ese universo más allá de esta dimensión, los Cheetos Pandilla saben a apio y unos invasores de Andrómeda, de piel verde, ojos negros y no más altos que Danny DeVito, han liquidado al ochenta por ciento de la humanidad con sus trípodes de guerra y obligado a los supervivientes a vestir monos grises y fabricar piezas de repuesto para androides-mayordomo.
Por lo tanto, preguntaos: ¿no es un universo sin los artículos del Tipo de la Brocha la mejor alternativa?
Bla, bla, bla, otro episodio de Xena: la Princesa Guerrera. ¿Preparados? ¿Listos? ¡Ya!
El MacGuffin de hoy es el Ánfora de Apolo, que sus adoradores utilizan en ritos de purificación y también para demostrar quién es capaz de beber más vino de un trago entre los días 7 y 15 del mes ático, durante las Carneas.
Unos quinquis han mangado el Ánfora para venderla al mejor postor, y Xena y Gabrielle se prestan voluntarias para recuperarla, porque, total, pasaban por allí y hasta que el INEM ofrezca trabajos mejores que el de carretillero en Corinto, no les viene mal aprovecharse de la hospitalidad que ofrecen los fanáticos religiosos a los aventureros bienintencionados.
Sin embargo, como suele ocurrir en este tipo de serie, la trama solo es una excusa para plantearnos conflictos personales, y la gracia del episodio es que una chavala entre punki y dark waver (alucinad con mi cultura tribal urbana impostada) quiere reemplazar a Gabrielle como compañera de Xena. Su nombre es Tara, una adolescente inadaptada y descarriada que, o bien te cae gorda, o bien te cae peor y te entran ganas de meterla en un saco de dormir y sacudirla contra un árbol. Ojalá hubiese grabado siete cintas de casete en lugar de aparecer por aquí.
Sus pintas me recuerdan a Rufio, de la película Hook. |
Adjudicada la misión del día, Xena va a por su caballo mientras Gabrielle la espera en la taberna local escribiendo el primer fanfic homoerótico protagonizado por Hércules y Iolaus. Tara, sentada en la mesa de al lado, le arroja la bebida encima.
"¿Tienes algún problema?", pregunta Gabrielle, siempre dispuesta a agotar la vía del diálogo antes de meterle su cayado a una desconocida por el culo.
"Tu cara", contesta la chica.
Confieso que yo he matado por mucho menos que eso. Sin ir más lejos, hace unos meses me cargué a un tipo con el que coincidí en el autobús porque me miraba raro. Después me enteré de que el hombre tenía estrabismo divergente y ahora me siento en la obligación de hacerme cargo de su mujer e hijos. Eso significa que voy a necesitar una motosierra nueva y mucha sosa cáustica.
Gabrielle, sin embargo, no cede a las provocaciones hasta que Tara saca las uñas y la obliga a defenderse. ¡Pelea de gatas!
M-I-A-U. |
Xena, siempre tan oportuna, interviene y detiene a Tara, que no se amedrenta y anuncia con toda la confianza que puede reunir una adolescente problemática que viene a "sustituir a la rubia".
Es fácil decirlo, pero hacerlo es harina de otro costal. Sinceramente, no creo que Tara tenga lo que hay que tener para convertirse en la compañera de la Princesa Guerrera. Para cubrir el puesto, no basta con tener carácter, lucir bien en minifalda y dominar las patadas y los saltos mortales. Están las ancas de rana, el desayuno inglés, el ñam-ñam y, por supuesto, la famosa quesadilla de huitlacoche.
Digamos que hablo de cocina y no de sexo lésbico, y así mantendremos la calificación "para todos los públicos" de esta entrada.
Tara les revela que los responsables del robo pertenecen a la banda del Valle Rojo (un buen lugar para hacer senderismo en la Capadocia) y que ella sabe dónde está su guarida, porque salía con uno de los bandidos.
El caso es que la muchacha quiere dejar de ser una mala hierba y convertirse en heroína, razón por la que casi le arranca la oreja a Gabrielle de un mordisco. Al menos ella quiere hacer algo de provecho con su vida, no como los chavales de ahora, cuya mayor aspiración es que les salpique la popularidad de alguna celebrity, salir en un programa de testimonios a contar lo fea que es su mejor amiga, o convertirse en influencers. Desde luego no son como los "jóvenes de ahora" de antes. Nosotros éramos más... eeeh... más... ¿bajitos?
Bangarang, Peter. |
Xena da largas a Tara, pero la chica las sigue de todos modos. Gabrielle, que sigue enfurruñada, le dice a Xena que haga algo, así que la guerrera se acerca a hablar con Tara de las complicaciones que trae la vida en los caminos. Sin embargo, la chavala insiste en llevarlas a la guarida del Valle Rojo.
"Te recuerdo que empezaste muy mal con mi amiga", dice Xena.
"Está bien, reconozco que fue así", contesta Tara. "Si quieres, le doy un beso".
Inesperada, pero interesante propuesta. Es extraño que Xena no la considere seriamente.
Sea como fuere, la guerrera acepta que Tara las acompañe porque la recuerda a ella cuando era joven. ¿Sabéis quién me recuerda a mí a cuando yo era joven? Batman. Mismos leotardos.
-¿Tú también eras una cría insoportable con un peinado hortera? -No, pero no me importaba morrearme con desconocidas. |
Al caer la noche, el peculiar trío llega a la guarida de los bandidos. Y por guarida me refiero a una fogata que han encendido en un claro del bosque aparentemente escogido al azar.
Xena ordena a Tara que se mantenga al margen, pero la chica hace lo que le viene en gana y, aprovechando que los miembros del Valle Rojo confían en ella, se acerca al centinela y le dice que hay alguien entre los arbustos, para así atraerlo hasta Xena y que esta pueda interrogarle. El centinela se dispone a actuar con prudencia y alertar a sus compinches, pero Tara le convence de que no lo haga.
"No, no los avises", le dice. "Un hombre como tú puede hacerlo solo".
Que fácil es tomarnos el pelo. Ya puedes ser un despojo de hombre con cara de yonki y el sex appeal de un tostador, que si una mujer te dice las palabras adecuadas con el tono apropiado, bajarás al Noveno Círculo del Infierno por ella. Metiendo tripa, probablemente.
-Ve hacia la trampa evidente a la que apunta mi dedo. |
Utilizando su famosa técnica de los puntos de presión, Xena averigua lo que necesita para que la trama avance y después noquea al bandido. Tara pretende patearlo una vez está en el suelo, pero Xena le dice que quienes trabajan con ella no pegan a la gente cuando está inconsciente.
"Vale, tengo que aprender las reglas", contesta Tara. "Está bien dejarlos inconscientes después de asfixiarlos, pero no hay que pasar de ahí".
¿No odiáis a los listillos?
-¡Mira, mamá, estoy actuando! |
Las chicas deciden acampar y echar un sueñecito para recuperar fuerzas antes de continuar el viaje. Tara coloca su manta al lado de la de Xena, y Gabrielle la mira con cara de pocos amigos.
"¿Qué?", pregunta Tara.
"Verás, es que yo duermo cerca de Xena", explica Gabrielle.
"Bueno, puedes ponerte en ese otro lado".
Permitidme que os lo traduzca por si no sabéis leer entre líneas:
"¿Qué?".
"Verás, es que yo —abro comillas— duermo —cierro comillas— CON Xena".
"Bueno, donde caben dos, caben tres".
Sí, mucho más apropiado.
De acampada. O montando una guarida, en términos de la serie. |
Al día siguiente, Tara decide actuar nuevamente por su cuenta, y, por su culpa, Gabrielle y ella acaban metidas en un lío. Los bandidos las capturan y las entierran en la tierra hasta el cuello con una trampa mortal pendiendo sobre sus cabezas. "Cuando la llama queme la cuerda, el hacha caerá sobre vosotras", dice nadie, porque en la tele vemos lo que sucede y no hace falta dar explicaciones.
En cualquier caso, el plan es estúpido. Aunque aprecio el valor de la tortura psicológica tanto como cualquier otro psicópata sádico y despreciable, hay un momento para cada cosa; y cuando la Princesa Guerrera sigue tus pasos, no es buena idea pedir a tus hombres que se pongan a cavar hoyos profundos e instalar complicados mecanismos de ejecución.
Por supuesto, Xena salva a sus compañeras en el último momento.
-Acércate para que pueda morderte un párpado. |
Xena le echa la bronca a Tara y, sin perder ni un minuto más, se marcha cabalgando para recuperar el rastro de los bandidos, que, como sabemos, son la discreción personificada.
Mientras doña Ceño Fruncido está fuera, Tara vuelve a provocar a Gabrielle, que, harta ya de tanta soplapollez, pasa a la acción y le pega más palos que a una estera. Por suerte, lo que en la vida real te mataría o, en el mejor de los casos, te dejaría varios hematomas y fracturas múltiples, aquí puede curarse con un par de paños húmedos.
-Paños húmedos, el equivalente grecoclásico de la mercromina y una tirita del Pato Donald. |
A raíz de este último incidente, Gabrielle por fin conecta con Tara, porque, ya sabéis lo que dicen, no hay mejor manera de estrechar lazos con una adolescente rebelde que darle una paliza de muerte. ¡Xena, la Princesa Guerrera!, enseñando valiosas lecciones morales desde 1995.
Al caer la noche, habiéndose fraguado una hermosa amistad, vemos a las tres compañeras jugando al dilo con mímica, también conocido como "consigue que el público sienta vergüenza ajena hasta que se arranque las uñas de un bocado". ¡Dinámica popular para grandes y pequeños!
-Ummm... ¿Hulk Hogan? ¿Un dilatador anal tal vez? |
Después de una maravillosa sesión de sexo tántrico que tenemos que imaginarnos, Xena y Gabrielle se duermen y Tara se aleja del campamento para encontrarse con uno de los bandidos, que le mete la lengua hasta el esófago. ¡Traición! Eso explica que antes los malos la abandonaran a una muerte segura con Gabrielle.
No, espera, no lo explica. Es una contradicción.
Por suerte, me importa un bledo. Las series de televisión me gustan como las mujeres: ridículas e incongruentes hasta el punto de darme vergüenza que me vean con ellas en público.
Dun-dun-dun... La trama se complica. |
Los bandidos se reúnen con unos mercaderes en un castillo abandonado para venderles el Ánfora de Apolo, que han dejado bajo la desatenta mirada de dos guardias cuya única esperanza de mantener el objeto sagrado a salvo es que quien quiera que venga a por él muera de un ataque de risa al ver las pintas que tienen de figurante de película postapocalíptica de serie B.
Tara encuentra el Ánfora de Apolo y, a espaldas de Xena y Gabrielle, se la lleva a su novio, que pretende traicionar a sus zarrapastrosos compañeros y quedarse el Ánfora para él solito. Sin embargo, Tara siente remordimientos y le dice que deberían devolver el Ánfora al templo. Pues no sé yo si este es el mejor momento para cambiar de bando, eh.
En un último giro de guión totalmente prescindible, el novio bandido revela que pensaba matar a Tara cuando estuvieran lejos del castillo, añadiendo que, dadas las circunstancias, lo hará ahora mismo. Tara corre por su vida, Xena interviene en el momento oportuno una vez más, las chicas pelean con los bandidos y, finalmente, recuperan el Ánfora de Apolo y salvan el día.
Moraleja: urbanización en el municipio de Alcobendas, Madrid. |
A pesar de que el episodio es tan básico y predecible que el guionista podría haberlo escrito en una sola sentada en el cuarto de baño, el final casi lo redime.
Una vez reconciliadas, Gabrielle y Tara acuden al templo de Apolo para recibir el perdón divino. Xena, en cambio, da media vuelta y se aleja con cara de estreñimiento, porque no quiere ser perdonada. La culpa es lo que la mueve a seguir adelante y, en el fondo, siente que debe sufrir para pagar por todo el mal que ha hecho. O bien eso, o bien que Xena es la única que comprende que recibir el perdón de un objeto decorativo no vale un pimiento.
2 de 5 chakrams.
Aplausos. Muchos.
ResponderEliminarDespués de leer este gran artículo, no estoy del todo seguro que un universo sin tus artículos sea mejor que unos cuantos invasores alienígenas; después de todo parecen haber eliminado el paro laboral. Me deprime no poder leerte más seguido, pero me curé la depresión con un paño húmedo.
ResponderEliminar¿Dónde ha quedado tu espíritu emprendedor? Si la mujer del señor estrábico está de buen ver y sus descendientes son ...descendientas,sería un desperdicio darles pasaporte sin más.Aprovecha la oportunidad,seguro que así empezó Craster su emporio de la degeneración.Y tú podrías tener el tuyo propio con una mínima inversión inicial.
ResponderEliminarLa mayor parte de los villanos de Xena y de Hércules son tontos del culo, en un mundo en que los dioses son reales, crueles y vengativos lo último que se le ocurriría a una persona sensata es robar sus cosas.
ResponderEliminarEl Tabernero: Gracias. Muchas.
ResponderEliminargt7h1: Yo también estoy "depre". ¡A mis brazos, amigo!
Riquete el del Copete: Voy. A. Pasar.
Anonimatus: No te falta razón. Y viendo qué pintas me lleva Apolo en la serie, voy a arrepentirme de no haber comentado nada al respecto.
Yo te regalo la motosierra a cambio de más artículos.
ResponderEliminarNo se porque pero recuerdo haber visto este capitulo. Y si, la adolescente era insoportable. Lo curioso es que después este personaje secundario no volvería nunca a regresar, como mandaba en toda buena serie de la época. Ahora, hasta el figurante mas irrelevante tiene su momento o retorno estelar.
ResponderEliminarExcelente articulo. A la espera del siguiente, en cuatro o cinco meses. O siete. Cuando te venga en mejor gana escribir, claro.
Juan Mendez: ¿No compensa? ¿Lleva pegatinas de Bollycao?
ResponderEliminarJoakin Martinez Rodriguez: No exageremos, eh, que no ha pasado TANTO tiempo desde la última entrada. A ver si me animo y publico la siguiente en un mes o menos.
Vuelveeeeee que la vida se me vaaaaaa
ResponderEliminarOoooh
Vuelveeeeee nadie ocupará tu lugaAAar!!!!
Nene gusta, nene querer mas ^^.
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