Escuadrón Suicida (2016)

La semana pasada se estrenó Escuadrón Suicida, la tercera película del Universo Extendido de DC (DCEU, por sus siglas en inglés), que es el nombre que DC Films y Warner Bros. han puesto al universo ficticio basado en los cómics de la editorial, supongo que porque incluir la palabra "cinematográfico" en alguna parte habría sido demasiado obvio.

Qué póster más dietilamidadeacidolisérgico, ¿verdad? ¡Hablemos de cómics!

La primera aparición del Escuadrón Suicida se remonta a septiembre de 1959 y, según la Wikipedia, las historietas originales trataban sobre "un cuarteto de aventureros sin poderes luchando contra oponente superpoderosos", y en sus aventuras había "conflictos con dinosaurios, gigantes y otras criaturas monstruosas". Pero aunque todo eso suena fenomenal, en 1959 ni siquiera se habían inventado la pintura acrílica y el Telesketch, así que, ¿quién se acuerda de esos cómics? Nadie. Probablemente ni siquiera Kevin Smith.

En cambio, puede que alguno de vosotros sí esté familiarizado con el Escuadrón Suicida que se formó cuando el guionista John Ostrander resucitó al grupo en 1987, poniéndolo bajo la dirección de Amanda Waller. Aparte de traer a bordo a Rick Flag Jr., hijo del líder del Escuadrón Suicida original, Ostrander incorporó al grupo a varios supervillanos, entre ellos el Capitán Bumerán y Deadshot, que, por increíble que parezca, eran incluso menos populares hace treinta años de lo que lo son hoy. También pululaba por ahí la Encantadora, que en sus orígenes no era una pésima arqueóloga poseída por una diosa indígena semidesnuda, sino una artista freelance a la que poseía un ente mágico indefinido, que, al pronunciar la palabra "Encantadora", la dotaba de fabulosos poderes y la disfrazaba de bruja, con su sombrero de pico verde y su minifalda a rombos a juego (en defensa de sus creadores diré que era 1966).

El Escuadrón Suicida de la película con el aspecto más viejuno posible. Están para comérselos.

En 1992, DC canceló la colección porque no vendía suficientes números, para luego traerla de vuelta entre 2001 y 2002, 2007 y 2008, y, de forma más o menos estable, a partir de 2011. En todo ese tiempo, los miembros del Escuadrón Suicida han cambiado con tanta frecuencia como los de cualquier otro supergrupo, ya hablemos de la Liga de la Justicia o de la Legión del Mal; pero solo en los últimos cinco años, bajo el sello de los Nuevos 52, ha contado entre sus filas con la novia del Joker, la cada vez más popular Harley Quinn. Este es el Escuadrón Suicida en el que se basa el grupo reclutado por Amanda Weller en la película.

¿Y a qué cuento de qué hago yo esta introducción? A que no he leído un solo número de Escuadrón Suicida en mi vida y la cinta es entretenida por los pelos, así que al menos he querido aprovechar la ocasión para aprender algo sobre los cómics.

¡Que empiece la crítica!

Advertencia: Esta crítica puede contener trazas de spoilers y cáscaras de huevo.

La película la firma y dirige David Ayer, un exsubmarinista de la Armada de los Estados Unidos con cara de matón ucraniano, luego metido a cineasta, que, a pesar de su corta filmografía, ha aportado de una forma u otra su talento a varias películas acogidas con éxito por la crítica y el público, como U-571, Training Day, Sin tregua y Corazones de acero.

Por otro lado, también escribió y dirigió ese esperpento policíaco llamado Sabotage, que nos trajo a Arnold Schwarzenegger con su peor corte de pelo desde la peluca que llevó en La vuelta al mundo en 80 días.

Adonde quiero ir a parar es a que cuando una persona que sabe de cine se encarga de escribir y dirigir una película, lo menos que se puede esperar de ella es que ponga toda la carne en el asador y se vuelque al máximo en el proyecto. Lo anterior no quita para que el resultado acabe siendo un bodrio de proporciones siderales, a veces por la propia incompetencia de su creador y otras veces por razones que escapan de su control (por ejemplo, la incompetencia del resto del mundo); pero, en todo caso, será un bodrio que llevará las huellas de la ilusión y el esfuerzo personal, no un mero encargo realizado bajo el chasquido del látigo de la productora.

Tras el estreno de Escuadrón Suicida y con las críticas negativas anegando las redes sociales, han circulado rumores de que DC había metido tijera a la película y pegado aquí y allá para hacerla más "comercial" de cara al público que aparece en sus ridículos estudios de mercado. Sin embargo, según declaraciones del propio Ayer, el montaje que se ha visto en cine es el suyo, por lo que, aunque de la misa me creo la mitad, en principio no estamos ante una de esas situaciones lamentables en las que la productora mete las zarpas hasta hacer una buena idea irreconocible.

Así las cosas, y estando supuestamente Escuadrón Suicida en buenas manos, no me explico qué narices ha pasado para qué haya salido tan mal. No digo que la cinta sea ni mucho menos insufrible ni creo que sea tan mala como la ponen los críticos en Rotten Tomatoes, más que nada porque no soy un llorica y además he visto lo peor del cine exploitation italiano de Mad Max. Sin embargo, también es cierto que lo mejor que puedo decir de ella es que estuve dos horas bien fresquito en el cine sin aburrirme.

Y, por supuesto, hay algunos aspectos positivos; pero son insuficientes para inclinar la balanza a su favor y dar la vuelta a esa tortilla de aspecto tan poco apetecible en la que Zack Snyder ha convertido el DCEU.

Durante el rodaje, David Ayer interpretó a Killer Croc con sus propias manos. Al actor Akinnuoye-Agbaje lo añadieron en posproducción.

Los principales problemas de Escuadrón Suicida están en su estructura narrativa y en su guión. Y cuando estos dos elementos básicos fallan, la única forma decente de salvar la película suele ser contar con unos personajes atractivos que metan al espectador en la historia a pesar de que la historia en cuestión sea un churro. La forma indecente es centrar todos los planos posibles en alguna retaguardia de escándalo. En este caso, tenemos a Will Smith como Deadshot, a Margot Robbie como Harley Quinn, y al culo de Margot Robbie como retaguardia de escándalo.

Incluso con la batería baja e interpretando a un cliché con patas (asesino a sueldo con código de honor que adora a su hija), Will Smith se come la pantalla con su sola presencia, aportando carisma y salero a un reparto en su mayoría desafortunado. Él solo se come también un 11% del presupuesto de la cinta, lo que explica ese aire de serie B que transpira por momentos.

Margot Robbie clava el papel de la trastornada e impredecible Harley Quinn, y aunque tiene un rollo más punki y menos payaso que su homónima de la serie de animación de Bruce Timm y Eric Radomski, estoy contento con su adaptación a la gran pantalla. Eso sí, también hay que reconocer que la ex doctora Quinzel no es un personaje complicado de interpretar, porque un 50% del papel es sobreactuación, y el 50% restante, parecer una furcia barata.

Aunque Smith y Robbie destacan más por la ausencia de caracterización del resto del reparto que por mérito propio, tienen la virtud de convertir el desinterés y el sopor en entretenimiento.

Saviors of the Universe!

Dicho todo lo bueno que podía decir sobre Escuadrón Suicida, pasaré a prepararme un café y analizar sus problemas.

La película comienza presentándonos a Deadshot y Harley Quinn encerrados en sus respectivas celdas, sufriendo maltratos, vejaciones y tópicos carcelarios sin mesura a mano de los guardias. Es fácil suponer que la idea es que sintamos empatía por ellos; pero, a los propósitos de la trama y de desarrollar mínimamente los personajes, quizás habría funcionado mejor haberlos visto antes en el papel de malos, y no como víctimas. No obstante, tampoco es que hagan nada realmente malo durante la película, aparte de salir en ella. Es como lo de "feo de tele" y "feo feo" que decían en aquel capítulo de los Los Simpsons. Estos son malos blandos, no "malos malos", porque para hacer "malos malos" y que el público aun así conecte con ellos hay que tener mucho más talento del que tiene David Ayer.

Tras este brevísimo prólogo, Amanda Waller se reúne con un par de gerifaltes del ejército para enseñarles los dosieres de los miembros del proyecto "Fuerza Especial X". Aquí comienza lo que a mí me gusta denominar...

¡EL ATAQUE DE LOS FLASHBACKS MUTANTES!

Primero es el turno de Deadshot y Harley Quinn, a los que vemos en el desempeño de su carrera criminal con cameo de Batman incluido, y luego le toca al resto del futuro Escuadrón Suicida: la Encantadora, el Diablo, el Capitán Bumerán, Killer Croc y Rick Flag; el grupo al completo con excepción de Slipknot, cuyo "poder" es escalar cualquier cosa… con un equipo de escalada, y al que no le dedican ningún flashback, porque haberlo incluido en la película ya es una pérdida de tiempo (lo matan nada más empezar la misión, diez minutos después de presentarlo).

En cuanto a Katana, la guardaespaldas de Flag, su flashback se lo reservan para cuando aparece por primera vez, media hora después de que hayamos conocido al resto del grupo, porque al cuerno la estructura.

United Colors of Benetton.

Amanda Waller vende al ejército el proyecto de utilizar a esta panda de criminales para enfrentarse a amenazas sobrehumanas, por si resulta que al próximo Superman le da por hacer el gamberro en lugar de limitarse a fruncir el ceño y causar daños humanos y materiales por valor de miles de billones de dólares. No voy a entrar a discutir la lógica interna de una película de superhéroes, pero mandar a estas medianías contra un alienígena invulnerable que puede derribar rascacielos quizás no sea la mejor idea del mundo.

El caso es que el único miembro del grupo que ha desfilado para Chanel se revuelve contra sus jefes cuando se niegan a costearle un bypass coronario, y aprovechando que la urna en la que está encerrado su hermano, el Ordinario Esbirro Digital Gigante™, se encuentra a plena vista en una estantería de mínima seguridad en el piso de la directora Waller, lo libera, para que le ayude a crear la Máquina del Juicio Final™, que dispara un rayo azul hacia el cielo y, por lo tanto, debe ser destruida para evitar el fin del mundo.

En contra de toda lógica narrativa, esta superamenaza surge cuando aún queda más de hora y media de cinta por delante, convirtiendo el segundo y el tercer acto en un despropósito de escenas inconexas que se alarga sin venir a cuento, permitiendo que cualquier atisbo de tensión se diluya mucho antes de llegar al previsible desenlace. Es como si en La guerra de las galaxias el asalto a la Estrella de la Muerte comenzase a los cuarenta minutos de película (cuando Luke ni siquiera ha conocido a Han Solo) en lugar de a falta de cuarto de hora para que acabe.

Los tiempos están tan mal medidos que los miembros del Escuadrón Suicida ni siquiera se molestan en fingir urgencia; y si a ellos no les preocupa lo que pueda pasar, ¿por qué iba a preocuparme a mí?

Durante este penoso segundo acto, el montaje es un desastre y además Ayer parece confiar ciegamente en que se puede introducir un flashback en cualquier momento de la cinta sin perjudicar su ritmo, aun cuando dicho flashback sea gratuito y no sirva como instrumento para contar la historia ni explicar la motivación de los personajes. Es...

¡EL REGRESO DE LOS FLASHBACKS MUTANTES!

Esta discutible técnica se lleva al extremo en los flashbacks en los que se nos muestra el romance del Joker y Harley Quinn, ya que ni una sola de estas secuencias aclara lo que está pasando ni afecta a las decisiones que toma el personaje de Margot Robbie durante la misión y, por lo tanto, son irrelevantes para la trama. Adicionalmente, el hecho de que Harley tenga un flashback sobre su origen como supervillana al mirar por el hueco de una escalera es una prueba del nivel de sutileza que destila del guión.

A veces, en cambio, tenemos más suerte y el flashback sirve a un propósito concreto; pero ni por esas encuentra el momento adecuado para colarse en la película. Así, por ejemplo, poco antes de la inevitable pelea final, el Diablo, que se pasa tres cuartas partes del metraje poniendo cara de aburrimiento y sin hacer nada de provecho, confiesa a sus compañeros que la razón por la que prefiere no utilizar sus poderes es porque mató con ellos a su familia. Imagino que esta trágica historia nos la cuentan porque el Diablo muere en la pelea final y Ayer quería que su sacrificio nos afectase algo más que abrir el frigorífico y ver que se nos ha acabado el tomate frito; pero para entonces la película ya está terminando y lo único que consigue el flashback es restarle fluidez y que me acuerde de La aventura de los ewoks.

No sé si os vais haciendo a la idea de lo embrollado e inconsistente que resulta todo esto sobre el papel, pero deberíais.

A todo lo anterior hay que añadir un tropel de momentos desconcertantes y confusos. Y como no me gusta hablar por hablar, pondré algunos ejemplos.

En la escena del bar que vimos en los tráileres (aunque no la parte que se vio en los tráileres, porque como tenía gracia, la han eliminado del montaje final), Flag da a los miembros del grupo la posibilidad de marcharse para no tener que enfrentarse a la Encantadora y, muy probablemente, morir. El Capitán Bumerán se levanta casi antes de que acabe la frase y se marcha sin decir ni mu, lo cual me parece hilarante. Sin embargo, cuando el resto del escuadrón sale del bar y camina con chulería mirando a cámara como Bruce Willis y su equipo de perforadores-astronautas en Armageddon, el Capitán Bumerán se une a sus compañeros sin dar ninguna explicación. El problema aquí no es que tenga más o menos sentido que vuelva, porque, ¿a quién le importa lo que se le pase por la cabeza a un personaje con la profundidad de una pintura rupestre?, sino que se ha creado una expectativa en el espectador a la que no se ha dado satisfacción. Hubiera sido mejor recurrir a un cliché (el Capitán Bumerán regresa en el último momento para salvar a sus compañeros) o justificar su marcha y posterior regreso de alguna forma más elocuente ("Estaba echando una meada. Demasiada cerveza"), en lugar de, ¿qué sé yo?, NADA.

Otro ejemplo. Poco después de esa escena, el Escuadrón Suicida utiliza un dron-bumerán del Capitán Bumerán para espiar a los malos y así poder elaborar una mongólica estrategia de ataque (fácilmente sustituible por "Dadle un lanzacohetes a Deadshot"). El Ordinario Esbirro Digital Gigante™, que tiene tirria a los paparazzi, destruye el dron, y Flag decide que el mejor curso de acción es encargarse primero de él y luego ir a por la Encantadora. Pues bien, ¿qué creéis que es lo primero que dice cinco minutos después el Capitán Bumerán al encontrarse con el Ordinario Esbirro Digital Gigante™ al que él mismo ha captado con su juguetito? "¿Quién es este?". "Quién". "Es". "Este". Como si toda la escena anterior jamás hubiese existido. Aun suponiendo que la escena del dron-bumerán se hubiera rodado después de la pelea final y, al grabarla, se hubieran olvidado ya de esa línea de diálogo, ¿por qué razón no eliminaron la frase del Capitán Bumerán una vez montada la película? Es algo tan evidente y ocurre con tan poca diferencia de tiempo que me entran ganas de aporrear el teclado para descargar mi frustración. re5hgth<mg3'rhglgo+inkn

Algo parecido ocurre cuando Amanda Waller dice que las masillas de la Encantadora son un peligro nacional porque ni se inmutan cuando les descerrajan un tiro en la cabeza, a pesar de que la mayoría de masillas que hemos visto en todas las escenas anteriores han muerto, ¿adivináis cómo?, ¡de un disparo en la cabeza!

No sé si estos gazapos se deben a problemas del montaje o del guión, pero no alcanzo a comprender que los ejecutivos de DC vieran esta versión de la película y les pareciera bien dejarla como estaba. Es como abrir el horno, ver que a la empanadilla de carne aún le quedan diez minutos para estar lista, y servirla igualmente.

-¡Sapristi! ¡Empanadilla de carne poco hecha!

A pesar de todo lo que he dicho, tratándose de una película basada en un cómic de superhéroes, creo que un par de escenas de acción de fliparlo mucho habrían ayudado a compensar lo desastroso del guión; pero la consabida pelea final es un "meh" muy gordo, y las batallas con las masillas de turno son para dar de comer aparte, con decorados que parecen sacados de una serie de televisión de bajo presupuesto y unas coreografías corrientillas que apenas se dejan ver por los tumbos que da la cámara y los cortes frenéticos de plano.

No hay nada que no hayáis visto cien veces antes y mejor.

¡Recrea las escenas de acción más anodinas de la película con estos espantosos muñecos!

Soltada esta sarta de maldades con la que me he quedado tan a gusto, supongo que también debería decir algo sobre el Joker de Jared Leto, al que tanto bombo se le ha dado durante la promoción de la película a pesar de que apenas sale diez minutos en ella.

En primer lugar, hay que tener claro que el Joker de Escuadrón Suicida es un secundario que se define por su relación con Harley Quinn, y aunque supongo que algunos hubiérais preferido que se le diera más protagonismo en su introducción en el DCEU, para mí no es un problema, porque no tengo una edad mental de siete años, sino de doce.

El verdadero problema y lo que debería preocuparos es que sea un secundario cuyas escenas podrían haberse quedado en la papelera de la sala de montaje, a la espera de la edición extendida en Blu-ray 3D, sin que eso hubiera afectado en lo más mínimo al desarrollo de la historia ni al de los personajes (o al menos eso es lo que diría si los personajes tuvieran algún desarrollo).

Esto es especialmente frustrante porque la subtrama de Harley habría merecido la pena y la presencia del Joker habría tenido sentido si: a) los flashbacks hubieran mostrado los problemas que conlleva mantener una relación romántica con un "payaso psicópata, asesino en serie y esquizofrénico sin un gramo de empatía", en lugar de limitarse a dar información irrelevante para la trama; y b) Harley Quinn rechazase al Joker cuando aparece en helicóptero para rescatarla y escogiera quedarse con sus nuevos compañeros para cumplir la misión. Por desgracia, pedirle a esta película un mínimo de congruencia narrativa es como pedirle al Superman de Zack Snyder que sonría.

En segundo lugar, aunque esta versión del príncipe payaso del crimen no aparece lo suficiente como para que luzca en pantalla y pueda valorarse como es debido, de lo poco que se ve puedo decir que no hay nada que justifique el ridículo método interpretativo de Jared Leto ni mucho menos las mamarrachadas que tuvieron que aguantarle sus compañeros de reparto, incluyendo el envío de condones usados y otro material biológico por correo.

Tendría mejor encaje en Batman Forever o Batman y Robin. No es broma.

En definitiva, si descontamos al dúo Smith-Robbie y alguna secuencia aislada que olvidaré en un par de semanas (por ejemplo, la transformación de June Moone en la Encantadora, con ese giro de manos), lo único bueno que queda es la banda sonora, repleta de canciones por las que DC habrá tenido que pagar sus buenos royalties. ¿O no?

En un giro inesperado de los acontecimientos..., no. Aunque las canciones son todas muy enrolladas y probablemente la banda sonora se venda como churros en el Mundo Bizarro, donde no se estilan las descargas ilegales, es evidente que la selección musical obedece más a una moda que a una decisión artística. Marvel hizo lo mismo pero mejor en Guardianes de la galaxia, que casualmente también trata sobre un grupo de antihéroes que tienen que trabajar juntos para salvar el mundo. En otras palabras: es puro marketing y una demostración de la poca fe que DC tiene en las creaciones originales.

Y hasta aquí, mi opinión de Escuadrón Suicida, también conocida como la historia de cómo contratar a un actor físicamente imponente como Adewale Akinnuoye-Agbaje, con el que no querrías cruzarte en un callejón oscuro (porque es negro y no lo verías, así que no podrías pedirle un autógrafo), y convertirle en un Killer Croc que da más risa que miedo.