Juego de Tronos: Vientos de invierno

Una semana más tarde de lo habitual, vuelvo con vosotros para terminar la recapitulación de la sexta temporada de Juego de Tronos. Normalmente no me tomo tanto tiempo para repasar un episodio de una serie de televisión, pero teniendo en cuenta de que el último episodio de esta temporada dura más de una hora y abarca un montón de tramas en las que los personajes hacen algo más que chapurrear, ha sido como recapitular un largometraje de Cecil B. DeMille.

Además, este calor tórrido y pegajoso hace que la perspectiva de sentarme delante del ordenador a escribir me parezca tan apetecible como una visita al dentista. ¿Qué temperatura tenemos ahí fuera?, ¿350 ºC? Quizá sea hora de mudarse a un lugar menos cálido que el Valle de la Muerte.

Así las cosas, no me extraña que Weiss y Benioff hayan decidido retrasar el rodaje de la siguiente temporada de la serie. ¿Qué escenas de invierno van a poder rodar en España con este calor insoportable? Me imagino a los actores sudando a chorros bajo sus abrigos, al borde de la deshidratación, y a algún pobre extra desmayado en el suelo y friéndose cual filete en sartén.

Según parece, la mayoría del público cree que la sexta temporada de Juego de Tronos ha sido la mejor hasta la fecha. Y a pesar de que no tengo mis estadísticas inventadas a mano, hay muchas razones para que esa sea la sensación general. No las voy a enumerar todas, porque, eh, hace calor; pero entre que ha habido más momentos emocionantes y grandes revelaciones que en ninguna otra temporada, y que el diseño de producción y la cinematografía han sido sobresalientes, se merece un aplauso. Si a Sapochnik no le dan un Emmy por la dirección de la batalla de los bastardos, es que ha habido tongo.

El último episodio desde luego es canela fina, en especial su hipnótico comienzo, que es diferente de todo lo que hemos visto hasta ahora; casi veinte minutos de metraje sin apenas diálogos y cargados de suspense en los que vamos saltando de un personaje a otro mientras suena una inquietante pieza de música clásica para piano (con cuerda, órgano, un coro de niños espeluznante y ni un solo banjo) hasta llegar a su explosivo clímax. El ritmo y el montaje son distintos a los habituales, y el espectáculo está a otro nivel. Es como un supersaiyano que hubiera superado los límites del supersaiyano. Es fantástico.

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En Desembarco del Rey

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Ha llegado el día del juicio. No del Juicio Final, porque aquí solo suenan campanas y no una gran trompeta anunciando el fin de los tiempos, sino del juicio de Cersei Lannister y Loras Tyrell, acusados por la Fe de los Siete de una lista de pecados demasiado larga para reproducirla aquí, pero que incluye exceder el límite permitido por el Departamento de Sanidad para el número de partes de rata en una vichyssoise.

Mientras el primo Lancel, sicario nº 1 del club de los gorrioncillos, conduce al recién rapado y tembloroso Loras al Gran Septo de Baelor, Cersei permanece en la Fortaleza Roja, y después de estrenar un vestido negro que parece sacado de una película de ciencia ficción de David Lync, se queda mirando hacia el septo desde la terraza. El Gorrino Supremo debería haber mandado a alguien a recogerla, pero supongo que ni siquiera sus acólitos más leales son tan tontos como para prestarse voluntarios a un ajuste quiropráctico de vértebras cervicales.

Los gatos también miran por la ventana cuando se aburren y no está su dueño para darle por saco.

El Gran Maestre Pycelle aplaza sus pagos al sector de servicios de acompañamiento y termina de acicalarse para ir al septo. De camino, una cría harapienta le pide que la siga con la excusa de que el rey Tommen quiere comentar con él la salida del Reino Unido de la Unión Europea, y el viejo no se mosquea ni medio segundo, pese a que jamás hemos visto a Tommen utilizar a los Irregulares de Baker Street como mensajeros. Me esperaba un poco más de suspicacia del hombre que consiguió engañar al doctor Jones.

Ajeno a estos acontecimientos, un ojeroso Tommen, al que sin duda le ha pasado factura la salida de Pokémon GO, se dispone a abandonar su dormitorio cuando Frankengregor le bloquea el paso. Si esto fuera una producción de John Hughes, el chaval se deslizaría por el suelo para pasar entre las piernas del gigante, pero lo único que esta serie tiene en común con las películas de John Hughes es que en ambas salen pelirrojas.

100% más efectivo que un cartel de "PROHIBIDO EL PASO".

El Gran Septo de Baelor está de bote en bote. Aparte de varias decenas de figurantes en busca de su segundo de gloria televisiva, también vemos a Kevan Lannister, Mace Tyrell, su hija Margaery, Wally de Busca a Wally, el mago Barbablanca, el perro Woof…

El juicio da comienzo a la hora prevista, y Loras, arrodillado ante el Gorrino Supremo, suelta un discurso que trae claramente ensayado, admitiendo su culpabilidad, renunciando a sus títulos, cantando Mercy de U2 y uniéndose al Club de los Siete.

A Mace se le erizan los pelos del bigote cuando a su hijo le ponen la calcomanía de la Estrella de Siete Puntas en el frontispicio, pero Margaery evita que haga una tontería. Lo primero y más importante es sacar a su hermano de allí para que pueda protagonizar la serie de Puño de Hierro en Netflix. El universo Marvel cinematográfico necesita a Danny Rand.

-Tú tranquilum et reposatum. ¿Algún pecadillo?

Como Cersei aún no ha se ha presentado ni parece que tenga la intención de presentarse (de hecho, está a punto de pimplarse tranquilísimamente un crianza del Bierzo mientras sigue mirando por la terraza), el Gorrino Supremo manda a Lancel a buscarla.

Obediente, el primo Lancel hace una señal a otros dos gorriones para que le acompañen. Teniendo en cuenta que la última vez que fueron a buscar a Cersei eran nueve o diez y les fue como les fue, diría que la planificación no es uno de los puntos fuertes del muchacho.

-Oído, cocina. Procuraré no caer en una trampa muy obvia.

Entre tanto, Pycelle, que tampoco es que pueda andar muy deprisa con ese par de piernas de pollo nonagenarias que tiene, llega al laboratorio de Qyburn, que estaba esperándole medio oculto en una esquina para provocarle el mayor desasosiego posible.

"No os deseo ningún mal", miente el nigromante. "Pero, por otro lado, alguien tiene que comprobar si de verdad estos cuchillos de la Teletienda cortan tan limpiamente y sin esfuerzo como dice el anuncio".

Un corrillo de pajaritos, que dan más canguele que los niños del pueblo de los malditos, rodean al Gran Maestre y lo cosen a puñaladas.

-Conocemos todos vuestros secretos.

-Meh. He sufrido muertes peores...

En las escaleras del septo, Lancel ve a un crío escurriéndose muy sospechosamente por una puerta y, como poca gente puede presumir de tener sentido común en este episodio, decide seguirlo mientras sus compañeros le esperan.

La persecución lleva a Lancel hasta el nivel 1-2 del Super Mario Bros., donde pierde de vista al crío de las narices hasta que reaparece de pronto a su espalda y le clava un cuchillo por encima de la rabadilla, convirtiendo al acólito favorito de los gorriones en una lombriz reumática.

Desde su nueva posición privilegiada para recoger monedas del suelo, Lancel ve un charco de moco verde fluorescente sobre el que hay tres velas encendidas consumiéndose a ritmo dramático. Es fuego valyrio, y a lo largo del pasadizo subterráneo hay docenas de barriles llenos de él, los mismos que vimos fugazmente en una de las visiones de Bran Stark.

"¡Santo secreto de los mocos verdes!", dice Lancel, arrastrándose muy lentamente hacia las velas.

Para velas las que va a tener que poner al santoral para llegar a tiempo.

El sentido arácnido de Margaery le dice que Cersei se la ha jugado a todos y apremia al Gorrino Supremo para que ordene evacuar el septo al grito de "¡No es un simulacro!", pero la arrogancia es superior a él y se niega en redondo. Total, ¿qué es lo peor que Cersei podría hacerles?, ¿echarles su aliento a vino en la cara? ¡Ja!

Margaery intenta escabullirse con su hermano Loras hacia las salidas de incendios, y el resto de asistentes les siguen como borregos. Fieles a su líder, los matones de la Fe Militante les impiden abandonar el lugar.

Me da en la nariz que ya nunca sabremos cuál era el plan de Margaery para restaurar su status quo. Y es una lástima, porque tenía la esperanza de que hubiera contratado a un grupo de mercenarias liderado por Cynthia Rothrock para expulsar a los gorriones de la ciudad.

Quizá debería haber llamado al Equipo-A.

Bajo el septo, Lancel sigue sin sentir las piernas, pero está tan cerca de las velas que casi podría apagarlas de un soplido y salvar a todos de una muerte flamígera.

Por desgracia, estar a punto de conseguir algo no es lo mismo que conseguirlo. Esta es una lección que aprendí después de haber desperdiciado dos horas de mi vida intentando vencer a Necalli con M. Bison en la dificultad extra del modo historia del Street Fighter V.

Y entonces… bum.

-¿Bum?

Bum.

Si no se hubiera convertido en un montoncito de cenizas humeantes, supongo que Lancel se arrepentiría de no haber intentado apagar las velas a escupitajos. El Capitán Salivazo nunca está cerca cuando se le necesita.

Desde la ventana de su dormitorio, Cersei contempla los fuegos artificiales con una sonrisa de oreja a oreja y brinda por su éxito.

Chinchín. Ahora ya es una villana Disney hecha y derecha.

Nada le alegra a uno el día como ver volar por los aires un monumento histórico lleno de enemigos.

Cumplido el objetivo principal, Frankengregor abandona su puesto de canguro.

Poco después, un mensajero comunica a Tommen que su esposa Margaery está más muerta que la momia de Nefertiti. Aunque podrían recoger todo lo que queda de ella con una escoba, al parecer el chaval pensaba que había alguna posibilidad de que hubiera sobrevivido a la gran explosión de llamas inextinguibles que no ha dejado piedra sobre piedra.

El joven rey, de nuevo a solas, se quita la corona y, sin más preámbulos, se tira por la ventana. Siete pisos y todos para abajo. Y no lleva capa.

Permitidme que utilice un poco de humor británico para minimizar los efectos de la muerte de Tommen.

Más tarde, en las mazmorras de la Fortaleza Roja, Cersei tortura a la septa Unella, dándose el gustazo de confesarle todos sus crímenes mientras le derrama una jarra de vino en la cara. Incluso le cuenta lo de aquella vez que llevo una vomitona escondida al cine y la tiró desde el gallinero; a la gente empezó a darle asco y se vomitaron unos a otros. Fue horrible.

La cuestión es: ¿Por qué no estaba la septa con el Gorrino Supremo y el resto de los gorriones en el septo? ¿La había secuestrado Cersei antes del juicio, o es que la hora del juicio coincidía con la de su programa de televisión favorito y no quiso ir? Supongo que, en el gran esquema de las cosas, no importa un pimiento.

Una jarra de vino al día es beneficiosa para la salud... del que no se la bebe.

"Estoy lista para ir con los dioses", dice la septa, demostrando una capacidad asombrosa para asimilar la situación.

"¿Hoy? ¡Ja! ¡Esa sí que es buena!", se ríe Cersei. "¿Te acuerdas que prometí matarte la última?".

"No, recuerdo que dijisteis que vuestra cara sería lo último que vería al morir. Y ahora mismo creo que estáis intentando colar una referencia muy forzada a la película Commando".

"Es la película favorita de Ser Gregor".

Frankengregor entra en la celda y se quita el casco, dejándonos ver un atisbo de su cara putrefacta.

"Este es tu dios ahora", dice Cersei, y deja a la septa a solas con el cariñoso guardaespaldas.

Tres horas después, Cersei regresa y se encuentra a Frankengregor extenuado y a la septa Unella con una sonrisa de oreja a oreja fumándose un cigarrillo.

Al enterarse de que a su hijo han tenido que despegarlo del suelo con espátula, Cersei pone cara compungida, pero ya no le quedan lágrimas por derramar. Tampoco es que me sorprenda. Desde que Joffrey se atragantó con una tarta de moras, la profecía de Maggy la Rana se ha cumplido a pies juntillas, así que ella misma se lo tenía que ver venir.

"Incineradlo y enterrad sus cenizas donde estuvo el septo", ordena Cersei a Qyburn.

"Como deséis, alteza", dice el nigromante.

"¿Tenéis algo más que decirme?".

"El gato de vuestro hijo, Ser Garras… también se ha suicidado. Se colgó de una viga con su collar antipulgas".

"Incineradlo y erigid una estatua gigante en su honor. Es lo que Tommen hubiera querido".

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En Los Gemelos

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Los Frey y los Lannister celebran la conquista de Aguasdulces en el salón de banquetes, donde aún están intentando quitar las manchas de sangre de la Boda Roja con detergente y amoniaco. ¿Es eso que hay bajo la mesa un trozo de feto?

A Ser Bronn del Aguasnegras le joroba que Jaime Lannister atraiga la mirada de todas las sirvientas con su sex-appeal de hombre maduro y atractivo y, en especial, la de una muy mona a la que nunca habíamos visto antes y a la que llamaremos, por aquello de la economía del lenguaje, Arya de Incógnito. El mercenario se consuela marchándose con dos criadas que quizá conozcan la etapa de su vida en la que fue un cantante medio famoso con varios discos de platino.

-¡Yo también era *hip* guapo en mis tiempos! ¡Y ligaba mucho *hip* más que ese idiota de Robson!

Inmediatamente, Walder Frey ocupa el asiento de Bronn y le dice a Jaime que ha devuelto a Edmure Tully a su celda.

"No puedo matar a mi yerno, daría mal nombre a la familia", le explica. "¿Lo pilláis? Mal nombre. ¡Los Frey! ¡Jeejeejeejee!".

El anciano se pavonea de la gran victoria que han conseguido y se plantea si él mismo no debería hacerse llamar Matarreyes.

"Sabemos lo que es que la gente se arrastre ante nosotros y que se burle cuando le das la espalda. No nos importa, ¿verdad?", dice Walder. "Anda, vamos a hacernos un selfie".

Jaime no pondría más cara de asco si estuviera limpiando restos de comida del colador del fregadero y se marcha repugnado de que Walder Frey se compare con él, aunque no sin antes poner en duda que necesite a los Frey para algo que no sea ayudarle a mostrar al espectador lo complejo y tridimensional que es su personaje. Tiene tantos grises...

Spoiler: Jaime no quiere acabar como Walder Frey.

Algunos días después de los festejos (o al menos eso dice la sinopsis oficial, porque yo no tengo ni idea de cómo medir el paso del tiempo en esta serie), Walder Frey se prepara para cenar en su salón.

Arya de Incógnito le trae un pastel de carne, y Walder se lo agradece dándole un firme apretón en el trasero, creando un ambiente de trabajo cómodo, eficiente y respetuoso. Luego, como no le gusta cenar solo, pregunta dónde porras se han metido sus hijos Walder el Negro y Lothar, los dos gañanes que asediaron Aguasdulces.

"Ya están aquí, mi señor", dice Arya de Incógnito, señalando el pastel de carne.

"Esto es un pastel", dice Walder. "Yo quiero ver a mis hijos".

"Tus hijos son el pastel de carne", dice Arya de Incógnito.

"¡¿Mis hijos se han convertido en un pastel?! ¡¿Qué clase de brujería es esta?!".

"¡No! ¡Yo he matado a tus hijos y he hecho un pastel con ellos!", grita Arya de Incógnito exasperada, quitándose la máscara y revelando que en realidad es... ¡Arya Stark! "¿No ves ese dedo de ahí?".

"¡Qué asco! ¡Hay un dedo en mi pastel!", exclama Walder. "¡Exijo ver al cocinero!".

Muy comprensiblemente, Arya corta la garganta al señor de Los Gemelos y disfruta de cada segundo.

Mejor que el sexo adolescente e igual de duradero.

Supongo que esto quiere decir que Arya no solo ha regresado a Poniente en cuestión de un episodio, sino que ha conseguido hacerse con una cara nueva y asesinar, trinchar, picar y cocinar a dos hombres en un castillo atestado de gente (excepto cuando alguien conspira contra el señor de la casa) sin que se entere ni Perry.

Sin duda, como asesina ninja, Arya está cada vez más cerca del Michael Dudikoff de El guerrero americano que de los protagonistas de Tres pequeños ninja.

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En la Ciudadela

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Samwell Tarly, Elí y su bebé llegan a Antigua, la ciudad más antigua de Poniente, y se dirigen sin dilación a la Ciudadela, lugar de formación de los maestres. ¡No se olviden de visitar nuestra tienda de souvenirs!

En el vestíbulo de la Ciudadela, sorprendentemente encuentran a un funcionario trabajando. No le pillan desayunando, ni a la hora del bocadillo y tampoco está en uno de sus días moscosos ni de vacaciones. Eso sí, para mantener el equilibrio universal, el hombre les atiende con la misma desgana y mala cara que cabe esperar de cualquier profesional del sector público.

Sam le entrega la carta que escribió Jon solicitando que le formen como maestre para que pueda cubrir la vacante del Castillo Negro. El funcionario considera muy irregular que no se les haya informado de los fallecimientos de Jeor Mormont y del maestre Aemon, pero permite a Sam pasar para que vea al Archimaestre y la trama pueda seguir avanzando hacia la siguiente temporada.

-Vayan a la ventanilla uno por el pasillo de la izquierda, la última puerta a la derecha.

Mientras hacen el casting para cubrir el papel de Archimaestre, Sam espera en la monumental biblioteca de la Ciudadela, que es el sueño de cualquier aficionado a la lectura y de millones de ácaros con familia numerosa.

Sam no cabe en sí de gozo y le cuesta reprimir las ganas de corretear entre las estanterías dando brincos, delirante de felicidad. Es como ver a Homer Simpson en el País del Chocolate, pero sin chocolate ni música de Alf Clausen.

El Gran Archivo. Dark Souls III.

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En Invernalia

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Con Jon Nieve en el papel de juez imparcial, Davos Seaworth acusa a Melisandre de haber convertido en un churrasco a la princesa Shireen y pide para ella la silla eléctrica o, en su defecto, la inyección letal. Su única prueba: un ciervo de madera medio quemado. Circunstancial, en el mejor de los casos.

Por suerte para él, la acusada carece de una buena línea de defensa y admite su culpabilidad, aunque señala que la verdadera culpa la tienen sus padres, que las visten con ropa altamente inflamable.

Jon decide exiliar a la sacerdotisa y le dice que no vuelva nunca o se verá obligado a ahorcarla por mucho que las imágenes de su bata abierta sean recurrentes en sus sueños. Melisandre acepta el veredicto y se marcha, pero no sin antes advertirles que la necesitarán en la gran guerra que está por llegar.

"Os dejaría mi número de teléfono, pero no tengo".

"OKEY", dice Jon.

-La próxima vez contratad a Phoenix Wright. Al menos nos reiremos.

Más tarde, en las almenas de la fortaleza, Jon le dice a Sansa que le están preparando la habitación de sus padres, lo que supongo que quiere decir que están quitando los muebles forrados de piel humana que trajo Ramsay Bolton de Fuerte Terror y sustituyéndolos por muebles de Ikea. Jon dice que ella se merece dormir en ese cuarto más que él porque el mérito de la victoria contra los Bolton es todo suyo. Al César lo que es del César, alea jacta est, quo vadis y todo eso.

Tanto Jon, como Sansa son conscientes de que la ayuda de los caballeros del Valle fue crucial en la batalla, pero concuerdan en que solo un necio, un auténtico imbécil, un mamarracho sin dos dedos de frente confiaría en Meñique.

-¡Oye! Espero que eso no vaya con segundas.

"Debemos confiar mutuamente", dice Jon. "Tenemos que ser como los Gemelos Fantásticos, pero sin superpoderes ni su estúpido mono azul".

Cambiando de tema, Sansa dice que ha llegado un cuervo blanco de la Ciudadela, lo que significa que llegó el invierno. Jon da un sorbo de una taza de café en la que pone "Winter is coming" y hace un chiste a costa de Ned Stark que es de muy mal gusto.

-No puedo creerlo... El verano ha terminado. ¿A dónde ha ido?
-Los veranos siempre pasan volando. Los inviernos caminan.

En el bosque de los dioses, donde Ned Stark solía salir a pensar cuando tenía que tomar alguna decisión difícil (por ejemplo, qué camisa ponerse al día siguiente, o si desayunar café y tostada, o zumo y leche con cereales), Meñique se reúne con Sansa y le dice que todo lo que ha hecho ha sido para convertir en realidad una imagen que tiene metida entre ceja y ceja: la de él en el Trono de Hierro con ella a su lado.

Sansa le da largas educadamente:

"No soy gay, pero lo intentaré".

Como de costumbre, Meñique no puede dejarlo estar y le recuerda que ella es la hija legítima de Ned y Catelyn, y que el norte debería apoyarla a ella y no a Jon.

Quien haya hecho esto es un artista.

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En Dorne

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Olenna Tyrell, vestida de luto, se reúne en los Jardines del Agua con Ellaria y las Serpientes de Arena, a las que no veíamos desde el primer episodio de la temporada y que tenía la esperanza de que no volviéramos a ver hasta la séptima. Lo mismo podría haber deseado que George R.R. Martin terminase de escribir Vientos de invierno antes del verano.

"Los Lannister han declarado la guerra a Dorne", dice Ellaria. "Nuestras casas deben convertirse en un adosado si quieren sobrevivir".

PRECAUCIÓN: La mediocridad dorniense es contagiosa.

Pero la Reina de las Espinas no quiere sobrevivir, sino vengarse de Cersei por arruinar el futuro de su familia. Se nota que es muy fan de Charles Bronson.

"Capisco", dice Ellaria, y hace sonar una campanilla.

Al minuto, aparece un camarero del barrio de Triana con una bandeja.

"Bueno' día', zeñora'. ¿Le' puedo zuherí una' cocreta' de gamba' i azafrá i uno' rollito' de beicon relleno' de crema de quezo?"

"¡No! Se supone que esta es la campanilla para llamar al eunuco, no al servicio", protesta Ellaria.

Varys entra en escena.

"Me niego a acudir a la llamada de una campanilla. Es ofensivo", dice.

¿Por qué siempre se viste con cortinas viejas?

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En Meeren

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Hay muchas formas de terminar una relación. Con honestidad, a gritos, arrojando platos, huyendo como polizón de una expedición a la Antártida… Daenerys corta con Daario Naharis prohibiéndole venir con ella a Poniente y recordándole que la mejor forma de forjar alianzas es el matrimonio, y, seamos sinceros, ¿quién querría casarse con ella si en todas las fotos de su perfil de eDarling apareciese con un bomboncito de culo prieto?

"¡Pero yo os quiero como la trucha al trucho!", lloriquea Daario, perdiendo la poca virilidad mercenaria que le quedaba.

"Eso es muy bonito. ¿Me ayudas a hacer las maletas?".

No contenta con haberle amargado el día, Dany también ordena a Daario que, durante su ausencia, cuide de la gran pirámide y la Bahía de los Dragones, antes conocida como Bahía de los Esclavos, ahora principal destino turístico de Essos por sus playas vírgenes de aguas cristalinas. Puede que de vez en cuando llegue un cadáver carbonizado a la costa, pero al menos no hay medusas.

"Los números de emergencia están pegados al frigorífico, pero procura no liarla, ¿vale?".

-Citando al ilustre Tommy Wiseau: "You're tearing me apart, Lisa!".

En el salón del trono, Tyrion pregunta a Dany cómo se ha tomado Daario la ruptura, y ella le dice que al menos no ha hecho pucheros.

En un vano intento por consolarla, el Gnomo le dice que estos sacrificios son lo que distinguen a un buen rey de un mal rey. ¿Sabéis lo que distingue también a un buen rey? Saber hasta qué punto puede presionar al pueblo antes de que decida que quizá sería conveniente cortar la cabeza al tipo de la corona y proclamar una república.

Dany le dice que lo raro es que no ha sentido nada al dar calabazas a su amante bandido y que lo único que siente ahora es impaciencia por conquistar Poniente y ver la nueva película de Cazafantasmas. ¡Paciencia la que hemos tenido nosotros desde hace años, cansina!

En un segundo intento por animarla, Tyrion le dice que él es cínico desde que tiene recuerdo y que no cree en nada ni nadie, salvo en ella. Y, qué casualidad, ella también cree en él, así que le coloca un pin en la solapa.

"Tyrion Lannister, os nombro Mano de la Reina".

"Aquí pone: 'AC/DC FOR THOSE ABOUT TO ROCK'".

"Es provisional".

"¡No, si me gusta!".

-Por cierto, estoy hablando con algunos bancos para que nos patrocinen. Quizá también tengáis que llevar una o dos pegatinas a la espalda.

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En el Bosque Encantado

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En el bosquecillo de arcianos que hay al norte del Muro, donde los cadetes del Castillo Negro prestan juramento para convertirse en guardias de la noche hechos y derechos, Benjen Stark se despide de su sobrino Bran y de Meera.

Desafortunadamente, tito Manosfrías no puede cruzar al otro lado del Muro, porque sus paredes están protegidas por antiguos hechizos antizombi; pero les asegura que continuará combatiendo por la paz, la justicia y el modo de vida americano a este lado del Muro.

"Adiós, tío Benjen", se despide Bran con menos rintintín del que yo hubiera empleado si fuera paralítico y mi tío se largase con el único caballo que hay después de dejarme tirado a casi cinco kilómetros del lugar donde podría haberme dejado.

-¡Hasta nunca, pringados!

Bran aprovecha este respiro para abrazarse a un arciano, porque le encanta la naturaleza, y utiliza sus poderes verdevidentes para regresar a la Torre de la Alegría. Esta vez, en lugar de provocarnos un coitus interruptus, Bran sigue a su padre al interior de la torre.

¡Por fin nos revelaremos a los jedi! ¡Por fin se revelará uno de los grandes misterios de la saga!

Dentro de la torre, el joven Ned encuentra a su hermana Lyanna en la cama. Las sábanas están empapadas de sudor y sangre, y la mujer está hecha un estropajo. Acostumbrado como estoy a los partos sin sangre ni flujos mucosos de Padres forzosos, el panorama solo me parecería más desolador si, en lugar de encontrarla medio muerta tras el parto, ella estuviera viendo una película romántica de Jennifer Lopez con una caja de pañuelos en el regazo y una tarrina gigante de Häagen-Dazs en las manos.

-Lyanna, ¿es que no has oído hablar de la epidural?

Antes de palmar y dejar a Ned con la cara larga de Sean Bean para el resto de su vida, Lyanna se pone melodramática y le susurra unas palabras a su hermano al oído:

"Si Robert se entera, lo matará… Ahora ya lo sabes… Debes protegerlo… Prométemelo, Ned… Hail Hydra… Prométemelo".

Una sirvienta pone un bebé en los brazos de Ned. Los ojos del recién nacido son marrones, como los de…

-¡Tú no mami!

… casi todo el mundo, a decir verdad. Pero son los ojos de Jon. ¡Jon es el hijo de Lyanna Stark! Y aunque a Lyanna le da por hablar muy bajo cuando se trata de revelar elementos esenciales de la trama, todo apunta a que el padre es Rhaegar Targaryen. O tal vez Papuchi.

Se destapa así uno de los grandes misterios de la saga, y lo hace antes de que su autor lo haya confirmado en las novelas. Vergüenza, Martin. Vergüenza.

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En Invernalia

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En el gran salón, Jon y Sansa reciben a los señores norteños. Ahora que llegó el invierno, todos están deseando volver a casa para tomar chocolate caliente con churros delante de sus chimeneas, pero Jon les dice que la serie aún no ha terminado. Quedan otras dos temporadas y aún tienen que luchar contra los caminantes blancos y su ejército de personas muertas ligeramente desaseadas.

A nadie parece entusiasmarle la idea y no muchos terminan de creérsela. Lyanna Mormont interviene y reprende al resto de señores por no haber acudido a la leva. Luego añade que su casa no reconoce a otro rey que el Rey en el Norte, cuyo apellido es Stark.

"Me da igual que sea un bastardo", dice la cría. "Es mi rey, desde este día, hasta su último día".

Y sabiendo que Jon puede resucitar, ese último día podría ser nunca. ¡Contratos de trabajo permanente para todos!

La jefa controla.

El discurso de la señora de la Casa Mormont es inspirador, y Wyman Manderly es el primero en reconocer que metió la pata al no participar en la batalla de los bastardos. Hincando la rodilla, bautiza a Jon el "Lobo Blanco", vengador de la Boda Roja.

El público enloquece y todos le proclaman Rey en el Norte por unanimidad. A Jon, me refiero, no a Wyman Manderly, aunque esta vuelta de tuerca hubiera destruido internet.

Sansa sonríe a su hermano, compartiendo con él este momento de triunfo; pero en cuanto Jon se vuelve hacia su nuevo grupo de fans, su sonrisa desaparece y dirige una mirada indescifrable a Meñique, dando pie a todo tipo de siniestras elucubraciones.

-¿Has oído, Sansa? El Lobo Blanco. ¿Mola o qué?

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En Desembarco del Rey

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Al regresar a Desembarco del Rey, Jaime y Bronn notan el lugar un poco cambiado.

"Hmmm… No recuerdo que ahí hubiera un agujero gigante echando humo", comenta Jaime, mirando hacia donde antes se levantaba el Gran Septo de Baelor.

Preocupado, el Matarreyes apremia a su caballo, parando solo para comprar un perrito caliente de aspecto sospechoso a un vendedor ambulante, y llega al salón del trono justo a tiempo de ver la coronación de Cersei.

Cuando su hermana se sienta en el Trono de Hierro, nadie aplaude porque el tipo que sostenía el cartel de aplausos se ha cogido el día libre.

♪ Calleros del Zodíaco, cuando lanzan sus ataques... ♪

Al cruzarse sus miradas, Jaime pone la misma expresión que perfeccionó Joey Tribbiani para disimular que estaba intentando recordar sus líneas de diálogo.

La sinopsis oficial no ofrece ninguna pista sobre qué está pasando por la cabeza de Jaime en este momento, pero muchos seguidores de la serie apuestan a que este el instante exacto en que se da cuenta de que su hermana es un mal bicho al que hay que echar "fusfús".

¿Será Jaime el valonqar de la profecía? [Escribir opinión tan pronto como esta teoría se confirme, dándomelas de listo] Recordad que lo leísteis aquí primero.

El truco está en aparentar que estás oliendo un pedo.

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En el Mar del Verano

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Más de mil naves surcan el mar, sus emblemas ondeando al viento: el dragón tricéfalo de los Targaryen, la rosa de los Tyrell, el sol atravesado por una lanza de los Martell, el calamar al ajillo de los Greyjoy y el logotipo del Banco de Hierro, patrocinador oficial de la vuelta a Poniente.

Donald, José Carioca y Pancho Pistolas Drogon, Rhaegal y Viserion vuelan sobre la formidable flota de Daenerys sin comerse a nadie ni provocar incendios; toda una mejora en su comportamiento que debemos agradecer al curso de adiestramiento para dragones de la escuela Horrendo Abadejo (bono de 10 sesiones por 150 venados de plata).

"Cua-cua", dijo el dragón.

Dany y su dream team (excluidos Jorah y Daario) miran hacia el horizonte con ambición, esperanza y anhelo de Biodramina®, y gran parte del público se pregunta cómo ha llegado Varys hasta aquí tan rápido, cuando no hace ni tres escenas que lo vimos de cháchara en Dorne, a más de 3.000 kilómetros de distancia.

La respuesta, obviamente, es que Varys es un mago.

Se les van a quedar las corneas más secas que las alpargatas de un beduino.

Fin de la sexta temporada.

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