A la vista de los emails que recibo, sobre todo desde que anuncié el especial de Star Wars hace algunas semanas, sé que más de uno estaba esperando que escribiese sobre La amenaza fantasma. Imagino que esto lo decís por lo fácil que es ensañarse con esta película. Sin embargo, mientras que para algunos La amenaza fantasma supuso el principio del fin de la que fue una gran saga cinematográfica o incluso una violación de su infancia (¡número 1 en el top 10 de expresiones estúpidas de internet desde 1999!), lo cierto es que para la mayoría solo fue otro estreno más.
A los segundos les doy mi enhorabuena por ser normales. A los primeros me permito recordarles que cuando el Episodio I se estrenó en el cine, la respuesta por parte del público fue muy positiva y que, de las dos trilogías, es la película que más dinero ha recaudado. Esto no significa ni mucho menos que sea buena, pero estábamos tan entusiasmados con la idea de una nueva película de Star Wars que ni siquiera nos planteamos que pudiera ser una tomadura de pelo. Las expectativas eran demasiado altas y se estrellaron como Oro 5 en el ataque a la primera Estrella de la Muerte.
Lo que ninguno sabíamos en 1999 es que "dirigida y escrita por George Lucas" era una de las frases más aterradoras que podíamos haber leído. La pasión que tenía Lucas cuando dirigió La guerra de las galaxias a mediados de los setenta, driblando a los grandes estudios de Hollywood y enfrentándose a un rodaje agotador para sacar adelante una película que poco tenía que ver con su visión original, no era la misma pasión que la del cincuentón al timón de una franquicia multimillonaria acomodado en un rancho de tres mil hectáreas que dirigió La amenaza fantasma veinte años después.
En la década de 1990, toda la integridad artística que había demostrado Lucas con THX 1138, American Graffiti y La guerra de las galaxias se había esfumado y dejado hueco a una habilidad portentosa para exprimir hasta el último centavo de la trilogía que le hizo famoso. Y es que, aunque Lucas lleve toda una vida sin valer un pimiento como cineasta, como hombre de negocios hay pocos que estén a su altura.
Yo tenía quince años cuando vi La amenaza fantasma por primera vez. Estaba de vacaciones en Estados Unidos con mis padres y la película aún no se había estrenado en España. Me sentía privilegiado por verla antes (ya veis qué estupidez) y recuerdo haber salido de la sala con una extraña mezcla de emoción y confusión; emoción porque era Star Wars, y confusión porque no me había enterado de la misa la media, lo cual, en retrospectiva, me parece que fue para mejor.
Al día siguiente fuimos a una tienda de juguetes y, entre mi hermano y yo, arramblamos con todos los muñecos de Star Wars que conseguimos convencer a nuestros padres de que nos comprasen, incluyendo un Jabba de Hutt que vomitaba Blandi Blub. Estábamos entusiasmados y dispuestos a dejarnos arrastrar por la ola de fanatismo ignorante previo al odio bilioso que brotaría de las entrañas de internet.
Odio bilioso de internet. Representación gráfica. |
Ahora, pudiendo analizar la película con más calma y mejor criterio, todo lo bueno que veo en La amenaza fantasma lo puedo resumir en un par de líneas: el póster dibujado por Drew Struzan, el diseño de producción, los monstruos marinos gigantes, la carrera de vainas, el último duelo de espadas láser al son del Duel of the Fates, y el resto de la banda sonora de John Williams. Para hablar de lo malo necesitaré unas 25.000 palabras a modo de recapitulación, así que será mejor que empiece ya.
El primer problema lo encontramos nada más empezar la película, con en el famoso opening crawl. Cualquiera que lo lea debería interpretarlo como una advertencia de todo lo malo que está por venir.
Esta es mi versión del guión con acotaciones para George Lucas:
Imaginaos por un momento que yo hubiera sido el productor de la película y George Lucas me hubiera enviado el guión para que le echase un vistazo. Evidentemente no me hubiera pedido que lo revisase a fondo, porque, incluso en esta hipótesis, él sería el genio que inventó Star Wars, y yo solo un tipo con mucho dinero con ganas de hacer todavía más dinero. El caso es que antes de leer más allá del opening crawl, yo ya habría llamado a George por teléfono, para decirle que es un bromista de cuidado, que me duelen las costillas de tanto reírme y que me mande el guión de verdad. Y luego, después de una larga e incómoda conversación, habría bajado a la farmacia a por tres cajas de Nervocalm®.
Basta con comparar el opening crawl de La amenaza fantasma con el de La guerra de las galaxias para saber que algo falla.
¿Qué información recibimos en La guerra de las galaxias nada más empezar la película? Primero nos dicen que hay una guerra civil y que los rebeldes han conseguido robar los planos del arma definitiva del malvado Imperio galáctico, la Estrella de la Muerte, que puede destruir planetas enteros. Después continúan con que la princesa Leia custodia estos planes y que está huyendo de los agentes imperiales para ponerlos a buen recaudo y salvar la galaxia. En resumen: hay buenos y malos, una amenaza mortal y un objetivo encomiable. Aplaudiría si no tuviera las manos ocupadas escribiendo.
¿Qué tenemos en La amenaza fantasma? Una imprecisa disputa comercial entre la Federación de Comercio y la República Galáctica, dos caballeros Jedi a los que han enviado a resolver la citada disputa y una miríada de preguntas. ¿Por qué está la República "sumida en el caos"? ¿Qué ocurre si la Federación de Comercio consigue lo que sea que pretende conseguir? ¿En qué consiste exactamente la misión de los dos caballeros Jedi? ¿Y por qué ya no me quedan calzoncillos limpios? Solo una de esas preguntas tiene una respuesta clara. No sabemos un pimiento.
Y cuando aún no hemos superado nuestra confusión, comienza la película.
Un pequeño crucero estelar llega a la órbita del planeta Naboo, sitiado por las gigantescas rosquillas estelares de la Federación de Comercio. En él viajan dos caballeros Jedi de incógnito. Y por "incógnito" quiero decir con las inconfundibles túnicas de la Orden Jedi, que compran al 10% de descuento en los almacenes Je'daii Robes.
La capitana del crucero anuncia su llegada al líder de la Federación, el virrey neimoidiano Nute Gunray, un tipo con cara de sapo descompuesto que habla con acento ruso (o tailandés en la versión original) y que, si no fuera por la reina Amidala, llevaría el gorro más ridículo de la historia de la saga. ¿Por qué el máximo cargo de una agrupación comercial tiene el título de virrey cuando ni siquiera hay un rey? Supongo que porque "presidente de la Federación de Comercio" suena menos galáctico. O puede que George Lucas se olvidase de consultar el significado de "virrey" en el diccionario
Nute Gunray dice que recibirá a los embajadores del canciller supremo con "sumo placer" porque, y cito textualmente, "saben que nuestro bloqueo es perfectamente legal", lo que suena tan creíble como los cuentos del viejo Obi-Wan Kenobi sobre el gran héroe que fue Anakin Skywalker.
El crucero estelar de los Jedi aterriza en el hangar de la rosquilla insignia de la Federación, atrayendo la atención de varios droides y cazas de combate inteligentes. Podrían estar preparándose para un desfile, pero como no es el día de las Fuerzas Droides Armadas, apuesto a que están preparando una invasión. Si fuera los Jedi, yo empezaría a mosquearme.
TC-14, una droide de protocolo plateada de la serie 3PO, recibe a los embajadores y los conduce a una sala de reuniones. Tratándose de un trozo de hojalata con patas, sé que parece irrelevante, pero si el droide tiene programación femenina, como es el caso, creo que lo más lógico por parte del fabricante sería haberle dado también figura femenina. Lucas incluso podría haber aprovechado para homenajear a María, la robota del gran clásico de Fritz Lang en la que se inspiró el diseño original de C-3PO de Ralph McQuarrie. Pero, claro, entonces Hasbro hubiera tenido que invertir dinero en un nuevo molde para el correspondiente muñeco en lugar de darle una nueva capa de pintura a figuras desechadas de C-3PO. Me lo tomaré como un brindis al feminismo.
Por otro lado, me sorprende que los modelos de la serie 3PO existieran mucho antes de La guerra de las galaxias y que no hayan cambiado absolutamente nada en todo ese tiempo. ¿Qué clase de fabricante mantiene el mismo modelo más de tres décadas en el mercado? Es como si Nintendo aún siguiera vendiendo la NES con el Power Glove en lugar de la Wii U.
Tan pronto como se quedan solos, los Jedi se vuelven hacia la cámara y se desprenden de sus capuchas, revelando los rostros de Qui-Gon Jinn, maestro Jedi, y Obi-Wan Kenobi, su no-tan-joven padawan o aprendiz. El primero tiene pinta de hippie fumeta que añora los tiempos de Woodstock, y el segundo, de yonki reformado que antes veía bebés gateando por el techo.
Antes de estrenarse la película, muchos pensábamos que el joven Obi-Wan sería el protagonista de las precuelas y la idea nos entusiasmaba. Tenía perfecto sentido convertirlo en el personaje central de una nueva trilogía que, presumiblemente, acabaría con la trágica caída de su pupilo en el reverso sadomasoquista de la Fuerza. Por desgracia, a diferencia de la trilogía original, donde Luke era el hilo conductor de la trama y el personaje con el que el espectador podía identificarse en esta muy lejana galaxia, las precuelas no tienen protagonista alguno, y Obi-Wan es solo un personaje más que se pasa la mayor parte de La amenaza fantasma apoltronado en una silla pensando en las musarañas espaciales.
El primer problema lo encontramos nada más empezar la película, con en el famoso opening crawl. Cualquiera que lo lea debería interpretarlo como una advertencia de todo lo malo que está por venir.
Esta es mi versión del guión con acotaciones para George Lucas:
STAR WARS: EPISODIO I: LA AMENAZA FANTASMA
No sé si me convence el título, George. Sé lo que pretendes hacer, pero estamos en los noventa y ya nadie ve seriales de Flash Gordon y los que los vieron tienen cerca de sesenta años y van al menos al cine. No voy a hacer un problema de esto, pero dale una vuelta, ¿vale?
"Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...".
Un vasto mar de estrellas sirve de fondo al TÍTULO PRINCIPAL, seguido de una PERSIANA, que trepa hacia el infinito.
"EPISODIO I LA AMENAZA FANTASMA"
"La República Galáctica está sumida en el caos. Los impuestos de las rutas comerciales a los sistemas estelares exteriores están en disputa. La primera frase me gusta, pero, ¿"impuestos de las rutas comerciales"? ¿De qué estamos hablando exactamente?, ¿de un desacuerdo comercial provocado por un incremento de las tarifas arancelarias? ¡Buf! ¿Has estado leyendo "Historia del análisis económico" de Schumpeter otra vez, George? ¿No sería más emocionante que la galaxia estuviese en guerra nada más empezar la película? ¡Esto es Star WARS!, no Star NEWS. Obi-Wan mencionaba las guerras clon en el Episodio VII, quizá es un concepto que podríamos recuperar.
Esperando resolver el asunto con un bloqueo de poderosas naves de guerra, la codiciosa Federación de Comercio ha detenido todos los envíos al pequeño planeta de Naboo. Naves de guerra, bien; Federación de Comercio, mal. Entiendo que los líderes de esta federación van a ser los villanos, así que habría que buscarles un nombre más amenazador. A ti se te dan bien estas cosas, George. ¿Recuerdas la Estrella de la Muerte? Es un nombre que no necesita explicaciones.
Por otro lado, no entiendo por qué una federación de comercio tiene naves de guerra, ni qué implicaciones tiene que haya detenido los envíos a Naboo. ¿Es que el planeta no puede autoabastecerse? ¿Por qué es un problema que no reciban más envíos? ¿Hay gente muriendo de hambre o estamos hablando simplemente de que si alguien compra un juego de sartenes espaciales en la holonet le va a llegar el pedido con retraso?
Mientras el Congreso de la República debate interminablemente esta alarmante cadena de acontecimientos, el Canciller Supremo ha enviado en secreto a dos Caballeros Jedi, guardianes de la paz y la justicia en la galaxia, para resolver el conflicto...". Los espectadores quieren distraerse, no leer palabras aburridas como "congreso" o "debate interminable". La parte de los Jedis me gusta, pero no me convence que su misión consista en resolver una disputa comercial. ¿Es que ahora los Jedi son expertos en ciencias empresariales y derecho? Me preocupa, George. Me preocupa.
"Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...".
Un vasto mar de estrellas sirve de fondo al TÍTULO PRINCIPAL, seguido de una PERSIANA, que trepa hacia el infinito.
"EPISODIO I LA AMENAZA FANTASMA"
"La República Galáctica está sumida en el caos. Los impuestos de las rutas comerciales a los sistemas estelares exteriores están en disputa. La primera frase me gusta, pero, ¿"impuestos de las rutas comerciales"? ¿De qué estamos hablando exactamente?, ¿de un desacuerdo comercial provocado por un incremento de las tarifas arancelarias? ¡Buf! ¿Has estado leyendo "Historia del análisis económico" de Schumpeter otra vez, George? ¿No sería más emocionante que la galaxia estuviese en guerra nada más empezar la película? ¡Esto es Star WARS!, no Star NEWS. Obi-Wan mencionaba las guerras clon en el Episodio VII, quizá es un concepto que podríamos recuperar.
Esperando resolver el asunto con un bloqueo de poderosas naves de guerra, la codiciosa Federación de Comercio ha detenido todos los envíos al pequeño planeta de Naboo. Naves de guerra, bien; Federación de Comercio, mal. Entiendo que los líderes de esta federación van a ser los villanos, así que habría que buscarles un nombre más amenazador. A ti se te dan bien estas cosas, George. ¿Recuerdas la Estrella de la Muerte? Es un nombre que no necesita explicaciones.
Por otro lado, no entiendo por qué una federación de comercio tiene naves de guerra, ni qué implicaciones tiene que haya detenido los envíos a Naboo. ¿Es que el planeta no puede autoabastecerse? ¿Por qué es un problema que no reciban más envíos? ¿Hay gente muriendo de hambre o estamos hablando simplemente de que si alguien compra un juego de sartenes espaciales en la holonet le va a llegar el pedido con retraso?
Mientras el Congreso de la República debate interminablemente esta alarmante cadena de acontecimientos, el Canciller Supremo ha enviado en secreto a dos Caballeros Jedi, guardianes de la paz y la justicia en la galaxia, para resolver el conflicto...". Los espectadores quieren distraerse, no leer palabras aburridas como "congreso" o "debate interminable". La parte de los Jedis me gusta, pero no me convence que su misión consista en resolver una disputa comercial. ¿Es que ahora los Jedi son expertos en ciencias empresariales y derecho? Me preocupa, George. Me preocupa.
Imaginaos por un momento que yo hubiera sido el productor de la película y George Lucas me hubiera enviado el guión para que le echase un vistazo. Evidentemente no me hubiera pedido que lo revisase a fondo, porque, incluso en esta hipótesis, él sería el genio que inventó Star Wars, y yo solo un tipo con mucho dinero con ganas de hacer todavía más dinero. El caso es que antes de leer más allá del opening crawl, yo ya habría llamado a George por teléfono, para decirle que es un bromista de cuidado, que me duelen las costillas de tanto reírme y que me mande el guión de verdad. Y luego, después de una larga e incómoda conversación, habría bajado a la farmacia a por tres cajas de Nervocalm®.
Basta con comparar el opening crawl de La amenaza fantasma con el de La guerra de las galaxias para saber que algo falla.
¿Qué información recibimos en La guerra de las galaxias nada más empezar la película? Primero nos dicen que hay una guerra civil y que los rebeldes han conseguido robar los planos del arma definitiva del malvado Imperio galáctico, la Estrella de la Muerte, que puede destruir planetas enteros. Después continúan con que la princesa Leia custodia estos planes y que está huyendo de los agentes imperiales para ponerlos a buen recaudo y salvar la galaxia. En resumen: hay buenos y malos, una amenaza mortal y un objetivo encomiable. Aplaudiría si no tuviera las manos ocupadas escribiendo.
¿Qué tenemos en La amenaza fantasma? Una imprecisa disputa comercial entre la Federación de Comercio y la República Galáctica, dos caballeros Jedi a los que han enviado a resolver la citada disputa y una miríada de preguntas. ¿Por qué está la República "sumida en el caos"? ¿Qué ocurre si la Federación de Comercio consigue lo que sea que pretende conseguir? ¿En qué consiste exactamente la misión de los dos caballeros Jedi? ¿Y por qué ya no me quedan calzoncillos limpios? Solo una de esas preguntas tiene una respuesta clara. No sabemos un pimiento.
Y cuando aún no hemos superado nuestra confusión, comienza la película.
Que la fanfarria de John Williams no os engañe. A partir de aquí, se acabó lo bueno. |
Un pequeño crucero estelar llega a la órbita del planeta Naboo, sitiado por las gigantescas rosquillas estelares de la Federación de Comercio. En él viajan dos caballeros Jedi de incógnito. Y por "incógnito" quiero decir con las inconfundibles túnicas de la Orden Jedi, que compran al 10% de descuento en los almacenes Je'daii Robes.
La capitana del crucero anuncia su llegada al líder de la Federación, el virrey neimoidiano Nute Gunray, un tipo con cara de sapo descompuesto que habla con acento ruso (o tailandés en la versión original) y que, si no fuera por la reina Amidala, llevaría el gorro más ridículo de la historia de la saga. ¿Por qué el máximo cargo de una agrupación comercial tiene el título de virrey cuando ni siquiera hay un rey? Supongo que porque "presidente de la Federación de Comercio" suena menos galáctico. O puede que George Lucas se olvidase de consultar el significado de "virrey" en el diccionario
Nute Gunray dice que recibirá a los embajadores del canciller supremo con "sumo placer" porque, y cito textualmente, "saben que nuestro bloqueo es perfectamente legal", lo que suena tan creíble como los cuentos del viejo Obi-Wan Kenobi sobre el gran héroe que fue Anakin Skywalker.
"Aquí todo es perfectamente legal. No pensamos invadir el planeta y capturar a su reina. ¿Vosotros bien?". |
El crucero estelar de los Jedi aterriza en el hangar de la rosquilla insignia de la Federación, atrayendo la atención de varios droides y cazas de combate inteligentes. Podrían estar preparándose para un desfile, pero como no es el día de las Fuerzas Droides Armadas, apuesto a que están preparando una invasión. Si fuera los Jedi, yo empezaría a mosquearme.
TC-14, una droide de protocolo plateada de la serie 3PO, recibe a los embajadores y los conduce a una sala de reuniones. Tratándose de un trozo de hojalata con patas, sé que parece irrelevante, pero si el droide tiene programación femenina, como es el caso, creo que lo más lógico por parte del fabricante sería haberle dado también figura femenina. Lucas incluso podría haber aprovechado para homenajear a María, la robota del gran clásico de Fritz Lang en la que se inspiró el diseño original de C-3PO de Ralph McQuarrie. Pero, claro, entonces Hasbro hubiera tenido que invertir dinero en un nuevo molde para el correspondiente muñeco en lugar de darle una nueva capa de pintura a figuras desechadas de C-3PO. Me lo tomaré como un brindis al feminismo.
Por otro lado, me sorprende que los modelos de la serie 3PO existieran mucho antes de La guerra de las galaxias y que no hayan cambiado absolutamente nada en todo ese tiempo. ¿Qué clase de fabricante mantiene el mismo modelo más de tres décadas en el mercado? Es como si Nintendo aún siguiera vendiendo la NES con el Power Glove en lugar de la Wii U.
"¿Desean algo los señores? ¿Café, Pepsi, agua, un gin-tonic...?". |
Tan pronto como se quedan solos, los Jedi se vuelven hacia la cámara y se desprenden de sus capuchas, revelando los rostros de Qui-Gon Jinn, maestro Jedi, y Obi-Wan Kenobi, su no-tan-joven padawan o aprendiz. El primero tiene pinta de hippie fumeta que añora los tiempos de Woodstock, y el segundo, de yonki reformado que antes veía bebés gateando por el techo.
Antes de estrenarse la película, muchos pensábamos que el joven Obi-Wan sería el protagonista de las precuelas y la idea nos entusiasmaba. Tenía perfecto sentido convertirlo en el personaje central de una nueva trilogía que, presumiblemente, acabaría con la trágica caída de su pupilo en el reverso sadomasoquista de la Fuerza. Por desgracia, a diferencia de la trilogía original, donde Luke era el hilo conductor de la trama y el personaje con el que el espectador podía identificarse en esta muy lejana galaxia, las precuelas no tienen protagonista alguno, y Obi-Wan es solo un personaje más que se pasa la mayor parte de La amenaza fantasma apoltronado en una silla pensando en las musarañas espaciales.
O quizá en esto. |
Además, teniendo en cuenta que Ewan McGregor tenía veintiséis años cuando se rodó la película, no sé si me convence del todo como aprendiz.
En el sistema de gremios de la Edad Media, un chaval solía tardar entre cuatro y seis años en aprender un oficio. Para ser un caballero Jedi, en cambio, parece que se necesitan más de veinte. Aunque imagino que los caminos de la Fuerza son más complicados que el arte de amasar la harina para hacer pan, sigue pareciéndome mucho tiempo para convertirse en caballero Jedi. A ese paso, a Obi-Wan le acabarán nombrando maestro coincidiendo con su primer examen de próstata.
Y, a todo esto, ¿no decía el opening crawl que el canciller envió a dos caballeros Jedi? Yo solo cuento uno.
"Tengo un mal presentimiento", dice Obi-Wan, citando una de las líneas clásicas de la saga. ¿Y quién no, Obi-Wan?, ¿y quién no?...
"A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre". |
En el puente de mando de la gran rosquilla espacial, TC-14 informa al virrey Nute Gunray de la llegada de los embajadores y le dice también que cree que son Jedi. Supongo que también podrían ser frailes de la orden de San Jerónimo, pero los frailes no llevan espadas láser.
No obstante, si yo fuera el virrey, antes de confiar en el juicio de un droide de protocolo y tomar medidas, me cercioraría de que mis invitados son de verdad Jedi, especialmente cuando esas medidas consisten en volar un crucero de la República y asesinar a dos embajadores. Y no me importa que lo ordene tipo siniestro vestido con ropajes negros que se cubre la cara con una capucha y se hace llamar Lord Sidious.
Cualquier otra persona (o estereotipo racista alienígena) preguntaría al menos si asesinar a los embajadores del canciller supremo no pondrá a la Federación directamente en el punto de mira de la República, provocando que manden más Jedi para investigar lo sucedido. Es más, si esa persona (o estereotipo racista alienígena) tuviera medio hervor, quizá incluso sugeriría como alternativa reunirse con los embajadores sin comprometerse a nada y dejar que se marchen con las manos vacías, retrasando cualquier pesquisa posterior. Pero el guión lo firma George Lucas, así que no se puede esperar tanto sentido común.
Una cara que inspira confianza. |
TC-14 regresa a la sala de reuniones con refrescos y los Jedi se escaman. No es que les preocupe la ausencia de aperitivos (aunque tampoco hubieran dicho que no a unas aceitunitas), pero les mosquea que los neimoidianos les estén haciendo esperar tanto. ¿Sabéis, en cambio, lo que no les mosquea? Los droides de combate que vieron en el hangar. Esto es perfectamente normal.
"Noto un excesivo temor para ser algo tan nimio como esta disputa comercial", dice Qui-Gon.
¿Nimio? Pero a ver, ¿no se supone que la República Galáctica está "sumida en el caos" por culpa de esta disputa? "Nimio" y "sumida en el caos" son conceptos incompatibles. ¿Alguien leyó el guión antes de empezar a rodar?
"No, y me arrepiento". |
En ese momento, los neimoidianos ordenan destruir el crucero de la República y el ruido de la explosión pone en guardia a los Jedi, que se levantan rápidamente de sus asientos, espadas láser en mano. Seguro que hacer explotar una nave dentro de un hangar infringe unas cuantas normas de seguridad y probablemente habría sido mucho menos ruidoso colar a un par de droides de combate en la nave para que liquidasen a la capitana y su copiloto, pero la discreción no es el punto fuerte de los neimoidianos.
Esta falta de discreción vuelve a ponerse de manifiesto cuando la sala en la que esperan los Jedi empieza a llenarse de una nube nociva de gas verdoso.
"Dioxis", dice Qui-Gon, que se ha fumado en pipa toda sustancia conocida por la humanidad y reconoce el olor.
Maestro y aprendiz contienen la respiración.
Imagino que a Liam Neeson esto le traería recuerdos de La lista de Schindler. |
Una tropa de droides de combate se planta delante de la puerta de la improvisada cámara de gas.
"Ya deben estar muertos, sin duda", les dice un holograma del virrey. "Destruid lo que quede de ellos".
A ver, si están muertos, no creo que haga falta disparar contra los cuerpos hasta que queden reducidos a migajas microscópicas, que van a poner toda la habitación perdida de restos orgánicos. Y si no están muertos, ¿por qué no mantener la puerta cerrada a cal y canto al menos un par de horas hasta que el gas los deje tiesos? Incluso si todo lo anterior falla y los Jedi intentan escapar, siempre podrían disparar contra ellos a discreción. O instalar minas de proximidad en la puerta.
"Llevan ahí casi un minuto. Si han respirado muy hondo el gas obviamente venenoso, estarán muertos". |
Los droides abren la puerta y, después de jugar al despiste mostrándonos primero a TC-14, salen los Jedi salen haciendo el molinillo con sus espadas láser y metiendo empellones a distancia con la Fuerza hasta que no queda un solo droide de combate en pie.
No voy a decir que los soldados de las tropas de asalto fueran los enemigos más temibles del mundo, ya que su mala puntería es un chiste recurrente entre los fans de Star Wars; pero los droides de combate son de guasa. Le cuesta más a Han Solo fanfarronear de lo rápido que es el Halcón Milenario que a los Jedi convertir a los droides en chatarra. Lo único que les falta para ser más inútiles es un enorme botón rojo en el centro del pecho en el que ponga "autodestrucción".
Hasta los Crash Dummies tenían más aguante. |
Los Jedi se abren paso hasta el puente de mando desguazando droides por el camino como si estuvieran en un beat 'em up con una IA horrenda.
Al encontrar la puerta sellada, Qui-Gon hunde en ella el haz de su espada láser y empieza a cortar el metal como si fuera mantequilla.
Eh, Qui-Gon, colega, ¿no sería más rápido utilizar la Fuerza para trastear con el mecanismo de apertura? ¿O es qué te estás olvidando de tus propios poderes? ¿No habrás vuelto a engancharte a las píldoras letales?
Cuando la puerta está casi fundida, un par de droidekas aparece rodando por el pasillo para eliminar a los Jedi. ¡Ah, droidekas! Droides acorazados con generadores de escudo de serie y cuya cadencia de disparo es muy superior a la de los esmirriados droides de combate. ¿Os acordáis de cuando parecían peligrosos? En la serie The Clone Wars y en La venganza de los Sith los despachan sin despeinarse, pero como aquí una cuarta parte del presupuesto se les fue animando a Jar Jar Binks, se tercia una estrategia diferente y mucho más barata: salir por patas.
Qui-Gon y Obi-Wan utilizan la Fuerza para moverse a supervelocidad y se esfuman cual motos-cohete atravesando los bosques de la luna de Endor. Curiosamente, esta es la primera y última vez que recurrirán a este poder en toda la película, a pesar de que a Obi-Wan le hubiera venido de perlas utilizarlo para salvar a su maestro cuando se enfrentan a Darth Maul. Será que la velocidad de la Fuerza consume muchos puntos de magia.
¿Recordáis cuando los droidekas eran una amenaza y no el chiste en el que se convirtieron después? |
Moviéndose a través de los conductos de ventilación, diseñados para que pueda pasar por ellos un jawa ligeramente encorvado, los Jedi llegan hasta un hangar abarrotado de tropas que está preparándose para invadir el planeta, o sea poco más o menos el mismo panorama que vieron al llegar.
"Hay que avisar a los naboo y contactar con el canciller Valorum", dice Qui-Gon. "Separémonos. Nos esconderemos en naves diferentes y nos veremos en el planeta".
No había oído una idea tan estúpida desde que supe de la existencia del Star Wars Holiday Special. Según mis cálculos, que parten de información no contrastada que he encontrado en internet y se sostienen sobre los conocimientos matemáticos que adquirí cursando la E.G.B., la superficie de Naboo es de aproximadamente 450 millones de kilómetros cuadrados, unos cincuenta millones menos que la Tierra. Por lo tanto, si Qui-Gon acabase en, digamos, la selva amazónica, y Obi-Wan en Australia pescando percas doradas en el lago Eyre, ¿cómo leches se supone que iban a encontrarse?
Y eso por no mencionar que avisar a los naboo del ataque después de que la Federación ya haya desplegado a sus tropas por el planeta (con las que los Jedi van a bajar) es una estupidez.
"Reina Amidala, venimos a advertirle de que la Federación está atacando el planeta", diría Qui-Gon Jinn en su tono monocorde.
"¿Puede hablar más alto, maestro Jedi?", le contestaría Amidala con sorna. "NO CONSIGO OÍRLE POR ENCIMA DEL RUIDO DE LAS EXPLOSIONES Y DE LOS ALARIDOS DE TERROR Y MUERTE DE MI PUEBLO".
"Desnudémonos y corramos cacareando entre sus filas hasta que se fundan sus chips de lógica". |
En el puente de mando, los neimoidianos reciben una transmisión del planeta a través de lo que yo creía que era una puerta a las estrellas como la de Stargate, pero que en realidad es solo una pantalla de videoconferencias tamaño XXL.
La pantalla se activa con un efecto muy chulo que simula ondas en el agua, y en ella aparece la primera intérprete occidental de teatro Kabuki de toda la galaxia, que resulta ser la reina Amidala. Su planeta está bloqueado por naves de guerra y ella pierde cuatro horas vistiéndose y maquillándose. Desde luego tiene claras sus prioridades. Menos mal que Naboo es la única monarquía de la galaxia en la que el cargo es electo y no vitalicio. Ahora solo queda preguntarse por qué los votantes eligieron como reina a una niña que ni siquiera tiene edad para conducir una astronave. ¿Quién era el otro candidato?, ¿Jar Jar Binks?
"Es la reina Amidala en persona", dice innecesariamente el lugarteniente del virrey.
No estoy seguro de cuáles eran las posibilidades que fuera una persona distinta (salvo que cojan todas las llamadas que vengan del planeta, lo cual sería tan absurdo como hilarante), pero voy a darle el beneficio de la duda porque, con esas pintas, también podría haber sido Lagy Gaga.
La reina Amidala, que casi siempre tiene cara de haberse levantado de la siesta hace apenas un minuto, les dice que su boicot comercial ha terminado, porque un pajarito le ha contado que los embajadores del canciller supremo están allí y les han ordenado que lleguen a un acuerdo.
El virrey Nute Gunray se hace el longuis, refrenando el impulso de guiñar compulsivamente el ojo a su lugarteniente al tiempo que le da codazos cómplices en el costado, y la reina, sutilmente menos aburrida y un pelín más molesta, cuelga el holoteléfono.
Para curarse en salud, y por si alguien con dos dedos de frente empieza a sospechar que las tropecientas naves de guerra que rodean el planeta podrían estar allí para lanzar un ataque, el virrey ordena que interrumpan todas las comunicaciones de Naboo.
"Me aburro. Cambia de canal". |
En el palacio real, un holograma del senador Palpatine, representante de Naboo en el Senado de la República, discute sobre el bloqueo con la reina Amidala. También están presentes el gobernador Sio Bibble y otros cinco sujetos pudientes e importantes, pero no lo bastante importantes como para tener su propia figura de acción (y sabiendo que incluso el elefante azul de El retorno del Jedi tenía su propio muñeco, es bastante triste).
De pronto, la transmisión se va al cuerno.
"¿Qué ocurre?", pregunta la reina al capitán Panaka, jefe de seguridad y cuya mayor aportación a la saga sería ser reemplazado por otro actor en la siguiente película sin que protestase ni un solo fan.
Según declaraciones del actor, la razón por la que no regresó en la secuela fue porque Lucas le ofreció menos dinero del que creía que se merecía. Oyéndole decir esto, no sé que es más desatinado, si que el actor pensase que su papel en la película era mucho más relevante que el de los guardias #4 y #5 que se apoyan en las columnas, o que creyese que iba a salir ganando en una negociación con George Lucas. Por otro lado, ahora estoy convencido de que lo único que Lucas cambió en el guión cuando el actor rechazó la oferta fue el nombre de Panaka por Typho, y así además ahorró dinero en la tinta del material promocional y el merchandising.
El actor Hugh Quarshie abandonando el Rancho Skywalker tras intentar renegociar los términos de su acuerdo. |
Panaka ordena a uno de sus hombres que revise el "generador de transmisión" por si se ha escacharrado, pero el gobernador Sio Bibble dice que esta interrupción solo puede significar una cosa: un plátano-bolígrafo una invasión.
El espectador sabe que tiene razón, pero, en este caso, ¿no podría ser simplemente un problema técnico? A lo mejor ha habido una caída en la línea por exceso de tráfico, o se les ha olvidado pagar la factura del holoteléfono. ¿O es que cada vez que una llamada se corta en Naboo se debe a una invasión?
La reina contesta que la Federación "no se atrevería a tanto", y Panaka explica que si lo hicieran, el Senado "revocaría su franquicia comercial y sería su fin". Vamos a fingir que entendemos de lo que hablan.
Al menos, Amidala tiene una cosa muy clara: no tolerará ninguna actuación que les conduzca a la guerra, excepto, claro está, engañar ella misma a un montón de anfibios pazguatos para que sacrifiquen sus vidas combatiendo contra las tropas prescindibles y mejor preparadas de la Federación. Pero estoy adelantándome a los acontecimientos.
Entre tanto, las naves en forma de H de la Federación (o de T mayúscula paticorta, si las mira uno de frente) descienden a Naboo, desplegando centenares de tropas en mitad de una jungla perdida de la mano del dios al que sea que adoran los nativos. Como prueba del genio militar de la Federación, los neimoidianos eligen como punto de aterrizaje el extremo del planeta opuesto a la capital. Puedo entender que no aparquen sus naves justo delante de la puerta del palacio, porque todo el mundo sabe que la capital de cualquier planeta declaradamente pacífico cuenta con un potente armamento antiaéreo; pero tampoco hacía falta irse a la otra punta del planeta, ¿no?
Los transportes MTT de la Federación, repletos de droides de combate y tan altos como un edificio de dos pisos, comienzan a avanzar por la jungla, derribando árboles como si fueran palillos y espantando a la colorida fauna local, compuesta por ikopis, falumpasets, motts, peko pekos y otros bichos con nombres imposibles de recordar que llenan las plúmbeas enciclopedias de Star Wars.
Entre un grupo de animalillos desbocados corre el maestro Jedi Qui-Gon Jinn, intentando evitar un MTT que avanza en línea recta tras él. Si alguna vez hubo una película en la que alguien fuera lo bastante inteligente como para echarse a un lado, no fue esta.
Qui-Gon apenas tiene ganas de seguir corriendo delante de una pantalla verde cuando se le planta delante del camino una extraña criatura humanoide de andares desgarbados. Su piel es anaranjada y gomosa, tiene largas orejas que le caen sobre los hombros, hocico de pato y ojos protuberantes y cirróticos. Os hablo, como ya sabéis, del gungan conocido como Jar Jar Binks.
Aunque Jar Jar es seguramente el personaje de ficción más odiado del mundo, hoy le vamos a dar el beneficio de la duda y observarlo con nuevos ojos, como si no lo conociéramos de nada. Antes de llegar a la siguiente imagen, ya estaremos hartos de él.
Supongo que Jar Jar no ha oído el estruendo que producen docenas de máquinas de guerra avanzando a través de la jungla sembrando el pánico y la destrucción a su paso, y cuando por fin toma conciencia del peligro, grita aterrorizado y salta sobre el maestro Jedi, abrazándose a él como una ladilla retrasada a un vello púbico irlandés. Qui-Gon derriba a Jar Jar y el transporte les pasa por encima sin aplastarlos.
"Yo muy muy te quiero", dice Jar Jar con una voz que me hace querer estrangular animales pequeños.
"Casi nos matan por ti", dice Qui-Gon, "¿no entiendes eso?".
"Yo hablo", protesta Jar Jar.
"La capacidad de hablar no te hace inteligente".
Y según parece, escribir el guión de La amenaza fantasma tampoco.
El gungan se presenta como Jar Jar Binks y dice que "misa" (Jar Jar) tiene una deuda de vida con "tusa" (Qui-Gon), lo que, conforme a la estúpida religión de los gungan, lo convierte en su siervo.
En ese instante, Obi-Wan aparece corriendo con desgana entre la arboleada, como si hubiera salido por la mañana a hacer footing y no estuviese motivado, y tras él vemos a dos droides montados en STAP (plataformas áreas individuales) abriendo fuego sobre él.
Qui-Gon activa su espada láser y devuelve los disparos contra los perseguidores, haciéndolos estallar en pedazos. La diferencia con la escena de El retorno del jedi en la que Luke hace lo mismo para derribar una moto-cohete imperial es que aquí no da la sensación de que Qui-Gon ni Obi-Wan estén en peligro y, por tanto, la escena desprende menos emoción que la cara de C-3PO. Si nuestros "héroes" pareciesen preocupados en algún momento o al menos se despeinasen, a lo mejor hasta nos preocupábamos por ellos; pero todo esto es tan excitante para la pareja Jedi como para el tío Owen leerse el periódico por las mañanas mientras se toma un café descafeinado con leche azul.
Al ver a Jar Jar, Obi-Wan pone cara de asco, como si el gungan pudiera contagiarle algo solo con mirarlo, y hace a su maestro la misma pregunta que hace una madre a su hijo pequeño cuando trae a casa un caracol espachurrado:
"¿Qué c*** es esto?".
El fin de la inocencia, Obi-Wan, el fin de la inocencia...
Jar Jar propone a los Jedi que le acompañen a Otoh Gunga, la ciudad en la que se crió, pero, "en pensando bien", dice que no puede llevarlos porque lo han desterrado.
¿Sabes, George?, si creas un personaje caricaturesco, patoso, que habla raro y que solo haría gracia un niño de cinco años al que le hubiera caído un piano de cola en la cabeza, y además haces que el resto de personajes e incluso su propia especie lo desprecien, hay una pequeña, minúscula, quizá ínfima posibilidad de que al público tampoco le guste.
Los guardianes de la paz y la justicia en la galaxia, esto es, los Jedi, intimidan al gungan y se aprovechan de su intelecto inferior para que la alternativa de conducirlos a la ciudad le parezca más saludable que arriesgarse a que los encuentre el ejército de la Federación.
¿Y por qué quieren ahora ir los Jedi a la ciudad de los gungans? Lo lógico sería pensar que para ponerse en contacto con la reina y avisarle de la que se le viene encima, pero ya veremos que no.
Bajo coacción, Jar Jar lleva a sus nuevos "amigos" hasta un lago, en el que se sumerge con un salto de tres metros con tirabuzón que se desternilla de las leyes de la física y, por tanto, hace todavía más creíble este maravilloso personaje generado de forma digital.
Los Jedi sacan sus máscaras de buceo y se sumergen tras el gungan. Suerte que nunca salen del templo sin sus máscaras de buceo ni su spray repelente para tiburones.
Tras descender a una profundidad que debería reventarles los tímpanos salvo que el aparato que llevan en la boca sea mágico y proteja también sus oídos, los Jedi llegan a Otoh Gunga, un complejo de burbujas luminosas que flotan como globos conectados entre sí y alberga una ciudad entera en su interior, con sus edificios, sus habitantes y sus bazares chinos.
La guardia montada de la ciudad arresta a Jar Jar y conduce a los Jedi hasta el consejo gungan, que está presidido por el jefe Nass, un sapo obeso y achaparrado con tendencia a escupir en ráfaga cuando habla y tan deforme que ni siquiera parece de la misma especie que el resto de gungans.
Qui-Gon dice que deben advertir a los naboo de la invasión de la Federación, pero al jefe Nass no le gustan los naboo, porque se las dan de listos y son una panda de segregacionistas que han mantenido a los gungan alejados de la política exterior todo este tiempo e incluso se han apropiado del gentilicio naboo, lo que viene a ser como si los humanos decidimos que nosotros somos terrícolas y el resto de especies de la Tierra no lo son... O también puede ser que los gungans llamen a su planeta de otra forma. Gungania, por ejemplo.
Sumándose a la retahíla de incongruencias desopilantes, Obi-Wan advierte al jefe Nass que no pueden ignorar lo que está sucediendo, porque "formáis un círculo simbiótico con los naboo, lo que les pase a unos afectará a los otros".
No sé si Obi-Wan está improvisando sobre la marcha en un desesperado intento por colársela a los gungans, o si George Lucas no conoce el significado de la palabra simbiosis; pero lo que sí tengo claro es que difícilmente puede existir ese tipo de relación entre dos sociedades independientes situadas cada una en un extremo del planeta y que no quieren verse ni en pintura. Es más, la primera vez que la propia Amidala ve a Jar Jar no está del todo segura de que sea un gungan, ¡y ella es la reina del planeta!
Incluso si le damos el beneficio de la duda y existe alguna clase de simbiosis poco aparente, no estaría de más que nos explicasen mínimamente en qué consiste, porque no todos tenemos tanta paciencia y tiempo libre como para leernos cada enciclopedia que se publica de la saga. A lo mejor resulta que los naboo tiran su basura al lago y los gungans la aprovechan para construir sus ciudades, ¿qué sé yo?
Como pintan bastos, los guardianes de la paz y la justicia en la galaxia (sí, los Jedi, en serio) utilizan sus triquiñuelas mentales para que los gungan les dejen marchar y, ya de paso, les den un medio de transporte para llegar a la capital. Podrían haber preguntado por un holoteléfono y haberse ahorrado el viaje, pero quizá el invento no haya llegado aún a esta ciudad submarina futurista.
"Lo máximo rápido camino a los naboo es atravesando... el planeta lo núcleo", dice el jefe Nass con una sonrisa malévola.
Yo me preocuparía si tuviera que atravesar una masa de metal líquido incandescente bajo una presión millones de veces superior a la de la superficie, pero el panorama de viajar a través del núcleo del planeta no amedrenta a los Jedi. O bien alguien les ha informado de que el núcleo de Naboo es una imposibilidad científica perfectamente transitable, o bien saben que los gungans son tan idiotas que llaman núcleo a un conjunto de pasadizos submarinos que no constituyen el verdadero núcleo del planeta.
Concluyendo las negociaciones, Qui-Gon alude a la deuda de vida que Jar Jar ha contraído con él para llevárselo como guía turístico y evitar que los gungans les metan una clavada por un mapa guarrindongo dibujado a mano. Además, al maestro Jedi tampoco le entusiasma la idea de que castiguen a Jar Jar obligándole a leer todos los mensajes que circulan sobre él en internet, ya que contravendría lo dispuesto en la Convención de Ginebra.
A bordo del bongo (un pequeño transporte submarino que recuerda vagamente a un calamar, equipado con generador eléctrico, sistema de navegación y una radio que solo sintoniza dos emisoras), los Jedi y el esquizofrénico Jar Jar se adentran en las profundidades acuáticas de Naboo, que tampoco son tan profundas porque hasta ellas llega la luz del sol.
Como ya adelantaba casi al principio de esta larga entrada, el viaje a través de "el planeta lo núcleo" es uno de los escasos momentos de la película con los que realmente disfruto, y ello por el simple motivo de que aparecen varios monstruos marinos, a cada cual más gigantesco. El más grande de ellos, llamado sando, es un auténtico kaiju al que no me cuesta imaginar partiéndose la cara con Godzilla delante de una pagoda. Una pagoda submarina, quiero decir.
Aun así, Lucas se las ingenia para aguarnos incluso estos magníficos momentos mostrando a los Jedi totalmente impertérritos ante los monstruos que intentan zampárselos. Su única reacción es volver la vista atrás como si les estuvieran pitando por quedarse parados con el semáforo en verde. Fuera de bromas, la última vez que los vimos tan emocionados fue cuando el droide de protocolo les llevó sus bebidas. ¿Cómo se supone que voy a preocuparme por lo que pueda pasarles si ni siquiera ellos parecen ligeramente preocupados cuando les ataca un monstruo de doscientos metros?
No obstante..., ¡monstruos marinos!
En la rosquilla insignia de la Federación de Comercio, el virrey Nute Gunray y su lugarteniente mantienen otra breve conversación holográfica con Lord Sidious, que les dice que tiene al Senado empantanado con trámites ("¡Mociones, enmiendas, proyectos de ley! ¡MWAHAHAHAHA!"), por lo que la República no tendrá más remedio que aceptar que la Federación controle el sistema.
No me cabe duda de que Sidious está corrompido por el Lado Oscuro de la Fuerza, porque lo que dice es completamente opaco para mí. ¿Por qué el Senado tendría que aceptar que la Federación controle el sistema solo por estar empantanado con trámites?, ¿qué tiene ver el papeleo con la aceptación de una invasión? ¿Y al control de qué sistema se refiere?, ¿al de Naboo? ¿No era un planeta?
El ejército droide de la Federación llega a Theed, capital de Naboo, y como no encuentra resistencia alguna, la toma en un periquete.
"¡Victoria!", exclama el virrey Nute Gunray cuando le comunican que también han capturado a la reina.
En realidad, como se desvela en un giro final totalmente previsible y anunciado a bombo y platillo, no es a Amidala a quien han capturado, sino que se trata de una de sus cortesanas haciéndose pasar por ella. Pero tampoco es que importe, porque todas las cortesanas están igual de apresadas, Amidala entre ellas. Deberían repasar el plan de los dobles otra vez.
El virrey pretende obligar a Amidala a firmar un tratado para legitimar su ocupación, pero esta se niega.
Aún sigo sin saber qué quiere hacer la Federación con Naboo ni por qué es tan importante este planeta para ellos. Lo que sí sé es que un contrato firmado bajo coacción vale tanto como uno con una firma falsa: nasti de plasti. Eso sí, puestos a sacarse tratados de la manga, creo que sería más fácil convencer al Senado llevando un acuerdo con un garabato falso que un acuerdo firmado casualmente justo después de haber invadido Naboo y tomado la capital con tanques acorazados y centenares de droides.
El bongo prestado emerge en uno de los canales de la capital y los Jedi no tardan en localizar a la reina señuelo y a su séquito (incluida la auténtica reina Amidala), a los que un pequeño contingente de droides conduce al grupo por las calles de la ciudad hacia el "Campo Cuatro". Aunque no lo digan, entiendo que se trata de un campo de prisioneros y no de un campo de hortalizas. De todos modos, hubiera estado bien que nos mostrasen cómo son esos campos de prisioneros, abarrotados quizá de familias aterrorizadas a las que han sacado a la fuerza de sus casas, para que podamos empezar a compadecernos de los naboo y ver a los supuestos villanos como tales. Pero no, todo es la mar de aséptico y anodino.
Los Jedi saltan por sorpresa sobre los droides sacudiendo como locos sus espadas láser y los liquidan en menos de quince segundos.
"Son supertope", dice Jar Jar.
Sí, y los malos no sirven ni como tope de puerta. Qué emoción.
"Somos embajadores del canciller supremo", se presenta Qui-Gon Jinn. "Venimos a advertiros de que la Federación ha invadido el planeta. Quizá lo hayáis notado por los cientos de droides y máquinas de guerra que ocupan las calles de la ciudad".
Como las comunicaciones están cortadas, el nutrido grupo decide dirigirse al hangar principal para coger un transporte con el que salir perdiendo el culo del planeta y así poder avisar a la República de lo que está ocurriendo. Qui-Gon insiste en que la reina los acompañe a Coruscant, porque si se queda, dice, la matarán.
La estupidez de la sugerencia es tan grande que incluso el gobernador Carcamal y el capitán Empanado se dan cuenta. Lo que quieren los neimoidianos y también Lord Sidious es que la reina firme un acuerdo legalizando la invasión. Bastante difícil va ser que demuestren que realmente tenía voluntad de firmar después de invadir su planeta como para encima cargársela después.
Qui-Gon, sin embargo, no se rinde y empieza a ponerse agorero.
"Hay algo más detrás de esto, Alteza. No es lógico que la Federación os invada", dice. "Presiento que quieren destruiros".
¿Ya has estado comiendo setas de Felucia otra vez, eh, Qui-Gon?
La reina señuelo consulta disimuladamente con una de sus cortesanas, que es la verdadera reina, y finalmente acepta acompañar a los Jedi a Coruscant para exponer el problema en persona ante el Senado. Estoy seguro de que no hace falta ir tan lejos y de que, en el universo de Star Wars, existe algo parecido a Skype.
Después de hacer pedazos a "demasiados" droides de combate (palabras del capitán Panaka), porque para los Jedis "eso no es problema" (palabras de Qui-Gon), y liberar a los pilotos, la comitiva sube en tropel a la nave real, un modelo de formas curvas y color plateado reflectante que me recuerda a un Aston Martin Vanquish con alas.
La nave deja atrás el planeta en cuestión de segundos pero se da de morros con el bloqueo de la Federación. ¡Ah, sí, el bloqueo! Esa era la razón por la que nadie podía entrar ni salir del planeta. Qué memoria la nuestra, ¿eh?
Las rosquillas estelares disparan contra la nave arrancándole un buen trozo de chasis, del que saltan chispas.
"¡Generador de escudos dañado!", anuncia alarmado el piloto.
Se me ocurre que quizá deberían haber instalado el generador de escudos dentro de la nave y no fuera, debajo de una endeble chapa de metal; pero ¿qué sabré yo de naves estelares?
Tampoco veo muy claro de qué les va a servir tener escudos si la Federación ya ha demostrado que los puede traspasar como si nada, pero, sea como sea, reparar el generador de escudos se convierte en la prioridad para nuestros héroes fugados, así que el piloto envía a un grupo de droides astromecánicos al exterior de la nave para que hagan el apaño.
Entre los astromecánicos vemos al pequeño y cascarrabias R2-D2, que emite sus clásicos "beeps" para que hasta los más pequeños de la casa lo reconozcan. Sé que el hecho de que R2-D2 aparezca en la película es motivo de queja para muchos fans (aunque no tanto como que Anakin cree a C-3PO); sin embargo, existe una razón muy lógica y de peso para que R2 coincida con nuestros héroes: es adorable y vende merchandising a porrillo.
Los láseres de la Federación fulminan a un droide tras otro (al parecer, es más fácil acertar a los pequeños astromecánicos que a la enorme nave brillante a la que están encaramados) hasta que solo queda uno intacto: R2-D2, que consigue reparar el generador justo a tiempo para que superen el bloqueo... sin que les dé ni un solo láser más. En definitiva, que reparar los escudos no ha servido de nada porque hubieran escapado igual sin ellos. ¿Bravo?
El piloto anuncia que no hay energía suficiente para llegar a Coruscant y que el "hipermotor pierde" (¿el qué?, ¿aceite estelar?), por lo que tendrán que parar a repostar y reparar la nave. Obi-Wan sugiere dirigirse a Tatooine, un planeta pequeño, apartado y pobre en el que la Federación no tiene presencia porque lo controlan los hutt.
Mientras la nave se dirige a Tatooine, la reina en persona (bueno, su señuelo) recibe a R2 en una modesta sala del trono y le felicita por salvarlos a todos, que viene a ser como si yo le diera las gracias a la cafetera cuando me prepara el café. ¡Imaginaos cómo se sentirá el piloto cuando se entere! Él maniobra una nave enorme y brillante, dedicada exclusivamente al transporte de pasajeros, esquivando láseres a diestro y siniestro para eludir el bloqueo, y ¿a quién felicitan? ¿A él? Nooooo. Al cubo de basura con patas. Yo presentaría mi dimisión.
No contenta con eso, y para que la escena dé todavía más vergüenza ajena, la reina señuelo envía a Padmé, la auténtica reina, a limpiar a R2 "lo mejor que puedas". No sé qué sentido puede tener esto en la cabeza de George Lucas, y lo único que se me ocurre es que Padmé estuviera buscando el momento de esconder su consolador láser dentro de R2, para que no le saquen los colores en la aduana cuando lleguen a Coruscant.
Mientras tanto, en la rosquilla insignia de la Federación, el virrey y su lugarteniente vuelven a hablar con Lord Sidious y admiten que la reina ha escapado.
"Quiero que se firme ese tratado", dice, enfadado, el siniestro encapuchado.
Solo que en realidad... no quiere que se firme.
Permitidme que haga una pausa y os explique el plan maestro del senador Palpatine, alias Lord Sidious (sí, sorpresa, Palpatine y Lord Sidous son la misma persona, aunque entiendo que no fuerais capaces de adivinarlo, solo tienen la misma cara de nariz para abajo e idéntica voz). La razón por la que Sidious utiliza a la Federación de Comercio para bloquear Naboo es porque quiere provocar un conflicto que el canciller supremo Valorum no sea capaz de solucionar y que al mismo tiempo le consiga simpatizantes en el Senado, para así poder solicitar una moción de censura contra Valorum y que el Senado le elija a él nuevo canciller supremo. Se trata de un movimiento político básico: ganar votos solucionando una crisis que tú mismo has instigado en secreto.
Sin embargo, y de aquí viene mi confusión, todo lo que hace Palpatine a lo largo de la película parece ir en contra de sus propios intereses. Desde luego no le interesa que se firme ningún tratado legalizando la invasión, y, sorprendentemente, Qui-Gon tenía razón al creer que alguien quería ver a Amidala muerta, porque su asesinato sería la prueba definitiva de la ineptitud de Valorum.
Siendo esto así, ¿por qué Palpatine embrolla todo tanto? Imaginad que los planes de la Federación hubieran salido a pedir de boca. El conflicto se hubiera resuelto con un acuerdo que probablemente acabaría declarándose nulo, pero que desde luego no sería suficiente para que la moción de censura triunfase. En pocas palabras: el plan de Palpatine depende de la incompetencia de sus esbirros para ejecutar sus órdenes. No puede ser más absurdo.
El espectador sabe que tiene razón, pero, en este caso, ¿no podría ser simplemente un problema técnico? A lo mejor ha habido una caída en la línea por exceso de tráfico, o se les ha olvidado pagar la factura del holoteléfono. ¿O es que cada vez que una llamada se corta en Naboo se debe a una invasión?
La reina contesta que la Federación "no se atrevería a tanto", y Panaka explica que si lo hicieran, el Senado "revocaría su franquicia comercial y sería su fin". Vamos a fingir que entendemos de lo que hablan.
Al menos, Amidala tiene una cosa muy clara: no tolerará ninguna actuación que les conduzca a la guerra, excepto, claro está, engañar ella misma a un montón de anfibios pazguatos para que sacrifiquen sus vidas combatiendo contra las tropas prescindibles y mejor preparadas de la Federación. Pero estoy adelantándome a los acontecimientos.
"¡Una invasión, os digo!". |
"El abuelo ha vuelto a saltarse la medicación. Traeré sus pastillas, alteza". |
Entre tanto, las naves en forma de H de la Federación (o de T mayúscula paticorta, si las mira uno de frente) descienden a Naboo, desplegando centenares de tropas en mitad de una jungla perdida de la mano del dios al que sea que adoran los nativos. Como prueba del genio militar de la Federación, los neimoidianos eligen como punto de aterrizaje el extremo del planeta opuesto a la capital. Puedo entender que no aparquen sus naves justo delante de la puerta del palacio, porque todo el mundo sabe que la capital de cualquier planeta declaradamente pacífico cuenta con un potente armamento antiaéreo; pero tampoco hacía falta irse a la otra punta del planeta, ¿no?
Los transportes MTT de la Federación, repletos de droides de combate y tan altos como un edificio de dos pisos, comienzan a avanzar por la jungla, derribando árboles como si fueran palillos y espantando a la colorida fauna local, compuesta por ikopis, falumpasets, motts, peko pekos y otros bichos con nombres imposibles de recordar que llenan las plúmbeas enciclopedias de Star Wars.
Entre un grupo de animalillos desbocados corre el maestro Jedi Qui-Gon Jinn, intentando evitar un MTT que avanza en línea recta tras él. Si alguna vez hubo una película en la que alguien fuera lo bastante inteligente como para echarse a un lado, no fue esta.
Daría lo que fuera por ver a Qui-Gon cabalgando sobre un ikopi. |
Qui-Gon apenas tiene ganas de seguir corriendo delante de una pantalla verde cuando se le planta delante del camino una extraña criatura humanoide de andares desgarbados. Su piel es anaranjada y gomosa, tiene largas orejas que le caen sobre los hombros, hocico de pato y ojos protuberantes y cirróticos. Os hablo, como ya sabéis, del gungan conocido como Jar Jar Binks.
Aunque Jar Jar es seguramente el personaje de ficción más odiado del mundo, hoy le vamos a dar el beneficio de la duda y observarlo con nuevos ojos, como si no lo conociéramos de nada. Antes de llegar a la siguiente imagen, ya estaremos hartos de él.
Supongo que Jar Jar no ha oído el estruendo que producen docenas de máquinas de guerra avanzando a través de la jungla sembrando el pánico y la destrucción a su paso, y cuando por fin toma conciencia del peligro, grita aterrorizado y salta sobre el maestro Jedi, abrazándose a él como una ladilla retrasada a un vello púbico irlandés. Qui-Gon derriba a Jar Jar y el transporte les pasa por encima sin aplastarlos.
"Yo muy muy te quiero", dice Jar Jar con una voz que me hace querer estrangular animales pequeños.
"Casi nos matan por ti", dice Qui-Gon, "¿no entiendes eso?".
"Yo hablo", protesta Jar Jar.
"La capacidad de hablar no te hace inteligente".
Y según parece, escribir el guión de La amenaza fantasma tampoco.
El gungan se presenta como Jar Jar Binks y dice que "misa" (Jar Jar) tiene una deuda de vida con "tusa" (Qui-Gon), lo que, conforme a la estúpida religión de los gungan, lo convierte en su siervo.
"Si no puedo fumarte, no me interesas". |
En ese instante, Obi-Wan aparece corriendo con desgana entre la arboleada, como si hubiera salido por la mañana a hacer footing y no estuviese motivado, y tras él vemos a dos droides montados en STAP (plataformas áreas individuales) abriendo fuego sobre él.
Qui-Gon activa su espada láser y devuelve los disparos contra los perseguidores, haciéndolos estallar en pedazos. La diferencia con la escena de El retorno del jedi en la que Luke hace lo mismo para derribar una moto-cohete imperial es que aquí no da la sensación de que Qui-Gon ni Obi-Wan estén en peligro y, por tanto, la escena desprende menos emoción que la cara de C-3PO. Si nuestros "héroes" pareciesen preocupados en algún momento o al menos se despeinasen, a lo mejor hasta nos preocupábamos por ellos; pero todo esto es tan excitante para la pareja Jedi como para el tío Owen leerse el periódico por las mañanas mientras se toma un café descafeinado con leche azul.
Al ver a Jar Jar, Obi-Wan pone cara de asco, como si el gungan pudiera contagiarle algo solo con mirarlo, y hace a su maestro la misma pregunta que hace una madre a su hijo pequeño cuando trae a casa un caracol espachurrado:
"¿Qué c*** es esto?".
El fin de la inocencia, Obi-Wan, el fin de la inocencia...
"Maestro, ¿no habrás vuelto a colarme tripis en el refresco?". |
Jar Jar propone a los Jedi que le acompañen a Otoh Gunga, la ciudad en la que se crió, pero, "en pensando bien", dice que no puede llevarlos porque lo han desterrado.
¿Sabes, George?, si creas un personaje caricaturesco, patoso, que habla raro y que solo haría gracia un niño de cinco años al que le hubiera caído un piano de cola en la cabeza, y además haces que el resto de personajes e incluso su propia especie lo desprecien, hay una pequeña, minúscula, quizá ínfima posibilidad de que al público tampoco le guste.
Los guardianes de la paz y la justicia en la galaxia, esto es, los Jedi, intimidan al gungan y se aprovechan de su intelecto inferior para que la alternativa de conducirlos a la ciudad le parezca más saludable que arriesgarse a que los encuentre el ejército de la Federación.
¿Y por qué quieren ahora ir los Jedi a la ciudad de los gungans? Lo lógico sería pensar que para ponerse en contacto con la reina y avisarle de la que se le viene encima, pero ya veremos que no.
Bajo coacción, Jar Jar lleva a sus nuevos "amigos" hasta un lago, en el que se sumerge con un salto de tres metros con tirabuzón que se desternilla de las leyes de la física y, por tanto, hace todavía más creíble este maravilloso personaje generado de forma digital.
Los Jedi sacan sus máscaras de buceo y se sumergen tras el gungan. Suerte que nunca salen del templo sin sus máscaras de buceo ni su spray repelente para tiburones.
Tras descender a una profundidad que debería reventarles los tímpanos salvo que el aparato que llevan en la boca sea mágico y proteja también sus oídos, los Jedi llegan a Otoh Gunga, un complejo de burbujas luminosas que flotan como globos conectados entre sí y alberga una ciudad entera en su interior, con sus edificios, sus habitantes y sus bazares chinos.
El sitio es impresionante, pero el problema de La amenaza fantasma nunca fue el diseño de producción. |
La guardia montada de la ciudad arresta a Jar Jar y conduce a los Jedi hasta el consejo gungan, que está presidido por el jefe Nass, un sapo obeso y achaparrado con tendencia a escupir en ráfaga cuando habla y tan deforme que ni siquiera parece de la misma especie que el resto de gungans.
Qui-Gon dice que deben advertir a los naboo de la invasión de la Federación, pero al jefe Nass no le gustan los naboo, porque se las dan de listos y son una panda de segregacionistas que han mantenido a los gungan alejados de la política exterior todo este tiempo e incluso se han apropiado del gentilicio naboo, lo que viene a ser como si los humanos decidimos que nosotros somos terrícolas y el resto de especies de la Tierra no lo son... O también puede ser que los gungans llamen a su planeta de otra forma. Gungania, por ejemplo.
Sumándose a la retahíla de incongruencias desopilantes, Obi-Wan advierte al jefe Nass que no pueden ignorar lo que está sucediendo, porque "formáis un círculo simbiótico con los naboo, lo que les pase a unos afectará a los otros".
Sigh... |
No sé si Obi-Wan está improvisando sobre la marcha en un desesperado intento por colársela a los gungans, o si George Lucas no conoce el significado de la palabra simbiosis; pero lo que sí tengo claro es que difícilmente puede existir ese tipo de relación entre dos sociedades independientes situadas cada una en un extremo del planeta y que no quieren verse ni en pintura. Es más, la primera vez que la propia Amidala ve a Jar Jar no está del todo segura de que sea un gungan, ¡y ella es la reina del planeta!
Incluso si le damos el beneficio de la duda y existe alguna clase de simbiosis poco aparente, no estaría de más que nos explicasen mínimamente en qué consiste, porque no todos tenemos tanta paciencia y tiempo libre como para leernos cada enciclopedia que se publica de la saga. A lo mejor resulta que los naboo tiran su basura al lago y los gungans la aprovechan para construir sus ciudades, ¿qué sé yo?
Más dibujos animados. |
Como pintan bastos, los guardianes de la paz y la justicia en la galaxia (sí, los Jedi, en serio) utilizan sus triquiñuelas mentales para que los gungan les dejen marchar y, ya de paso, les den un medio de transporte para llegar a la capital. Podrían haber preguntado por un holoteléfono y haberse ahorrado el viaje, pero quizá el invento no haya llegado aún a esta ciudad submarina futurista.
"Lo máximo rápido camino a los naboo es atravesando... el planeta lo núcleo", dice el jefe Nass con una sonrisa malévola.
Yo me preocuparía si tuviera que atravesar una masa de metal líquido incandescente bajo una presión millones de veces superior a la de la superficie, pero el panorama de viajar a través del núcleo del planeta no amedrenta a los Jedi. O bien alguien les ha informado de que el núcleo de Naboo es una imposibilidad científica perfectamente transitable, o bien saben que los gungans son tan idiotas que llaman núcleo a un conjunto de pasadizos submarinos que no constituyen el verdadero núcleo del planeta.
Concluyendo las negociaciones, Qui-Gon alude a la deuda de vida que Jar Jar ha contraído con él para llevárselo como guía turístico y evitar que los gungans les metan una clavada por un mapa guarrindongo dibujado a mano. Además, al maestro Jedi tampoco le entusiasma la idea de que castiguen a Jar Jar obligándole a leer todos los mensajes que circulan sobre él en internet, ya que contravendría lo dispuesto en la Convención de Ginebra.
¿Cómo decir que no a esos ojitos? |
A bordo del bongo (un pequeño transporte submarino que recuerda vagamente a un calamar, equipado con generador eléctrico, sistema de navegación y una radio que solo sintoniza dos emisoras), los Jedi y el esquizofrénico Jar Jar se adentran en las profundidades acuáticas de Naboo, que tampoco son tan profundas porque hasta ellas llega la luz del sol.
Como ya adelantaba casi al principio de esta larga entrada, el viaje a través de "el planeta lo núcleo" es uno de los escasos momentos de la película con los que realmente disfruto, y ello por el simple motivo de que aparecen varios monstruos marinos, a cada cual más gigantesco. El más grande de ellos, llamado sando, es un auténtico kaiju al que no me cuesta imaginar partiéndose la cara con Godzilla delante de una pagoda. Una pagoda submarina, quiero decir.
Aun así, Lucas se las ingenia para aguarnos incluso estos magníficos momentos mostrando a los Jedi totalmente impertérritos ante los monstruos que intentan zampárselos. Su única reacción es volver la vista atrás como si les estuvieran pitando por quedarse parados con el semáforo en verde. Fuera de bromas, la última vez que los vimos tan emocionados fue cuando el droide de protocolo les llevó sus bebidas. ¿Cómo se supone que voy a preocuparme por lo que pueda pasarles si ni siquiera ellos parecen ligeramente preocupados cuando les ataca un monstruo de doscientos metros?
No obstante..., ¡monstruos marinos!
¡NYOM! ¡NYOM! |
En la rosquilla insignia de la Federación de Comercio, el virrey Nute Gunray y su lugarteniente mantienen otra breve conversación holográfica con Lord Sidious, que les dice que tiene al Senado empantanado con trámites ("¡Mociones, enmiendas, proyectos de ley! ¡MWAHAHAHAHA!"), por lo que la República no tendrá más remedio que aceptar que la Federación controle el sistema.
No me cabe duda de que Sidious está corrompido por el Lado Oscuro de la Fuerza, porque lo que dice es completamente opaco para mí. ¿Por qué el Senado tendría que aceptar que la Federación controle el sistema solo por estar empantanado con trámites?, ¿qué tiene ver el papeleo con la aceptación de una invasión? ¿Y al control de qué sistema se refiere?, ¿al de Naboo? ¿No era un planeta?
"Perdonad, milord, me he distraído un momento al ver a esos robots enanos tan cucos. ¿Qué estaba diciendo?". |
El ejército droide de la Federación llega a Theed, capital de Naboo, y como no encuentra resistencia alguna, la toma en un periquete.
"¡Victoria!", exclama el virrey Nute Gunray cuando le comunican que también han capturado a la reina.
En realidad, como se desvela en un giro final totalmente previsible y anunciado a bombo y platillo, no es a Amidala a quien han capturado, sino que se trata de una de sus cortesanas haciéndose pasar por ella. Pero tampoco es que importe, porque todas las cortesanas están igual de apresadas, Amidala entre ellas. Deberían repasar el plan de los dobles otra vez.
El virrey pretende obligar a Amidala a firmar un tratado para legitimar su ocupación, pero esta se niega.
Aún sigo sin saber qué quiere hacer la Federación con Naboo ni por qué es tan importante este planeta para ellos. Lo que sí sé es que un contrato firmado bajo coacción vale tanto como uno con una firma falsa: nasti de plasti. Eso sí, puestos a sacarse tratados de la manga, creo que sería más fácil convencer al Senado llevando un acuerdo con un garabato falso que un acuerdo firmado casualmente justo después de haber invadido Naboo y tomado la capital con tanques acorazados y centenares de droides.
¡Emoción a raudales bajando estas escaleras! |
El bongo prestado emerge en uno de los canales de la capital y los Jedi no tardan en localizar a la reina señuelo y a su séquito (incluida la auténtica reina Amidala), a los que un pequeño contingente de droides conduce al grupo por las calles de la ciudad hacia el "Campo Cuatro". Aunque no lo digan, entiendo que se trata de un campo de prisioneros y no de un campo de hortalizas. De todos modos, hubiera estado bien que nos mostrasen cómo son esos campos de prisioneros, abarrotados quizá de familias aterrorizadas a las que han sacado a la fuerza de sus casas, para que podamos empezar a compadecernos de los naboo y ver a los supuestos villanos como tales. Pero no, todo es la mar de aséptico y anodino.
Los Jedi saltan por sorpresa sobre los droides sacudiendo como locos sus espadas láser y los liquidan en menos de quince segundos.
"Son supertope", dice Jar Jar.
Sí, y los malos no sirven ni como tope de puerta. Qué emoción.
Billy y Jimmy versión Jedi. |
"Somos embajadores del canciller supremo", se presenta Qui-Gon Jinn. "Venimos a advertiros de que la Federación ha invadido el planeta. Quizá lo hayáis notado por los cientos de droides y máquinas de guerra que ocupan las calles de la ciudad".
Como las comunicaciones están cortadas, el nutrido grupo decide dirigirse al hangar principal para coger un transporte con el que salir perdiendo el culo del planeta y así poder avisar a la República de lo que está ocurriendo. Qui-Gon insiste en que la reina los acompañe a Coruscant, porque si se queda, dice, la matarán.
La estupidez de la sugerencia es tan grande que incluso el gobernador Carcamal y el capitán Empanado se dan cuenta. Lo que quieren los neimoidianos y también Lord Sidious es que la reina firme un acuerdo legalizando la invasión. Bastante difícil va ser que demuestren que realmente tenía voluntad de firmar después de invadir su planeta como para encima cargársela después.
Qui-Gon, sin embargo, no se rinde y empieza a ponerse agorero.
"Hay algo más detrás de esto, Alteza. No es lógico que la Federación os invada", dice. "Presiento que quieren destruiros".
¿Ya has estado comiendo setas de Felucia otra vez, eh, Qui-Gon?
La reina señuelo consulta disimuladamente con una de sus cortesanas, que es la verdadera reina, y finalmente acepta acompañar a los Jedi a Coruscant para exponer el problema en persona ante el Senado. Estoy seguro de que no hace falta ir tan lejos y de que, en el universo de Star Wars, existe algo parecido a Skype.
"Tronca, todos vamos a morir. ¿Quieres un poco de speed?". |
Después de hacer pedazos a "demasiados" droides de combate (palabras del capitán Panaka), porque para los Jedis "eso no es problema" (palabras de Qui-Gon), y liberar a los pilotos, la comitiva sube en tropel a la nave real, un modelo de formas curvas y color plateado reflectante que me recuerda a un Aston Martin Vanquish con alas.
La nave deja atrás el planeta en cuestión de segundos pero se da de morros con el bloqueo de la Federación. ¡Ah, sí, el bloqueo! Esa era la razón por la que nadie podía entrar ni salir del planeta. Qué memoria la nuestra, ¿eh?
Las rosquillas estelares disparan contra la nave arrancándole un buen trozo de chasis, del que saltan chispas.
"¡Generador de escudos dañado!", anuncia alarmado el piloto.
Se me ocurre que quizá deberían haber instalado el generador de escudos dentro de la nave y no fuera, debajo de una endeble chapa de metal; pero ¿qué sabré yo de naves estelares?
Tampoco veo muy claro de qué les va a servir tener escudos si la Federación ya ha demostrado que los puede traspasar como si nada, pero, sea como sea, reparar el generador de escudos se convierte en la prioridad para nuestros héroes fugados, así que el piloto envía a un grupo de droides astromecánicos al exterior de la nave para que hagan el apaño.
Entre los astromecánicos vemos al pequeño y cascarrabias R2-D2, que emite sus clásicos "beeps" para que hasta los más pequeños de la casa lo reconozcan. Sé que el hecho de que R2-D2 aparezca en la película es motivo de queja para muchos fans (aunque no tanto como que Anakin cree a C-3PO); sin embargo, existe una razón muy lógica y de peso para que R2 coincida con nuestros héroes: es adorable y vende merchandising a porrillo.
Los láseres de la Federación fulminan a un droide tras otro (al parecer, es más fácil acertar a los pequeños astromecánicos que a la enorme nave brillante a la que están encaramados) hasta que solo queda uno intacto: R2-D2, que consigue reparar el generador justo a tiempo para que superen el bloqueo... sin que les dé ni un solo láser más. En definitiva, que reparar los escudos no ha servido de nada porque hubieran escapado igual sin ellos. ¿Bravo?
Así perdió R2 a sus padres y a su hermana. |
El piloto anuncia que no hay energía suficiente para llegar a Coruscant y que el "hipermotor pierde" (¿el qué?, ¿aceite estelar?), por lo que tendrán que parar a repostar y reparar la nave. Obi-Wan sugiere dirigirse a Tatooine, un planeta pequeño, apartado y pobre en el que la Federación no tiene presencia porque lo controlan los hutt.
Mientras la nave se dirige a Tatooine, la reina en persona (bueno, su señuelo) recibe a R2 en una modesta sala del trono y le felicita por salvarlos a todos, que viene a ser como si yo le diera las gracias a la cafetera cuando me prepara el café. ¡Imaginaos cómo se sentirá el piloto cuando se entere! Él maniobra una nave enorme y brillante, dedicada exclusivamente al transporte de pasajeros, esquivando láseres a diestro y siniestro para eludir el bloqueo, y ¿a quién felicitan? ¿A él? Nooooo. Al cubo de basura con patas. Yo presentaría mi dimisión.
No contenta con eso, y para que la escena dé todavía más vergüenza ajena, la reina señuelo envía a Padmé, la auténtica reina, a limpiar a R2 "lo mejor que puedas". No sé qué sentido puede tener esto en la cabeza de George Lucas, y lo único que se me ocurre es que Padmé estuviera buscando el momento de esconder su consolador láser dentro de R2, para que no le saquen los colores en la aduana cuando lleguen a Coruscant.
Que le den también una medalla a la tostadora por salvarles de un desayuno insípido. |
Mientras tanto, en la rosquilla insignia de la Federación, el virrey y su lugarteniente vuelven a hablar con Lord Sidious y admiten que la reina ha escapado.
"Quiero que se firme ese tratado", dice, enfadado, el siniestro encapuchado.
Solo que en realidad... no quiere que se firme.
Permitidme que haga una pausa y os explique el plan maestro del senador Palpatine, alias Lord Sidious (sí, sorpresa, Palpatine y Lord Sidous son la misma persona, aunque entiendo que no fuerais capaces de adivinarlo, solo tienen la misma cara de nariz para abajo e idéntica voz). La razón por la que Sidious utiliza a la Federación de Comercio para bloquear Naboo es porque quiere provocar un conflicto que el canciller supremo Valorum no sea capaz de solucionar y que al mismo tiempo le consiga simpatizantes en el Senado, para así poder solicitar una moción de censura contra Valorum y que el Senado le elija a él nuevo canciller supremo. Se trata de un movimiento político básico: ganar votos solucionando una crisis que tú mismo has instigado en secreto.
Sin embargo, y de aquí viene mi confusión, todo lo que hace Palpatine a lo largo de la película parece ir en contra de sus propios intereses. Desde luego no le interesa que se firme ningún tratado legalizando la invasión, y, sorprendentemente, Qui-Gon tenía razón al creer que alguien quería ver a Amidala muerta, porque su asesinato sería la prueba definitiva de la ineptitud de Valorum.
Siendo esto así, ¿por qué Palpatine embrolla todo tanto? Imaginad que los planes de la Federación hubieran salido a pedir de boca. El conflicto se hubiera resuelto con un acuerdo que probablemente acabaría declarándose nulo, pero que desde luego no sería suficiente para que la moción de censura triunfase. En pocas palabras: el plan de Palpatine depende de la incompetencia de sus esbirros para ejecutar sus órdenes. No puede ser más absurdo.
¡Absurdo os digo! |
Volviendo a la película, y dado que los neimoidianos se declaran incapaces de seguir el rastro a la reina, Lord Sidious les presenta a la persona adecuada para ese trabajo: su aprendiz Darth Maul, que da un paso al frente para entrar en el rango del holograma después de pasarse varios minutos esperando ansioso el momento de hacer su entrada dramática. Así me imagino yo la parte que no vemos:
"¿Ahora, maestro?", pregunta Darth Maul, impaciente.
"A ver, ¿te he hecho yo alguna señal?", responde Darth Sidious, procurando no mover mucho los labios.
"No, maestro", dice Darth Maul.
"Pues quietecito".
El virrey y su lugarteniente no pueden evitar espeluznarse al ver la estampa demoníaca y tatuada del Lord Sith, que podría incluso ser fan del grupo KISS.
Los Sith también procuran que sus túnicas vayan a juego. |
FIN DE LA PRIMERA PARTE.
La continuación de esta entrada me la reservo para cuando se estrene la próxima película de Star Wars el año que viene, si es que decido que la vida es demasiado corta para hacer las cosas que me gustan en lugar de escribir un artículo kilométrico en el que invertiré un esfuerzo que nadie apreciará.
Ahora espero con más ansias la continuación de la reseña que el episodio VII. Bueno, quizás no tanto así, pero al menos que se vea que sí hay aprecio de tu kilométrico esfuerzo, aunque sea de un completo desconocido y no te reporte ningún beneficio tangible.
ResponderEliminarSólo una duda: el uso de minutos y segundos luz como unidades de tiempo, cuando en realidad son para medir distancias, ¿es un homenaje al uso de "parsecs" por Han Solo en el episodio IV (que tuvo que hacer que tito Lucas tuviera que recurrir a que un hechicero lo hizo, digo inventarse luego una justificación)?
Si que es absurdo el plan de Palpatine si te paras a pensarlo y la cantidad de absurdeces que tiene la peli.
ResponderEliminarPero el trailer molo XDD
PD: El gif del mono es DIOS XDDDDDD
Gran artículo, en especial como señala todos los fallos de guión.
ResponderEliminarNo he podido dejar de recordar el capítulo de los Simpsons en el que se burlan de la película.
Tengo que señalar que los jedis yendo todo el rato con cara de poker tiene sentido, se supone que parte de ser jedi es suprimir sus emociones para no caer en el lado oscuro.
El plan de Palpatine tampoco es tan incoherente, dió por sentado que los jedis conseguirían escapar de los androides y le importa una mierda los intereses de la Federación, lo único que quiere es crear conflicto y así poder destituir al Canciller.
No puedo esperar para ver la continuación.
Genial el artículo, no he podido parar de reirme en varias ocasiones.
ResponderEliminarEn cuanto a la poca expresividad de jedis y lo poco empático que nos hace parecer todo es seña de identidad de Lucas; ya en el episodio IV destruyen a las primeras de cambio un planeta entero al que ningún espectador conoce ni tiene ningún tipo de aprecio...
Coincido, genial artículo.
ResponderEliminarEs increíble el montón de situaciones absurdas que tiene la película.
Valoramos tu gran trabajo y esperamos con ansia la segunda parte :-)
No esperaba que fueras a atreverte a reseñar una de las precuelas pero como siempre, acabas sorprendiéndonos. Desde luego, esta reseña ha sacado a relucir la cantidad de sinsentidos que tiene la peliculita, que no es que no haya otros films con errores pero lo que comete Lucas aqui es para hundirlo en los malolientes pantanos de Dagobah. Pero bueno, no vamos a dar la brasa tanto. En el fondo es de las tres es la que menos me desagrada y tiene buenos momentos, como los bichos marinos, la carrera de vainas y la pelea final. Tres escenas. Triste pero real.En fin, nunca diría esto del Episodio I pero tengo ganas de leer tu siguiente reseña. Al menos, es mas emocionante que la película.
ResponderEliminarLo mejor de la misma es John Williams y su genial banda sonora.
ResponderEliminarMe atrevería a decir que marcó una tendencia por aquel entonces novedosa de meter coros en las escenas importantes de lucha para así darle más épica al momento. No se había visto algo así hasta entonces (corríjanme si me equivoco).
Luego fue copiado por Peter Jackson en la Trilogía del Señor de los Anillos con iguales efectos épicos en cargas y arengas varias de diversas escenas.
Lo segundo mejor de la peli fue la evolución de los combats a sablazo (lumínico) limpio. Acostumbrados al acartonado Obi Wan Kenobi-Darth Vader del episodio IV y los Vader-Skywalker del V y VI más movidos pero poco espctaculares visualmente, te encuentras a Darth Mauk con un sable doble liándola parla contra Qui Gon y Obi Wan... cuanto menos impresiona.
El resto es para olvidar, los buenos, los malos, los droides y el pequeño Ani que es para ahogarle en la bañera antes de que los midiclorianos le activen.
PD: Pese a estar en el adviento, me niego a hablar del paralelismo entre el nacimiento de mujer virgen de Anakin y de un tal Jesús de Nazareth.
Buena Reseña sr Brocha.
Que trabajo te has currado!, espero la segunda parte por puro instinto de autodestrucción. Al leer la reseña sólo pude pensar en que era hora de volver a ver esto: https://www.youtube.com/watch?v=4s46_-t4gRo
ResponderEliminarNada más que agregar, Brocha.
Muchas gracias a todos. Solo quería aclarar que la segunda parte la escribiré (si eso) para cuando se estrene la siguiente película de Star Wars, no El despertar de la Fuerza, que ya es cosa hecha.
ResponderEliminarTu reseña le da mil vueltas a la película, creo que esta película entra en la misma categoría que las películas de El Hobbit. Una mierda infumable.
ResponderEliminarTe lo has currado mucho y me he reído muchísmo.
Con respecto a la película sólo decir que Frank Darabont (Cadena Perpetua, La Milla Verde,...) iba a escribir el guión pero al señor de la papada decidió que él lo haría mejor.
Qué gran película nos perdimos!
Con motivo de la nueva peli de star wars..he hecho lo que muchos frikis..ponerme las tres primeras pelis (las buenas) y después las otras tres (las no tan buenas).precisamente salté directamente del episodio I (al considerarlo una basura) al episodio II.Después de leer tu entrada..lo he vuelto a condiderar...y sólo por recordar todo lo que pones ya merecerá verla.Jar Jar Binks el "retrasator" ja ja ja ja
ResponderEliminarImpresionante, genial el articulo.
ResponderEliminarMejor que la película comentada y no es coña.
La parte del actor que interpretó a Panaka saliendo del rancho Skywalker casi me tira en el suelo.Luego con el resto me caí de la silla directamente.XDDDD
Nota 10/10
Siga así estimado, la fuerza es intensa en usted.
Una genialidad salida de la brocha, como siempre.
ResponderEliminarPor poner un granito de arena en la montaña de despropósitos:
https://www.youtube.com/watch?v=8yy3q9f84EA
El único contraargumento: GLucas jamás podría ser tan buen guionista.
Nos vas a hacer esperar un año para ver la continuación de esta reseña?? el reverso tenebroso es fuerte en ti, preveo que en un poderoso Sith te convertiras XD
ResponderEliminarGenial publicación, mi estimado Sr. de la Brocha. Y discúlpeme por favor por no escribirle tanto como le leo; pero, eso sí, siempre que puedo lo recomiendo con los amigos. Un saludo.
ResponderEliminarespero que no sea verdad lo de que tardaras un año en poner la siguiente reseña de star wars ya que me reido un buen cacho.
ResponderEliminarcosas que aprendimos con esta saga:
el que no tiene un sable lila es por que no quiere
george lucas confundió bi-rey(rey de dos países o en este caso mundos) con virrey , bueno es que suspendía "hortografira" de pequeño.
la amenaza fantasma era que Palpatine inundaría el senado galáctico con reclamaciones absurdas sobre el precio del cafe en la galaxia.
el problema de esta saga es que se quiso poner el foco en los problemas políticos en vez de estar inmersos en una guerra ,¿os imaginas una peli sobre las elecciones generales y que nos la quisieran vender como una peli de accion solo por que han atacado a rajoy? pos eso....
Pues cuando el tipo de la brocha analize la última nos vamos a partir aún más la caja.
ResponderEliminarSolo digo que han metido a una Mary Sue de libro y es un puto remake, parece la parodia de la parodia de Spaceballs de Mel Brooks.Los que no les gusten que les timen , que pasen de ir al cine.Yo fui invitado y cada vez que me reía, a los pobres que me invitaron se les saltaban las lágrimas.Nota 2/10, como comedía 5/10
A mí me gustan las tres precuelas. Creo que son buenas películas de aventuras al margen de detalles subjetivos sobre la mitología de Star Wars. Y lo que cuentan creo que es interesante, ver cómo la esplendorosa República se convirtió en el Imperio, cómo se extinguieron los Jedi, y cómo Anakin cayó en el reverso tenebroso de la Fuerza. Sinceramente me han gustado siempre, incluído Jar Jar Binks.
ResponderEliminarPues bien, ya he visto El Despertar de la Fuerza y estoy espantado. Todavía no sé lo que opinan las masas. A lo mejor se ponen de acuerdo en decir que es la ostia, igual que se pusieron de acuerdo en decir que las precuelas eran malas. Pero si alguien cree que las precuelas son malas y la nueva es buena... entonces es que quiere ser más papista que el Papa.
Gran Articulo, no nos hagas esperar al año que viene que necesitamos maaaaaaaas.
ResponderEliminarLa cuestión es que después de haber visto el episodio 7 las precuelas hasta me parecen buenas... y no lo digo en broma. Empiezo a admirar a Lucas por haber mandado a la mierda a los fans y haber innovado en la saga, en vez de haberse envuelto en la bandera de la nostalgia y haber hecho una película mierdosa como JJ Abrams.
ResponderEliminarPero vamos, que como simpre muy buen análisis, Tipo de la Brocha. Que sepas que tus esfuerzos siempre son muy bien apreciados por aquí :D
Por favor, nada de spoilers sobre el episodio VII, este no es el foro adecuado.
ResponderEliminarGracias.
El desglose más acertado que jamás haya visto de esta película. Espero con ansias la segunda parte.
ResponderEliminarHace poco he visto toda la saga por primera vez y disfrutado mas con tu reseña que con la película en sí. Me parece que en estos primeros episodios el argumento es demasiado complejo por lo absurdo que es, mientras que en las últimas el argumento es sencillo y redondo en su conjunto. Lo difícil para mi es contar historias sencillas y amenas. Por no hablar del excesivo uso de efectos especiales, Yoda es mejor, mas creible con sus "arrugas" que hecho por ordenador. Esperando la segunda parte! 😊
ResponderEliminarNooooo! Por favor! No nos has hagas esperar tanto para la segunda parte del artículo! Si la publicas en breve té daré…. Té daré….mmmmm… las gracias, te vale?
ResponderEliminarReferencia a HordaRobot captada! :)
ResponderEliminarya se ha estrenado la nueva de Star Wars. ¿Es muy tarde para la segunda parte? :D
ResponderEliminarel refrito episodio 7 luce demasiado cutre al lado de la majestuosidad y diseño de episodio 1.... y creo q la mejor star wars es episodio 3 .
ResponderEliminarLa segunda parte debe estar por llegar....
ResponderEliminarSupongo que.... https://www.youtube.com/watch?v=9ig2gWI9CM8
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