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El verano del año pasado, aparte de resolver crímenes con la ayuda del fantasma del padre de Hamlet, estuve jugando a The Witcher 2: Assassins of Kings. Lo compré de oferta en Steam en junio y me lo pasé con la máxima pachorra posible a lo largo de tres semanas, procurando disfrutar de la historia tanto o más que de las búsquedas y los combates. Si mi "cacharro de escribir" llega a cumplir además los requisitos técnicos para hacerlo correr con el übersampling, el antialising, la oclusión de ambiente espacial y la madre que parió a todos ellos, hubiera sido la leche en polvo; pero sé conformarme. Y ahora estoy jugando a The Witcher 3 en PS4 para compensar.El caso es que estos dos videojuegos me han llevado de vuelta a los brazos de la saga literaria de Geralt de Rivia, del escritor polaco Andrzej Sapkowski. Las tramas del primer libro no eran para tirar cohetes y tenían la épica de la lucha por abrir un bote de pepinillos; pero los personajes principales eran singulares y creíbles, albergaban dudas, tenían contradicciones y resultaban carismáticos, y los diálogos sorprendían por la variedad de voces y su sentido del humor.
Por esa razón, decidí que había llegado el momento de desengrasar las bisagras del segundo libro de la saga: La espada del destino.
Sí, lo sé. El título es digno del pastiche de fantasía heroica de un escritor novel, pero no voy a tenérselo en cuenta. Hoy me he levantado generoso.
Al igual que El último deseo, el segundo tomo de la saga del Wiedźmin también se divide en seis relatos, de unas cuarenta o cincuenta páginas cada uno. Aunque esta vez no hay una séptima historia enlazando todas las demás, dos de los relatos son partes diferentes de una misma trama y a la vez son consecuencia de la promesa que hicieron a Geralt en uno de los relatos del primer libro, dando así una mayor cohesión a las andanzas del brujo rivio. A los freaks de la fantasía épica les chifla la continuidad. La continuidad, los bárbaros musculosos embadurnados de aceite y las sacerdotisas vírgenes vestidas con telas vaporosas. O al menos dos de esas tres cosas.
La primera aventura del libro, titulada Las fronteras de lo posible, narra la cacería de un dragón por un grupo de personajes de lo más variopinto del que Geralt acaba formando parte sin quererlo. El relato procura alejarse de los convencionalismos del género y sirve para ahondar en la complicada relación entre Geralt y Yennefer de Vengerberg, la hechicera de "cabellos negros como ala de cuervo" a la que el autor ya nos presentó en el primer libro. También plantea un método muy interesante para despachar a un dragón: "Mataron a una oveja, la llenaron de eléboro, belladonna, beleño, azufre y pez de zapatero. Para estar seguros, el boticario metió dentro dos cuartos de su mezcla de forúnculos, y el sacerdote del santuario de Kreve echó unos rezos sobre el cadáver. [...] Nadie de verdad creía que el dragonzuelo se fuera a dejar engañar por una mierda que apestaba a una legua, pero la realidad superó nuestras expectativas". Lo mismo hago yo para matar cucarachas.
En Esquirlas de hielo, después de liquidar a la versión polaca de la dianoga de la La guerra de las galaxias, Geralt se ve forzado a enfrentarse a un hechicero que, al igual que él, ha compartido lecho con Yennefer. Se agradece que la hechicera no vaya detrás del brujo como un perrito faldero y que su relación se ubique en las Antípodas de un amorío al uso, con constantes tiras y aflojas; pero a veces a Yennefer dan ganas de descalabrarla, y este relato consigue que quiera hacerlo. Ni con supersentidos de brujo puede un hombre entender a esta mujer.
Fuego eterno es una aventurilla en la que Geralt y su amigo el bardo Jaskier ayudan a un mediano a recuperar su vida después de que le suplante un doppler, una criatura que puede cambiar de aspecto con más facilidad que Mortadelo. Se trata de un relato simpático sobre los prejuicios con algún giro inesperado, pero que, en el Gran Esquema de las CosasTM, carece de importancia. Para pasar el rato.
Un pequeño sacrificio cojea de la misma pata que el anterior, pero es mi relato favorito del libro. La historia mezcla una parodia cínica del cuento de La sirenita de Hans Christian Andersen (que, como decía Wally Week, tiene un final hermoso y precioso) con una de las atípicas cacerías del Lobo Blanco en compañía de su amigo el bardo. En ella, Geralt conoce a la maravillosa Ojazos, una poetisa que se enamora del brujo y a la que Sapkowski dota de singularidad y carisma en un pispás. Aunque nada en este cuento de hadas tiene desperdicio, el final se lleva la palma al zanjar toda una vida en apenas un par de párrafos agridulces.
En La espada del destino, que presta su manoseado título al libro, Geralt se adentra en el bosque prohibido de Brokilón, hogar de las dríadas, y allí conoce al personaje revelación del libro: Ciri, una niña pizpireta y todoterreno que se suma a las filas del brujo. Contra todo pronóstico, la cría no despertó mis instintos de defenestración, estrangulación y cremación como tan eficientemente consigue la mayoría de críos en las novelas de fantasía, sino que me encandiló desde el primer momento. Además de la genial interacción entre Ciri y el brujo ("Mi abuela es una reina, no te creas. Como le diga que me querías dar con el cinto, mi abuela ordenará que te corten la cabeza, ya verás"), destacan el cuento del gato y el zorro pelirrojo ("¡Para manguitos, para manguitos!"), y el tenso preámbulo de una batalla que, aunque metida con calzador, no deja de ser emocionante. En cambio, la historia da una cal y otra de arena, y hacia el final se vuelve demasiado esotérica.
Algo más, el último relato del volumen, reúne a un convaleciente Geralt, atiborrado de alucinógenos, con un personaje de su pasado y otro de su futuro. Sapkowski se pasa tres pueblos introduciendo secuencias oníricas y flashbacks que resultan confusos y que no sé hasta qué punto pretenden ser literales o simbólicos. No obstante, el final hace que merezca la pena la fumada.
Portada alternativa más decente. |
En conclusión, y con alguna excepción, los relatos me han gustado más que los del primer libro, y empiezo a darme cuenta de por qué muchos lectores consideran que Geralt de Rivia es un personaje bien definido y complejo, y no un trozo de cartón. No creo que me equivocase al decir lo que dije sobre él en mi reseña de El último deseo (no me citéis ahora); pero es cierto que el Lobo Blanco es mucho más que el héroe fuerte, rápido, recién salido de la lucha, valiente, seguro y más grande que la vida misma sobre el que cantaba Bonnie Tyler. Geralt tiene phatos con hache, no patos de los que se les vuelve el pico del revés cuando les explota una bomba en la cara.
Por lo demás, todo lo que dije sobre el primer libro se aplica a La espada del destino, y sigo pensando que los diálogos son la sal de esta saga. Si Canción de hielo y fuego destaca por su abrumador dramatis personae, sus múltiples puntos de vista, sus protagonistas con claroscuros, y sus intrigas complejas, la saga del brujo lo hace por sus diálogos, a los que la traducción al castellano de José María Faraldo aporta nuevamente mucho valor. No obstante, creo que hice un flaco favor al primer volumen al obviar la aparente facilidad con la que el autor salta de un combate de agárrate y no te menees, a una florida descripción del ambiente, a un diálogo chisposo, o a un sueño atiborrado de simbolismo; su capacidad para cambiar de tercio me maravilla.
Próximamente... La sangre de los elfos.
Canción de hielo y fuego, brilla por ser una telenovela mexicana. El resto, postureo.
ResponderEliminarCancion de hielo y fuego brilla.......... y punto.
EliminarAhora mismo con la serie de television, videojuegos y demas todo el posture que quieras postureo que quieras pero muchos conocimos la saga hace muchisimos años cuando solo los muy metidos en el mundo de la fantasia heroica la conocian y ya desde entonces yo al menos la considero una obra maestra.
Eso si, el nivel de los ultimos dos libros ya no es el mismo de los 3 primeros, en eso creo que casi todos estamos de acuerdo.
Creo que no hay lector de este libro que no haya acabado maravillado con Ojazos :(
ResponderEliminarCon los siguientes libros la cosa mejora mucho. Trama continuada pero muy fragmentada, saltando de un personaje a otro y variando incluso el estilo narrativo.
Ahora que estoy en una etapa de experimentación es hora de salir de mi zona de confort y por eso voy a leer libros de relatos cortos que en general no son mis favoritos, siempre me gusta que haya una continuidad, que haya mucha página que leer.
ResponderEliminarMe lo apunto.
Un buen libro, los siguientes con su trama continuada merecen la pena.
ResponderEliminarDeberías probar el primer juego de la saga, si tu ordenador pudo mover el segundo entonces podrá hacer lo mismo con el primero.
A mi al contrario me gustaron mas estos dos primeros libros de relatos cortos que las novelas, se me hicieron excesivamente lentas y aburridas.
ResponderEliminarAnónimo: Me encantan las telenovelas mexicanas. Quiero decir que me encantarían si las viera. Sí, eso.
ResponderEliminarArkanoid doh: ¡Chicos, chicos! No os peléis. Todo lo que os gusta es igual de bueno. O malo.
eter: Ay, Ojazos... ¿Por qué ella? ¿Por que no yo? ¡Llévame a mí!
Mixtli: Toma nota, sí. Y escribe en mayúsculas para no confundirte luego.
Anonimatus: Prefiero mirar hacia el futuro de la saga. Sé que parece oscuro, pero quizá si enciendo la luz... ¡Mucho mejor!
Dr Nigromante: ¡No me digas eso, hombre! Voy a ser optimista. Lo intento, lo intento... Mierda. He fracasado.