30 de marzo de 2015

Brütal Legend


Brütal Legend es el mejor título de la historia de los videojuegos desde que Thomas T. Goldsmith Jr. y Estle Ray Mann inventaron el "dispositivo de entretenimiento de tubos de rayos catódicos" en 1947. Y, por supuesto, me refiero al nombre del videojuego, no al videojuego en sí.

Es verdad que varias décadas de historia dan para muchos títulos memorables (Diosas de Cuero de Phobos 2: Las tres empleadas de la gasolinera encuentran al tentáculo palpitante del Planeta X, por ejemplo, desborda encanto por los cuatro costados), pero las palabras "brutal" y "legend", en satánica comunión, resuenan con la fuerza y ferocidad de una canción de Pantera rugiendo en una docena de altavoces Omnitronic de 2.000 vatios.

Además, el uso gratuito de la diéresis sobre la "u" le añade un plus de atractivo, y es que este signo ortográfico tan pronto se utiliza para escribir palabras divertidas como "sinvergüenza" o "pingüino", como sirve de recurso estético a las bandas de hard rock y heavy metal que quieren que su nombre resalte en las carátulas de sus discos. Lo utilizan Motörhead, Mötley Crüe y Mägo de Oz, por mencionar unos pocos, y de rompedor no tiene nada, pero funciona. Lo contrario podría decirse de Brütal Legend.


Hace apenas unas pocas semanas escribí sobre Grim Fandango. Esta aventura gráfica fue el segundo proyecto que lideró Tim Schafer para LucasArts después de haberse curtido durante años en la compañía, concretamente desde que empezó a trabajar como tester en los tiempos de Indiana Jones and the Last Crusade: The Action Game, sobreviviendo a base de gusanitos y otras porquerías pringosas que moldearon su figura de botijo.

En el año 2000, el pájaro abandonó el nido y fundó su propia desarrolladora: Double Fine Productions ("¡Con casinos y furcias! Es más, pasó de la desarrolladora. Y de los casinos"). El primer videojuego nacido fruto de esta andadura "en solitario" fue Psychonauts, un plataformas 3D muy aclamado por la crítica, pero con el gancho comercial de un disco de Blood Money, lo que a la larga lo convirtió en lo que se viene llamando un videojuego de culto (dícese del videojuego que a la mayoría de gente le parece una mierda frita, pero al que cuatro enterados le pillan el punto y no paran de dar la brasa con lo bueno que es).

A finales de 2009, después de superar a duras penas un pleito con Activision Blizzard, Electronic Arts lanzó el segundo videojuego de Double Fine, Brütal Legend, que comparte dos cualidades con los títulos arriba mencionados. Con Grim Fandango, un diseño artístico impecable. Con Psychonauts, que fue un castañazo comercial con mucho cult following. Sin embargo, hay también una gran diferencia: ni Grim Fandango ni Psychonauts tenían a Jack Black embutido en un disfraz con músculos de gomaespuma y blandiendo un hacha gigante.

Jack Black y contención son dos palabras que no deberían ir en la misma frase. Tres en realidad.

Brütal Legend mezcla acción y estrategia en tiempo real en un mundo abierto de barbarie fantástica cuya ambientación homenajea y se inspira en las carátulas de los discos de heavy metal, con las cuales me haría carteles para empapelar mi casa si tuviera quince años y no fuera un pringado de más de treinta que pasa más horas de traje que con camiseta y pantalones vaqueros.

Eddie Riggs es el mejor pipa del mundo de la peor banda del mundo, un grupo de música preadolescente cuyas canciones le revuelven el estómago. Para Eddie, la música auténtica, el genuino heavy metal, ha muerto y se siente fuera de época, como si debiera haber nacido antes de su tiempo.

-¿En los setenta?
-Antes. A, emm, principios de los setenta.

El deseo de Eddie se cumple después de que el mastodóntico escenario que él mismo ha montado lo aplaste por salvar a uno de los miembros de la banda de un estúpido accidente. La sangre de Eddie resbala hasta la hebilla de su cinturón, despertando a una fuerza primigenia de las profundidades de la Tierra, una bestia ancestral con cuerpo de acero y entrañas de fuego: Ormagöden, la Bestia del Fuego Eterno, el Incinerador del Cielo, el Destructor del Mundo Antiguo.

Ormagöden aniquila con su rugido llameante a la banda y transporta al desfallecido Eddie a un mundo salvaje en el que la humanidad vive esclavizada bajo el yugo del cruel emperador Doviculus y su lugarteniente de glamuroso cardado, el general Lionwhyte. Y excepto por el tema de la esclavitud es un mundo con una pinta cojonuda. Si eres "jebi", quiero decir.

-Piedra, papel, tijera... ¡Ya! Piedra. Vuelvo a ganar.

Después de despertar en un templo erigido sobre una montaña de huesos y liquidar a unos cuantos monjes siniestros a golpe de hacha y solo de guitarra, Eddie conoce a Ophelia, una joven roquera, luchadora y rebelde, que está dispuesta a dar su vida para liberar a la humanidad de la tiranía de Doviculus.

Conduciendo un bólido de tubos flamígeros de su propia creación, Eddie y Ophelia se abren paso entre las fuerzas demoníacas del emperador hasta el último bastión de la resistencia humana, integrado por el adalid de la libertad Lars Halford, un dios del rock rubio y de torso esculpido, y su hermana Lita.

-Deja de mirar las tetas a mi hermana pequeña, por favor.

Eddie sabe reconocer a un líder cuando lo ve, y Lars es la clase de hombre que entra a formar parte de las leyendas; pero incluso él necesita reunir un ejército, mantenerlo organizado y llevarlo al combate, y eso es algo en lo que Eddie, como pipa, es un experto.

"Todo buen pipa sabe que su trabajo es hacer que otros queden bien, mantener a otros a salvo, ayudar a otros a hacer lo que deben hacer ellos. Todo buen pipa pasa inadvertido. Si realiza bien su trabajo, ni se sabe que está ahí. De vez en cuando, puede subirse al escenario a solucionar algún problema, a arreglar algo. Pero antes de que nadie pueda darse cuenta... ya habrá desaparecido".

Eddie no es el héroe al que recordará la historia ni sobre el que los hombres hablarán en torno a la hoguera cuando la realidad se convierta en leyenda, sino el héroe al que todos los que conocieron recordarán mientras vivan.

Ha llegado la hora de salir de gira.

Condúcelos a la gloria.

El concepto de Brütal Legend viene de lejos; según Schafer, desde los tiempos de El secreto de Monkey Island, y me lo creo porque algo de su amor por el metal se intuye ya en títulos tan tempranos como Day of the Tentacle (el melenudo y orondo Hoagie era pipa) y Full Throttle (anda suelto mucho motero).

La idea de crear un videojuego en el que el protagonista no fuera la estrella, sino el eterno secundario, le vino cuando conoció a un pipa de Megadeth que era una fuente inagotable de anécdotas sobre la vida de los roqueros vista desde detrás del escenario, el lugar sagrado donde esperan la droga y las groupies con pase VIP al camerino. Era un tipo que hacía que las cosas funcionasen, pero nunca se llevaba el mérito y no era famoso. Ni siquiera me he tomado la molestia de apuntar su nombre. Bobbie o algo así.

¿Por qué pensó Schafer en el heavy metal y no en otro género musical distinto? Prrrrt... Menuda tontería de pregunta. Pues porque aparte de ser él mismo un entusiasta del metal, Schafer pensó que si iba a crear un mundo de fantasía "brutal" y "legendario" basado en un estilo concreto de música, había pocos géneros que alcanzasen el mismo grado de alucine que el heavy metal. Desde luego, no hubiera sido lo mismo con Las cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio. Con el metal tienes recorrida la mitad del camino.

¿Qué no hay de inspirador en esto?

Pero el proyecto estaba en el limbo de los "ya lo haré mañana" hasta que Schafer vio a Jack Black en Escuela de rock. Para que el que no haya visto esta película, la misma trata sobre un guitarrista acabado (Jack Black) que convierte a una pandilla de colegiales pijos en una banda de roqueros de segunda y no se lía con la profesora de los chavales porque es la hermana de Jon Cusack. Como en la versión original de la película a Black no le doblaba Dani Martín, el actor contagió a Schafer la pasión de su personaje por la música y le recordó su propio entusiasmo por el heavy metal. Fue entonces cuando Schafer decidió dar el pistoletazo de salida al proyecto en el que llevaba tantos años pensando y, a sugerencia de la distribuidora, contó además con la colaboración de su impulsor involuntario: Jack Black.

Al actor y también vocalista del grupo de rock Tenacious D le enloqueció la idea, y no sólo prestó sus facciones y su voz a Eddie Riggs, sino que participó además muy activamente en una de las campañas publicitarias más entusiastas, ridículas y a la vez menos centradas en el producto de la historia. Viendo vídeos como el siguiente, no es de extrañar que mucha gente se comprase el juego sin tener ni pajolera idea de qué iba.


El argumento (héroe transportado a un mundo de fantasía al que tiene que liberar de una fuerza maligna, despótica y, además, bastante fea) es manido como él solo; pero aquí se eleva hasta cotas gloriosas gracias al fantástico y épico guión de Schafer, de un humor tan acertado como siempre, y a la ambientación, que bebe de la impresionante imaginería de las carátulas de los discos de heavy metal, pasada por un filtro cartoon muy cuidado y con un toque de cine de bárbaros de serie B.

Hay colinas con afloramientos rocosos en forma de manos cornudas, un gigantesco muro de altavoces contra el que rompen las olas, templos coronados con calaveras aladas de metal... Incluso la fauna y flora se han adaptado a este entorno, y en este mundo no es raro encontrarse con bosques de tubos de escape cromados, pinos con copas metálicas en forma de guadaña, bestias con cráneo de metal que escupen fuego y panteras que disparan rayos láser por los ojos.

En pocas palabras: es una puñetera obra de arte.

Típica formación rocosa ígnea. ¿O era metamórfica?

Por supuesto, no menos portentosa que la panóramica es la banda sonora, integrada por una veintena de canciones y melodías especialmente compuestas para el juego, algunas de ellas muy cañeras y otras ambientales, y por un extenso catálogo de temas licenciados que reúne algunas de las canciones más emblemáticas del heavy metal de todos los tiempos: Symptom Of The Universe de Black Sabbath, Painkiller de Judas Priest, Dr. Feelgood de Mötley Crüe, God of Thunder de KISS, Dawn of the Battle de Manowar... Hay más de un centenar de canciones abarcando casi todas las preferencias metaleras posibles: metal sinfónico, metal melódico, black metal, death metal, power metal... Menos metal cristiano, creo que no falta un solo subgénero, y eso que hasta Stryper tiene su punto.

Las canciones suenan en los momentos más oportunos, multiplicando la épica del juego y, a la larga, incluso acabaremos asociando cada estilo o subgénero a una facción distinta (los demonios prefieren el metal industrial de Marilyn Manson, eso lo sabe todo el mundo), y además también podemos disfrutar de ellas en cualquier momento y a nuestra elección mientras recorremos en el coche todoterreno de Eddie este mundo nacido del fuego y del metal.

Si hay un momento en el que la experiencia de juego hace que se me salten las lágrimas de alegría como aficionado al heavy metal es cuando conduzco el Deuce (alias "Quitadruidas") por la llanura aplastando puercoespines y ciervos mutantes al son de Children of the Grave (lo cual no deja de ser irónico, porque la canción es marcadamente antibélica).


El doblaje merece una mención especial. Al reparto encabezado por Jack Black, que es el perfecto Eddie Riggs, se une un deliciosamente perverso Tim Curry como emperador Doviculus (y ni siquiera es la primera vez que interpreta a un demonio) y un pequeño pero destacable plantel de auténticas leyendas vivientes del heavy metal: Ozzy Osbourne, Rob Halford, Lemmy Kilmister y Lita Ford.

En el doblaje español, el Eddie Riggs con voz de pito de Santiago Segura (al que supongo que la distribuidora escogió por haber interpretado a un "jebi" en El día de la bestia y en Isi/Disi: Amor a lo bestia) no llega ni a la suela de los zapatos al Eddie Riggs con vozarrón de motero de Jack Black, y aunque el resto del reparto está repleto de voces muy conocidas, no es lo mismo escuchar a actores de doblaje profesionales, por buenos que sean, que a los artistas de la versión original. Eso sí, la elección es vuestra.

Ozzy Osbourne, Guardián del Metal.

Desafortunadamente aquí acaba todo lo bueno que tenía que decir de Brütal Legend, porque, por atractivo que me resulten los aspectos que he comentado, su jugabilidad me parece un truño de triceratops. Estoy enamorado de su diseño artístico y de su banda sonora, me encantan la historia y sus personajes, y me río con sus chistes; pero jugarlo me aburre la mayor parte del tiempo y me frustra hasta el extremo de golpearme la cabeza con la pared el tiempo restante. De hecho, después de tenerlo cogiendo polvo en un rincón durante varios años, he tenido que obligarme a mí mismo a pasármelo para quitarme la espina que tenía clavada desde el día que me lo compré,  y es que todas las veces que lo había jugado mi entusiasmo se desinflaba poco a poco y, al cabo de unas dos o tres horas de juego, acababa dejándolo de nuevo en su polvoriento rincón.

¿El problema? Imaginaos que Tim Schafer se reúne con su equipo creativo y pide que todos aporten al menos una idea para el juego, en plan brainstorming. "Eddie debería ser un guerrero capaz de atravesar fila tras fila de demonios con su hacha, algo así como Dante en Devil May Cry, pero más roquero", dice uno. "También podríamos incluir batallas con estrategia en tiempo real en las que interviniesen unidades inspiradas en los fans del heavy metal", dice otro. "La música es importante, habría que integrarla en la mecánica de combate. Quizá aparte de utilizar la guitarra como arma, Eddie podría tocarla también para animar y dirigir a las tropas. Podríamos utilizar un sistema similar a la de los Guitar Hero, de modo que el jugador tenga que pulsar una combinación de botones con el ritmo apropiado para ejecutar las acciones correspondientes". "¿Y carreras de coches? Los 'jebis' son unos fanáticos del motor, ¿no?". "A mí me gustan los juegos de tiros con torretas. ¿Puede haber también tiros con torretas?". "Pues yo pienso que habría que construir un mundo abierto con muchos secretos y misiones secundarias"....

Una macedonia en toda regla, ¿verdad? Pues ahora dejaos de imaginar cosas y pensad en qué ocurre cuando la persona al mando solo sabe decir "sí" y todas y cada una de esas ideas se integran en el mismo juego. La respuesta es una una mezcla mediocre de géneros arrejuntados sin ton ni son a la que soy incapaz de cogerle el gusto. A veces es un hack and slash medio decente, a veces un RTS extraño y caótico, y a veces un juego de exploración a cuatro ruedas repleto de objetos coleccionables; y a la hora de la verdad se queda a medio gas en todo, sin llegar a despuntar en nada.

Ya lo decía el emperador Doviculus: el que mucho abarca poco aprieta.

La campaña principal dura entre ocho y diez horas, tiempo que se duplica si afrontamos las misiones secundarias, y os aseguro que cuando superé la última gran batalla campal y maté al jefe final de turno tenía la sensación de no haberme hecho todavía al juego. ¿Deprimente? Sí, pero es que aunque uno puede mejorar mucho a base de repetir una misma cosa e incluso acabar convirtiéndose en un pro contra el que nadie quiere competir en el modo online, mejora muy poco si hace muchas cosas distintas y a cada una le dedica poco tiempo.

El ejemplo más lamentable lo encontramos en las misiones estratégicas, en las que debemos dirigir a la resistencia humana contra las fuerzas demoníacas de Skeletor Doviculus. De las veintidós misiones principales que tiene el juego solo siete son de este tipo y la mayoría se pueden superar en menos de veinte minutos. ¿Diríais que en otros videojuegos de estrategia, tipo Age of Empires o Warcraft, os habéis convertido en unos hachas después de jugar solo DOS horas? La respuesta es no, así que no vayáis ahora de listos.

Esto provoca que la curva de dificultad sea un churro que sale disparado de golpe como un cohete cuando llega el final del juego, y mientras que las primeras misiones son de mero trámite, tutoriales que superamos sin despeinarnos las patillas, el último acto, al que llegamos apenas unas pocas horas más tarde, es una masacre para la que nadie nos ha preparado.

Admito, no obstante, que cuando miro imágenes como esta se me pasa el cabreo.

Dejando a un lado esa variedad mal implementada, Brütal Legend tiene otros defectos menores, algunso detalles por pulir que, si se tratase de un videojuego al que al menos disfrutase jugando, podría pasar por alto, pero que en este caso consiguen que me hierva la sangre, lo cual es muy peligroso para la salud, porque podrían licuarse mis órganos internos.

El más enervante de esos defectos es ir al volante del Quitadruidas cuando no nos limitamos a quemar las llantas en la carretera mientras vibramos al son de temas metaleros. Dado que Eddie a pata es más lento que una balada de los Scorpions y, entre tantas maravillosas ideas, a nadie se le ocurrió incluir puntos de teletransporte en un mapa que abarca alrededor de cien kilómetros cuadrados, tendremos que utilizar el Quitadruidas constantemente para viajar de un lado a otro, y el problema es que este bólido infernal está hecho para los espacios abiertos, donde no hay curvas cerradas ni árboles con los que chocar a cada metro, así que conducirlo por puentes estrechos o zonas con obstáculos es un suplicio de despeñamientos y atascos constantes que provoca que me rechinen los dientes. ¿La última carrera contra el demonio Fletus? Mi inodoro estrellado en la calle entre pedazos de cristal.

¿Salir de este bosque de huesos sin chocar con nada? Misión imposible.

A pesar de todo, no me arrepiento de haber dedicado un par de días a pasarme este juego e incluso he aprendido a apreciarlo sin necesidad de consumir sustancias estupefacientes y psicotrópicas. Reconozco que he vivido momentos muy frustrantes, de querer reventar el mando contra el suelo a lo Pete Townshend o arrancarle la cabeza a un murciélago de un bocado, y las partes de estrategia no son santo de mi devoción; pero entre la ambientación, la música, la historia y las partes de exploración, Brütal Legend se las ha apañado para hacerse un hueco en mi Billboard Hot 100.

El mundo de Brütal Legend es el sueño de un "jebi" hecho realidad, fantasía metalera elevada a la enésima potencia, y eso lo convierte en fan service de la mejor clase. Funciona como experiencia, aunque no tanto como videojuego.

12 comentarios

  1. Tuve la oportunidad de encontrarlo en un Game hara un par de años después de estar más descatalogado que el Castillo de Grayskull, además por una miseria. A pesar de que carece de rejugabilidad y los controles le impiden ser un titulo de culto, desde el minuto uno se demuestra el derroche de talento y trabajo desde Double Fine. Detalles como los cameos y los menús, o los diseños de criaturas y personajes basados en prácticamente todo el abanico de tendencias rockeras ya es en sí una pasada, sin embargo, más que una amalgama de estilos creo que es una versión del Ocarina of Time de Zelda muchísimo más hardcore (y más todavía si le quitamos las dos capas de censuras en la intro) que se plasma en los hechizos e invocaciones de bestias con la guitarra (sustituyendo a la ocarina) o cambiando a la buena de Epona por esa bestia custimizable del Quitadruidas.
    No será un 100 en cuanto a puntuación, pero sin duda es un imprescindible de la pasada generación.

    A ver si ahora que Disney vende derechos de Lucasarts al mejor postor, con Grim fandango a la venta y el Día del Tentaculo en camino, podemos ver el regreso de Monkey Island, ya con el "3" de coletilla.

    PD: Espero con ilusión una review de Discworld Noir, y más tras las tristes noticias de Sir Terry Pratchet

    PD2: El artículo COJONUDO y lo has clavado! ;)

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  2. Brutal Legend siempre me llamo la atención pero no se. Por un lado, al igual que indicas tu, muchas criticas hablaban que pese a la ambientación Heavy y la presencia de música rock el juego era repetitivo y algo aburrido. Y por otro, tengo muchos juegos pendientes. Ando con el nuevo Tomb Raider y tengo pendiente el Skyrim, el Darksouls, el Max Payne 3, el Red Dead Redemption... y mejor lo dejo que si no me da algo. Pues eso, que lo jugare cuando pueda. Muy buen articulo.

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  3. Frankie MuBert: Hace mucho tiempo, en un blog no tan lejano... escribí sobre Discworld Noir. Ahora lo haría de otra manera, quiero pensar que mejor. Quizá recupere y revise ese análisis para este blog.

    JoakinMar: Si tienes que elegir y te gusta el western, empezaría por Red Dead Redemption. Merece la pena por muchas razones. ¡Recordemos treinta!

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  4. Un artículo brutal, como el juego.

    A mi no me molestó demasiado la mezcla de generos, es verdad que estaba mal implementada pero le añadía una variedad al juego que evitó que se hiciese monótono y aunque la última batalla es difícil como ella sola anda que no mola cuando consigues fabricar el camión gigante.

    Estoy de acuerdo con la queja sobre la falta de puntos de teletransporte, también añadiría que la melodía para invocar criaturas no permite elegir cual va a aparecer, limitándose a la más poderosa que hayas adquirido aunque otras en teoría más débiles sean más útiles para ciertas situaciones.

    Otra cosa que tampoco me gusta demasiado es lo mucho que se exagera lo de los pipas al final de juego.

    Es una pena que este no recibiera el reconocimiento que se merece, pese a sus fallos tiene uno de los mejores diseños artísticos y atención al detalle jamás hechos en la historia de los videojuegos, incluyendo el sentido del humor que caracteriza a los juegos de Schaffer, (no puedo evitar reirme cada vez que Eddie llama lloricas a los góticos)

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  5. Yo no pude con el, igual poniendome consigo acabarlo pero las mecanicas rotas me sacaron del juego.

    Visualmente es muy espectacular y la ost mola pero no podia seguir sin romper el teclado en la mesa.

    PD: Yo compre y me gusto Psychonauts

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  6. Muy buen artículo, comparto en gran medida tu opinión. Sin embargo, yo soy algo más benevolente con este juego, y es porque sinceramente creo que se "ríe" de sí mismo, y lo hace porque PUEDE, y eso le da +10 puntos en todo. Me explico.

    Cuando al principio, Eddie habla de que la música actual ya no es "auténtica" como antes (algo que es una puta verdad como un Hummer de grande) también es una afirmación extrapolable a los videojuegos. Actualmente los videojuegos parecen carecer (salvo excelsas excepciones) de "autenticidad", sentimiento, alma, magia o como lo queráis llamar, pero yo ahí veo o quiero ver una pequeña crítica al mercado actual, un paralelismo entre música y videojuegos. Así que, pese a sus defectos, no podemos negar que es un juego AUTÉNTICO y BRUTAL. (Así en mayúsculas queda mejor), y eso hace que olvidemos sus carencias y se refuercen sus bondades.

    También es cierto que tengo debilidad por este juego, su banda sonora y por Tim Schafer, que me cae bien, y me parece un tío majo.

    PD: El doblaje de Santiago Segura no está tan mal. Peor sería que lo hubiese doblado Dani Martín...



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  7. En su momento me llamaba (me gustan los videojuegos y el heavy... y antes de esto parecía que a lo máximo a lo que podíamos aspirar era el juego de Eddie de PlayStation).

    Pero soy un nintendero recalcitrante, así que naturalmente me lo perdí. De primeras me jodio, pero las opiniones que he leído por internet -y las de un par de amigos que lo jugaron- son coincidentes con la tuya... como juego parece que es flojito, y eso no deja de ser lo más importante por mucho que mole que tenga a Judas Priest en la BSO o que haya un personaje basado en Ozzy.

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  8. Anonimatus: Diseño, humor, música... todo lo que NO tenga que ver con jugar, con tener el mando entre las manos y manejar las cuerdas que sujetan a Eddie, chapó. Pero los videojuegos están para jugarlos y este tiene serios problemas con eso.

    Vladek: Has descrito a la perfección mis primeras partidas de Brütal Legend. A la perfección. De no ser por esta tozudez mía...

    Camus: Tiene autenticidad. ¡Desborda autenticidad! Pero falla como videojuego, que es lo que es.

    eter: Viendo los discos que te gustan, a una parte de ti le encantaría Brütal Legend, lo cual fastidiaría mucho a esa otra parte de ti a la que le tocase jugarlo.

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  9. Los juegos del Schafer me suelen gustar pero de este he visto muchas críticas que lo tachan de mediocre para abajo.
    La cuestión es que teniendo casi 650 juegos en Steam no sé si merece la pena que le dedique un tiempo que podrían llevarse juegos mejores. Quiero decir, ¿merece la pena jugarlo aunque sólo sea por la experiencia narrativa?

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  10. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  11. Está la opción de ver el gameplay completo en Youtube, se disfruta de la experiencia narrativa sin tener que jugarlo.

    Es una forma para 'acabar' esos juegos que se dejan a medias, yo prefiero hacerlo a la manera tradicional.

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  12. Juan Mendez: Para mí ha merecido la pena. Pero con la cantidad de juegos mejores que hay, yo no perdería el tiempo con uno que falla precisamente como juego.

    Anonimatus: No vale con verlo, hay que vivirlo. Compartamos la frustración.

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