19 de enero de 2015

'Odiseo: El retorno', de Valerio Massimo Manfredi

Hace casi un año, escribí la reseña de El juramento, la primera parte de la dilogía de Máximo Décimo Meridio Valerio Massimo Manfredi sobre el héroe griego Odiseo. El libro me gustó más que una brontohamburguesa a Pedro Picapiedra y me alegré de que Manfredi por fin hubiera roto ese largo ciclo de novelas chof y vuelto a los buenos viejos tiempos de Alexandros. Por lo tanto, no os extrañará que que mis expectativas para el segundo volumen de esta dilogía estuvieran cerca de la mesosfera.

Pues bien, aunque quiero dejar claro desde el principio que el libro no es un pestiño, quiero dejar todavía más claro que a medida que leía El retorno, mis ilusiones cayeron en picado desde lo más alto de la estratosfera, atravesaron en llamas la troposfera y se pegaron un castañazo en algún punto de la sierra de Malagón, porque esta novela está a mil j****** millas de ser lo que prometía.

La mayor virtud del primer volumen no era relatarnos la guerra de Troya utilizando un lenguaje y una sintaxis para dummies, ni tampoco acercar las leyendas griegas de los tiempos de Maricastaña al lector actual, que quizá no tiene ganas de enfrascarse en las marañas líricas de la Ilíada pero está interesado en conocer una versión de los mitos y leyendas más fidedigna que la película de Wolfang Petersen. No, amigos, donde realmente brillaba El juramento era en todo lo que aportaba Manfredi de su propia cosecha al poema original; por un lado, completando los huecos dejados por Homero en la vida de Odiseo y, por otro lado, desmitificando los grandes mitos griegos, esto es, dándoles explicaciones plausibles a lo que de otra forma sería un suceso paranormal y reservando los encuentros con los dioses a las veleidades del subconsciente. Este doble ejercicio de expansión y positivización apenas se percibe en El retorno, lo que me obliga a utilizar palabras como expansión y positivización cuando lo que a mí me gusta es meter chascarrillos dignos de maese Ibánez.

La segunda y última parte de la dilogía sobre Odiseo (aka Ulises) es una adaptación del poema épico griego la Odisea, que, para quien no lo sepa y prefiera evitar la Wikipedia, cuenta, para empezar, el complicado y largo viaje de vuelta a casa de Odiseo tras la guerra de Troya (y no hablamos de complicaciones como que se le pinche una rueda o se le acabe la gasolina en mitad de la carretera, sobre todo porque el viaje es por mar, sino de problemas mucho más gordos: cíclopes, sirenas, monstruos caníbales y unas tempestades que reíos vosotros de la que se les vino encima a George Clooney y Marky Mark en La tormenta perfecta), y luego la sangrienta venganza que hace caer Odiseo sobre los pretendientes de su fiel esposa Penélope, a los que encuentra apalancados en su palacio y escabecha sin remilgos.

Otra complicación más para Odiseo: el presupuesto de una TV movie.

Las principales diferencias entre el poema épico y la novela de Manfredi son que en esta la historia la cuenta el propio Odiseo en primera persona, no el poeta Homero en tercera, y que el relato empieza en el momento en que Odiseo pone rumbo a la isla de Ítaca tras abandonar las costas de Ilión, no in media res con el protagonista disfrutando de unas paradisíacas vacaciones en la isla de Calipso (la "diosa" griega, no la música afrocaribeña).


A partir de la salida de Troya, Manfredi sigue en orden cronológico las aventuras de Odiseo y sus hombres: corrieron, lanzaron la jabalina, lucharon, afrontaron las sacerdotisas, con el mago, el cocinero, la bestia, los funcionarios, los cocodrilos...

-Si quieres aparecer, será mejor que aparezcas mañana. ¡Adiós!

El quid  de la cuestión es que aunque la novela es entretenida y ahorra al lector tener que bregar con el poema de Homero, Manfredi pone muy poco de su parte en este relato aparte de la voz del narrador. Esto significa que si ya te sabes la historia del famoso héroe itacense porque tuviste el coraje de leerte la Odisea y la entendiste, o porque te la resumió un profesor en el colegio, o porque cayó en tus manos alguna adaptación más digerible que el poema original, la novela de Manfredi no te va a descubrir nada nuevo.

Al terminar de leerme El juramento, me preguntaba cómo se las ingeniaría Manfredi para contar desde un punto de vista igualmente desmitificado todas las aventuras que vive Odiseo en su largo periplo por el mar en busca de su hogar. Cuando se pretende prescindir de lo fantástico, los cantos de Homero sobre dioses, cíclopes, espíritus, sirenas y monstruos marinos son mucho más difíciles de abordar que los sucesos de la guerra de Troya, y, por lo tanto, sentía verdadera curiosidad por ver lo que se inventaba ahora Manfredi para reemplazar los mitos. ¿Renegaría completamente de los sucesos fantásticos, o convertiría a Polifemo en un pastor tuerto con acromegalia y sustituiría a Escila por un calamar gigante con muy malas pulgas?

Andrómeda parando los pies a Scylla.

Por desgracia, la respuesta al interrogante que me planteé en su momento es decepcionante. En este segundo volumen, Manfredi se pasa el realismo por el arco del triunfo y se sumerge de pleno en la mitología clásica. El cíclope es un gigante brutal con un solo ojo debajo de la frente, Circe transforma a los hombres en animales con sus brebajes, y el espectro de Tiresias surge del Hades para echar las cartas a Odiseo. Por lo tanto, o bien el lector decide creer que los dioses, los monstruos y la magia existen en este mundo antiguo, o bien piensa que Odiseo es un esquizofrénico adicto al loto.

En cualquier caso, no es de recibo que en El juramento se dé una explicación más o menos racional a los mitos sobre Jason y Heracles y, en cambio, en este segundo volumen, Odiseo eche volar por los aires de la mano de Calipso emulando a Lois Lane y Superman en la película de 1978. Es poco consecuente con las bases que el propio autor había sentado en el primer volumen y eso me irrita más que cagar después de haber comido jalapeños.

Odiseo sería Lois, por si teníais alguna duda.


El único aporte valioso y palpable por parte de Manfredi a la historia es que no la termina allí donde acaba la Odisea, esto es, con Atenea interviniendo para evitar la venganza de los familiares de los pretendientes masacrados, sino que dedica cinco capítulos más (de veintisiete que tiene el libro) a encaminar a Odiseo hacia el destino que le vaticinó el espectro del vidente Tiresias durante su visita al Hades en la Odisea (FYI: Tiresias dijo a Odiseo que tras la matanza de los pretendientes, tendría que hacer turismo por el continente con un remo hasta encontrar gente que supiera tan poco del mar que confundiera el remo con un bieldo, momento en el que debía clavar el remo en la tierra y sacrificar tres animales a Poseidón para estar de buen rollo con él).

Para mi gusto, hubiera sido mejor concluir el libro con un final feliz estilo Disney, dejando a Odiseo vivir en paz con su esposa y su hijo en Ítaca hasta el fin de sus días; pero al menos me consuela saber que Manfredi no tiene intención de dedicar una tercera novela a las exóticas aventuras de Odiseo en el extranjero y a su absurda muerte a manos del hijo bastardo que tuvo con Circe. Si queréis saber más sobre esto último, buscad información sobre la Telegonia, que viene ser el spin-off de la Odisea.

¿Un final feliz para Sean Bean? Lo dudo.

El segundo problema que tengo con esta novela es el propio Odiseo, cuyo nombre ("el odiado") cobra ahora sentido dentro y fuera de la narración.

En El juramento, Manfredi dibujaba un Odiseo muy humano con el que era fácil empatizar a pesar de que el autor no prescindía de aquellos pasajes que podrían enturbiar su imagen a los ojos del lector (sacarse mocos en público, confundir el cuchillo del pescado con el de la carne...), pero en El retorno no hay por dónde coger al personaje. De rey guerrero orgulloso y astuto, urdidor de la caída de Troya, Odiseo pasa a ser aquí un capitán creído, egoísta, farsante, irascible y muy, muy llorón. Y si hay algo que no aguanto, es a los llorones. Los hombres de Odiseo mueren uno tras otro porque él no sabe mantener el pico cerrado y jamás oyó aquello de que la curiosidad mató al gato, y luego, eso sí, se lamenta de su triste destino y llora a moco tendido, como aquella novia de Jerry Seinfeld que gimoteaba incluso cuando se le caía la salchicha del perrito caliente al suelo.

Charles Bronson no lloraba en Death Wish 2 cuando violaban y mataban a su hija, y no por ello era menos humano, y creo que todos podemos aprendar algo de las películas de Charles Bronson.

-Tranquila. Solo es un perrito.

Otra parte que no trago del protagonista es que no pare de decir lo mucho que quiere a su Penélope y cuantísimo la echa de menos, y luego la ponga los cuernos a la mínima de cambio. Lo de Circe es una canita al aire, un alivio temporal para evitar caer en la sodomía; pero la "reclusión" con Calipso clama al cielo. Me enerva que Odiseo se pase siete años fornicando en una isla de ensueño con una diosa que compra sus vestidos en la misma tienda que Cristina Pedroche en Nochevieja, en lugar de hacer todo lo posible por regresar a casa, donde su mujer, su hijo, su padre e incluso su perro las están pasando canutas por culpa de un montón de gorrones aspirantes al trono.

Algunos dirán que es Calipso la que no quiere dejar marchar a Odiseo y que éste se desvive en todo momento por volver a casa; pero tampoco es que el itacense se esfuerce mucho por buscar vías de escape entre un revolcón y otro. Dos semanas engordando en el sofá sin ducharse ni afeitarse, eructando y pedorreándose a placer, y os aseguro que Calipso le hubiera puesto de patitas en la calle en menos que canta un gallo.

Es cierto que en esto la historia no difiere del poema original, y que el Odiseo de la Odisea carece de los escrúpulos que parecía tener en la Ilíada; pero el caso es que la Odisea no te la cuenta Odiseo de viva voz, sino el poeta Homero (ya fuera una persona o varias a lo largo de la historia), y esa distancia entre lector y protagonista, inexistente en la novela, facilita la digestión de las flaquezas e imperfecciones del "glorioso héroe". Con el libro de Manfredi estás encaramado a la chepa de Odiseo todo el viaje y, o bien pasas de su culo, o bien acabas aborreciéndolo por crápula y libertino.

En mi caso, el único momento de toda la novela en el que llegué a sentir algo que no fuera indiferencia fue cuando Odiseo llega a Ítaca y su perro Argos, que está hecho una birria, menea la cola una última vez al ver a su dueño y luego espicha de viejo. "Y a Argos le arrebató el destino de la negra muerte al ver a Odiseo después de veinte años", decía el poema. Ante esta muestra de fidelidad canina sí me parece normal que Odiseo suelte alguna lagrimita.

Menos mal que todos los perros van al cielo.

En conclusión, aunque el libro ofrezca una lectura ligera y entretenida, sobre todo si no conoces de antemano el desenlace de cada prueba a la que se enfrenta Odiseo, me esperaba bastante más de Manfredi que una sencilla adaptación de la Odisea contada por un protagonista insoportable.

8 comentarios

  1. ¿En la novela no se menciona nada acerca de la búsqueda de Telémaco? En caso afirmativo, ¿Cómo es abordada?, dado que mencionas que está escrito en primera persona...

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  2. Mira que eres picajoso, para una película donde Sean Bean no muere e incluso queda bien como es en la megaproducción Troya con Brad Pit. (parece inteligente y todo, en lugar de ser un cenizo como Boromir o un tontoloscojones como Ned Stark.

    Muy interesante el libro este, ni me lo bajaré ni me lo compraré, gracias por la advertencia sr brocha.

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  3. Siempre me han llamado la atención las novelas de Manfreddi. Siempre he estado tentado de leer La Ultima Legión. ¿Recomendable o mejor leo la trilogía Alexandros?

    Sobre este libro, es un poco raro pasar de un novela realista a una secuela fantastica, y me sorprende, ya que Manfreddi siempre ha destacado por su rigor historio (o al menos eso he oído).

    Por cierto, ese telefilme lo he visto yo en Telecinco hace ya tiempo. Y no recordaba que Sean Bean fuera Odiseo (o Ulises!!!) en la peli de Brad Pitt. Por cierto, sabe que el ex de Rachel quiso meter katanas en la película. Para que vea lo pedazo de historiador que era Tyler Durden!!!

    Feliz Año aunque ya hayan pasado 19 días y no haya visto aun El Hobbit. Creo que podre vivir sin verla.

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  4. José Luis: El propio Telémaco cuenta a Odiseo por dónde ha andado cuando se reencuentran después de veinte años.

    Doctor Müller: De nada, siempre es un placer fastidiar un poco las ventas de una novela.

    JoajinMar: La última legión es mediocre. Si me puedo fiar de mis recuerdos, Alexandros le da mil vueltas.

    Katanas en la guerra de Troya... ¡Ja! Eso sí que me hubiera gustado verlo.

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  5. Viendo el artículo da la sensación de que lo ha escrito otra persona y que Manfredi le prestó su nombre.

    Dado que todo se contaba desde el punto de vista de Odiseo habría sido muy fácil arreglarlo todo al final de la novela revelando que enfermó en el viaje de vuelta y que todo eran alucinaciones suyas, de esa manera habría podido poner todo lo fantástico de la Odisea sin perder el realismo, una pena.

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  6. No es la primera crítica mala que leo de este libro y sobre el autor, yo prefiero leer novela histórica clásica. Si me sentía tentado de leerla me alegro de no arriesgarme.

    Le has dado caña.

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  7. Anonimatus: Tu solución es como lo de "fue todo un sueño", y me da en la nariz que al lector medio no le gusta que le tomen el pelo.

    Mixtli: No sé si demasiada caña... Ahora me da pena.

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  8. Se que no tendría que venir en este post pero para el que le interese ya hay alguien que ha editado las películas del Hobbit en una sola:

    http://www.meristation.com/cine/noticias/un-fan-remonta-la-trilogia-el-hobbit-y-la-deja-en-un-film-de-4-horas/45429/2036395

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