Lo importante es que el Hombre del Mañana es un pionero. Con él dio comienzo la era de los superhéroes, de las mallas ajustadas, los poderes fantásticos y las dobles identidades que no hay por dónde coger. Antes de Superman solo estaban Popeye, Tarzán y justicieros pulp xenófobos como Hoverboy.
Por lo tanto, si a estas alturas alguien desconoce aún su origen, debería sentirse igual de ignorante que si no supiese en qué año descubrió Colón América, dónde está la Isla de Pascua, o cuántos robles roería un roedor si los roedores royeran robles. Ha pasado de ser una cuestión de cultura popular reservada a los raritos aficionados a los cómics a ser una cuestión de cultura general sobre la que podrían preguntarte en el Trivial Pursuit.
Así las cosas, debemos preguntarnos: ¿Necesita el público que le presenten a un personaje como Superman, Batman o Spider-Man cada pocos años? Yo me inclino por pensar que no, pero parece ser que sí, y no me voy a hacer el listo pensando que no hay estudios de marketing detrás de estos constantes reboots.
Sin embargo, yendo al terreno personal, preferiría que no me contasen los orígenes de un superhéroe una y otra vez, ¡quiero ver historias nuevas! ¡Quiero ver a Superman enfrentándose a alguien que no sea Lex Luthor o Zod! ¡Quiero que pelee contra un supervillano que no sea el Hombre Nuclear de Superman IV? ¡Quiero que hagan referencia a aquella vez que Superman estuvo a punto de protagonizar una peli porno con Big Barda! ¿Es eso mucho pedir?