Thor: El Mundo Oscuro (2013)

En primer lugar, he de manifestar mi más profundo descontento por el hecho de que la película no se titule Thor 2. Me parece que con ello han desaprovechado un chiste obvio y burdo para su distribución en países de habla española. De todos modos, el tiempo pondrá las cosas en su lugar, y cuando dentro de un año o menos, el Blu-ray de la película esté en mi estantería, yo preguntaré a las visitas si le apetece ver Tordos y no Thor: El Mundo Oscuro.

En segundo lugar, debo confesar que salí del cine tal y como entré: con náuseas. La película no tuvo nada que ver. Lo que ocurre es que ese día había comido como un cerdo. Colines, pan con tomate y jamón serrano, chistorrita, huevos rotos con patatas y jamón, chuletón de buey, tarta de dos chocolates y, por supuesto, café. Un banquete para dos o tres personas que mi estómago se negaba a digerir. Supongo que tenía la sangre tan saturada de alimento que no me llegaba riego al cerebro, porque estuve vegetando con los ojos abiertos durante gran parte de la película, de tal modo que apenas hubiera desentonado jugando al ajedrez con Stan Lee en la clínica donde ingresan al personaje de Stellan Skarsgård.

En pocas palabras: no estaba en la mejor disposición para ver una película de casi dos horas en la que hay que quedarse hasta el final de los títulos de crédito para ver la última escena (aunque el "extra" que merece la pena, por su conexión con la trama de Thanos y las Gemas del Infinito, es la escena que está a mitad de los créditos, no la última, que es de una ñoñez supina).

Dicho esto, que podría haber influido en cierta medida en mi opinión, pasemos a la sinopsis.

El filme comienza, al igual que la primera película, con otra copia de la primera batalla de La comunidad del anillo. Esta vez los bandos enfrentados son los asgardianos, liderados por Bor, padre de Odín, y los elfos oscuros, liderados por Malekith, que pretende devolver el universo a la oscuridad mediante una fuerza llamada Éter.

¿Por qué quiere Malekith hacer borrón y cuenta nueva, si en la oscuridad no van a hacer más que tropezarse con trastos y maldecir a grito pelado? No lo sé, pero descontando la incomprensible motivación del villano, este comienzo me gusta porque toma elementos de la mitología nórdica y, más concretamente, del poema édico Völuspá, en el que una vidente habla a uno de los hombres de Odín del estado primigenio del universo, "cuando nada había [...], solo un gran vacío y nada crecía".

Los elfos oscuros, o svartálfar, provienen de la Edda en Prosa del historiador islandés Snorri Sturluson, que enumeró las distintas razas que habitan el mundo. Los elfos, aclaró Snorri, son de dos tipos: brillantes, que viven en Alfheim (literalmente, el Reino de Alf, el extraterrestre de Melmac de la sitcom americana), y morenitos, que se esconden bajo tierra, en Svartalfheim, el mundo de los elfos oscuros.

Probablemente los elfos oscuros eran los enanos de otros mitos europeos, pero cuando Walt Simonson los incorporó al universo Marvel en 1984, debió de descartar esa opción porque dibujar al dios del trueno golpeando a personas de baja estatura podría considerarse políticamente incorrecto. Diversión desaprovechada.

La inclusión del Éter en el argumento es, en cambio, más confusa, ya que el Éter no es un elemento de la mitología escandinava, sino griega, donde se define como el aire que respiran los dioses y, según las fuentes, se confunde con Urano, el dios cuyos testículos sesgó Saturno cuando aquél yacía con Gea, el mismo Saturno que se merendó a sus vástagos como si fueran pepitos de ternera. No sé cuál ha sido el papel del Éter en los cómics de Marvel, y dudo que lo tenga siquiera, ya que en el Thor de Walt Simonson, Malekith iba en busca del Cofre de los Antiguos Inviernos, que ya utilizaron en la primera película, no del Éter. A lo mejor a los guionistas sencillamente les gustaba cómo sonaba la palabra. Éter rima con catéter.

The Mighty Thor #344. Los elfos oscuros atacan a un hombre obeso.

Sigo con la sinopsis. Malekith y algunos de los suyos huyen con el rabo entre las piernas después de demostrar que los elfos oscuros son un cagarro, y Bor entierra el Éter a gran profundidad porque es demasiado "poderoso" para destruirlo (ajá), con tan mala pata que Jane Foster lo encuentra tropecientos años después mientras busca la forma de volver a reunirse con Thor, el dios del que se enamoró locamente después de pasar casi tres minutos seguidos con él. Jane absorbe el Éter, los elfos oscuros van a por ella, y Thor y Loki inspiran más fanfics de temática homoerótica.

En resumen, una vez planteado el argumento, ya no hay nada que vaya a sorprenderos.

No, Kurse, tú tampoco me sorprendes. Y, por cierto, me gustabas más de rojo, amarillo y naranja.

A Marvel le ha costado tiempo y no pocos fracasos (la serie de Spider-Man de los setenta y la película del Capitán América de 1990 son buenos ejemplos), llegar a la fórmula que tan bien funciona ahora en taquilla. Desde del estreno de Iron Man en 2008, ha habido un largo camino de formación en el que el estudio ha pulido los defectos que iba encontrando en sus producciones y mejorado aspectos que ya eran positivos, tratando siempre de dar al público lo que quería, tanto a los fans de los cómics como a los espectadores a los que aquello del Guantelete del Infinito les suena a cachivache del profesor Bacterio. La compra por parte de Disney en 2009 no cambió eso. Hulk aún no danza por el bosque cantando con los pajaritos.

Este aprendizaje ha dado lugar a que todas las películas de Marvel desde Iron Man estén bien realizadas y sean entretenidas. Tienen sus más y sus menos, y no todas merecen el precio de una entrada de cine; pero están muy lejos de ser un fiasco. Por eso, siguen dando buenos resultados en taquilla.

Con ello quiero decir que si os gustaron las otras películas de Marvel, y especialmente Thor y Los Vengadores, os gustará El Mundo Oscuro, porque es más de lo mismo. Por lo tanto, los motivos para decidir si verla o no los podéis encontrar en cualquiera de mis reseñas anteriores.

¿Cuál es el problema desde mi punto de vista? Que Marvel se ha convertido en una máquina de hacer churros. Mientras a la gente le guste comer churros, todo irá fenomenal y el negocio seguirá viento en popa. Pero el día en que la gente se canse de churros y quiera, ¿qué sé yo?, porras o tostadas con mantequilla, habrá que variar la fórmula. Quizá ese momento llegue con Los Guardianes de la Galaxia, o puede que antes con Soldado de Invierno, pero os puedo asegurar que no ha llegado con El Mundo Oscuro.

Apuesto por los Guardianes de la Galaxia y su mapache espacial.

La película sigue a pies juntillas un manual en el que las escenas de acción y los diálogos chistosos (o no) se suceden sin pausa, y todo lo que ocurre, giros "imprevisibles" incluidos, se ve venir a la legua. Cualquier interés que pudiera tener el argumento se desaprovecha en la ejecución. Los personajes apenas cambian desde sus últimas apariciones y no hay ninguna secuencia que quite el hipo, incluso es reprochable que en las escenas de acción no siempre sepas lo que está pasando. Al final, se trata solo de un producto más. Avalado por la marca Marvel, sí; pero producido en cadena.

En ese sentido, la película viene a ser como un cómic de relleno, de esos que lees una vez, guardas y no vuelves a ver hasta que te falta espacio en la estantería y te planteas si tirarlo a la basura. A mí me recuerda a esos números en los que Spider-Man se enfrentaba a Bumerang o al Zancudo. Son productos con los que te entretienes, pero si los dejas pasar, tampoco te pierdes gran cosa.

Chris Hemsworth sin la barba teñida de rubio empieza a recordarme a George Michael.

Tampoco quiero que os quedéis con una mala impresión por culpa de mi estómago revuelto, porque lo último que he dicho es aplicable al 95% de las películas que verá a lo largo de su vida cualquier persona que prefiera moverse en el círculo del cine comercial.

Thor 2 no solo es un título tronchante, también es una película divertida y emocionante, con grandes efectos especiales, momentos genuinamente graciosos (el cameo brindado por la magia de Loki, el Mjölnir en el perchero...), algunos guiños al universo Marvel e interpretaciones decentes. Lo único que le achaco en realidad es el desgaste, la sensación de que Marvel hace películas en modo automático. Eso, y que Thor no se pone nunca el casco a pesar del toque tan varonil que le dan las alitas en los cómics. ¿No aprendimos nada de Astérix?

Por último, la cinta también necesita más Kat Dennings sin tanta capa de ropa encima, aunque entendería que Natalie Portman no quisiera compartir cartel con una mujer que está en las antípodas de la curva femenina en lo que a ella respecta.

¡Miau!