Los incorregibles albóndigas (1979)

Cuando uno oye un título como Los incorregibles albóndigas y ve ese magnífico cartel en el que sale Bill Murray rodeado de chicas ligeritas de ropa metiéndole mano, lo normal es que piense que se trata de la típica comedia americana de adolescentes salidos. De hecho, en los años ochenta, Hollywood produjo unas cuantas: Porky's, La revancha de los novatos, Desmadre a la americana... Una gran época en la historia del cine, ¿qué os voy a contar?

Sin embargo, la cosa tiene su truco, porque lo que el espectador va a encontrarse en este filme no es tanto eso, como un homenaje escrito en tono de nostalgia a las experiencias vividas en los campamentos de verano, un recordatorio de aquellos días maravillosos que algunos de nosotros pasamos lejos de la vigilancia constante de nuestros padres, conociendo nuevos amigos y lanzándonos a la aventura. O que, en lugar de maravillosos, fueron los peores días de nuestra vida. ¿Os han sacado alguna vez del váter mientras mandabais un fax u obligado a llamar a Verónica, la ectoplasta del espejo, a medianoche? A mí sí.

Pero aunque no soy norteamericano, ni nací en los setenta, y preferiría pasar mis vacaciones en la Fortaleza Infernal con Christopher Lambert que revivir mis experiencias de campamento de verano, esta es una cinta que consigue que las cosas que llevo dentro se remuevan. Lo mismo que los burritos de chile, pero de otra manera, con sentimientos y esas zarandajas.

Además, nada de lo anterior impide que la película tenga sus oportunas raciones de pechuga y muslo. A mí desde luego me gustan mucho los pantalones cortos, o, como decía la canción, "We like short shorts!".

El argumento os lo resumo en un pispás: el filme trata sobre las vivencias de un grupo de jóvenes y niños en el campamento de verano Estrella del Norte, donde aprenden a presionar los puntos vitales del cuerpo humano para hacer estallar a la gente desde dentro. O puede que no.

Bill Murray interpreta al monitor jefe Tripper Harrison, un personaje excéntrico y gamberro al que le encantan las bromas pesadas, pero que, en el fondo, es muy buena persona y enseguida empatiza con los chavales a su cargo. Murray, si es que la cuestión planteaba alguna duda, es el punto fuerte de la película y sus líneas son hilarantes.

Para que os hagáis una idea del tono del filme, os copio a continuación el diálogo de una entrevista en la que Tripper se hace pasar por el director de actividades de un campamento rival para niños ricos:

Reportero: ¿Cómo justifica usted la tarifa de mil dólares por semana?
Tripper: Ofrecemos muchas actividades especiales. Montaremos obras de Shakespeare en teatro circular, por supuesto; Kissinger nos visitará; Yasser Arafat vendrá a pasar un fin de semana con los críos para cambiar impresiones; y como los chicos querían animales, este año cada niño cazará y matará su propio oso en nuestra reserva privada de animales salvajes.
Reportero: ¿Cree que los chicos superarán esa experiencia?
Tripper: Ya veremos. Pero lo emocionante será al final del verano, durante la semana de aprendizaje sexual. Importaremos doscientas prostitutas de todo el mundo y cada chico, con las solas armas de un termo de café y dos mil dólares en efectivo, intentará recorrer el mayor número de países. El que gane, por supuesto, será nombrado, rey de la semana de aprendizaje sexual y tendrá privilegios de violación en los pueblos vecinos.

También son para el recuerdo sus anuncios por el interfono del campamento:

"Atención. Últimas noticias sobre la cena de anoche: era ternera, repito, ternera. El ganador del concurso 'La carne misteriosa': Jeffrey Corbin... Su respuesta fue 'algo parecido a carne de vaca'. Felicidades, Jeffrey. Acabas de ganar un flamante coche Chrysler Cordoba. Lo puedes recoger en el despacho de Morty".

Si sólo conocéis a Bill Murray por dramas románticos como Lost in Translation, Flores rotas, o Garfield: la película os compadezco, porque son películas que desaprovechan su talento como humorista. Ved Los fantasmas atacan al jefe y Atrapado en el tiempo antes de que sea demasiado tarde.

Los genios del humor se peinan así.

Pero no todo son risas, amoríos y diversión en el campamento Estrella Polar. Entre chiste y chiste, Tripper entabla amistad con Rudy, un niño solitario e inseguro que no termina de encajar con los demás chicos. Como era de esperar, gracias a la ayuda de Tripper, Rudy acabará adquiriendo la confianza en sí mismo que tanto necesitaba.

¿Recordáis aquel falso tráiler de El resplandor que hacía que la película de Stanley Kubrick pareciera una comedia navideña? Pues si yo supiera montar vídeos y no me diera pereza hacerlo, ya tendríais un tráiler estilo Almodóvar de Los incorregibles albóndigas con Tripper y Rudy protagonizando una historia de amor políticamente incorrecta.

En los campamentos de verano, el amor no entiende de sexos ni de edades.

En su mayoría, los secundarios también están bastante cuidados, encajan en sus papeles y resultan creíbles. No son sólo trozos de carne haciendo el subnormal, sino que actúan y se comportan como personas de carne y hueso. Incluso el nerd del grupo, con sus gafas de pasta unidas con esparadrapo, acaba teniendo sus momentos de gloria sin planes disparatados de por medio.

Como decía antes, eso no quiere decir que no haya gente guapa enseñando cacho. En el lado más sexy del reparto, y por la parte femenina (que las lectoras hablen de la masculina, si quieren), contamos con la presencia de la voluptuosa Cindy Girling, que fue Miss Burlington Pageant en 1977, y de Kristine DeBell, portada de Playboy en 1976 y protagonista del musical para adultos Alicia en el País de las Pornomaravillas. No me invento nada, que conste.

¡Liberaos de la tiranía de los sujetadores!

Tampoco faltan las historias de miedo a la luz de una fogata ni los piques con el campamento vecino: carreras de sacos, pruebas de natación, competiciones para ver quién come más perritos calientes...

En resumen, Los incorregibles albóndigas no es otra estúpida comedia americana de adolescentes en celo. Es graciosa, enternecedora, entretenida y precursora de muchas cintas cien veces peores. La excelente interpretación de Bill Murray en su primer papel protagonista y la intachable dirección de Ivan Reitman, que pronto volvería a demostrar sus dotes para la comedia con El pelotón chiflado y Los Cazafantasmas, la hacen perdurable y consistente.

La revista Fotogramas dice:

"Primera entrega de una serie de comedias que ilustraban las incidencias de un campamento de verano, con una serie de residentes algo salidos. Basada en la sal gruesa y en la pura gamberrada, algún chiste aislado llega a funcionar, pero el conjunto resulta de un gusto más que dudoso".

Eh, ¿de quién os vais a fiar? ¿De mí o de una revista roñosa que lleva vendiéndose desde 1946?

Eso sí, manteneos alejados de las pretendidas secuelas. Son la peste.