Monstruos gigantes. ¿Qué tendrán que los hace tan fascinantes? Cada vez que un pescador con el rostro curtido por una vida a la intemperie captura por accidente un calamar de diez metros, una docena de fotógrafos aparecen para plasmar el momento en imágenes y el suceso sube puestos rápidamente en la sección de noticias más leídas de los periódicos. ¿Por qué no se lo comen de buenas a primeras, en su tinta con arroz o en salsa de vinagre, en lugar de llamar a la prensa? ¿Por qué convertirlo en noticia? ¿Qué sentido evolutivo tiene que una amenaza evidente nos atraiga tanto? Pues por la misma razón por la que si dos monstruos gigantes se cruzan, acaban peleando en el lugar en el que más edificios y cables de alta tensión pueden derribar: porque mola.
En Japón, los monstruos gigantes cuentan incluso con su propio género televisivo y cinematográfico. Todos habéis oído hablar de series como Bioman o Power Rangers y, naturalmente, de Godzilla, uno de los "Cinco Grandes" monstruos de la Toho junto con Mothra, King Ghidorah, Mechagodzilla y Rodan; algunos incluso recordaréis a Godzooky, aquel sobrino canijo y retrasado de los dibujos de Hannah-Barbera.
Sin embargo, el monstruo gigante más famoso del cine no es japonés, sino norteamericano; quizá no de origen, pero sí de corazón, y aprovechando que este mes se cumplieron 80 años de su nacimiento, voy a hablaros de su paso por el celuloide. Pero antes permitid que me aclare la voz.
Era un rey en su mundo, un dios; sin embargo, ahora viene a nuestro blog como un esclavo. Damas y caballeros, les presento a ¡KING KONG, LA OCTAVA MARAVILLA DEL MUNDO!
King Kong (1933)
¿Sabéis cuánto cuesta rodar una superproducción en la que el protagonista principal es un primate de proporciones monstruosas? ¿Y si también añadimos algunos dinosaurios? Pues allá por los años treinta, cerca de 650.000 dólares, cantidad que, traducida al valor actual del dinero, representaría una pasta gansa hasta para el acaudalado tío Gilito. Y, no obstante, fue un dinero muy bien invertido.
King Kong nació de la falta de la financiación para realizar un documental sobre gorilas en el corazón de África, proyecto que tenían en mente los directores, productores y aventureros Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack.
El cómo pasaron estos dos amigos de querer rodar un documental a codirigir la película que finalmente llevaron a la gran pantalla forma parte de la magia de la industria del cine y de su rotunda negativa a apoyar proyectos que puedan ser poco rentables en taquilla. Seamos sinceros: nadie quiere tragarse un documental sobre animales que se pasan la mitad del día dormitando y la otra mitad, mascando plantas. Queremos verlos comiéndose a la gente y demoliendo edificios a puñetazos o, si el tamaño no les alcanza, aterrorizando a Tim Curry.
La historia de King Kong es conocida por todos, pero no está de más recordarla. En plena Gran Depresión, el cineasta Carl Denham, su equipo técnico (integrado por él mismo) y su reparto (la actriz Ann Darrow, una joven desheredada de la fortuna) viajan a bordo de un barco de vapor (la construcción que flota en el agua, no la edición literaria infantil) hasta la misteriosa y recóndita Isla Calavera para rodar una película única en su género. Sin embargo, lo que realmente atrae a Denham a la isla es la criatura monstruosa de la que hablan los nativos, un dios que no es hombre ni animal y que provoca una fuerte y repentina cagalera a todo aquel que lo ve: Kong.
A su llegada a la isla, los indígenas secuestran a Ann para sacrificarla a su dios-monstruo Kong, que resulta ser un gorila salidorro de unos 6 o 20 metros de altura, dependiendo de la toma. Sin embargo, en lugar de comerse a Ann como si fuera un vulgar aperitivo, el grotesco animal se encapricha de la muchacha y se la lleva consigo a su guarida.
Peleas y percances con varios monstruos prehistóricos mediante, los marineros rescatan a Ann, cazan al gorila y lo trasladan a Nueva York, donde Denham lo exhibe como si fuera una vulgar atracción para hacerse de oro y poder pagar la abusiva tarifa del Whatsapp.
Kong escapa, captura de nuevo a la chica, sube al Empire State con ella y, finalmente, muere acribillado bajo el fuego de unos biplanos modelo Curtiss Falcon, empleados desde 1928 por la Marina estadounidense como cazas, bombarderos y destructores de gorilas gigantes.
Ahora pasemos a las cosas importantes, empezando por la fundamental: la actriz que interpretaba a Ann Darrow no usaba sujetador. En una época en la que enseñar la rodilla casi se consideraba pornografía, la ausencia de esta prenda íntima que tanto me cuesta desabrochar catapultó a Fay Wray al estatus de mito erótico a una velocidad de vértigo. A ello colaboraron el lenguaje corporal de la actriz y unas prendas hechas andrajos tanto o más insinuantes que su cuerpo desnudo.
Otro elemento importante fueron, por supuesto, los efectos especiales. La aplicación de la entonces novedosa técnica de animación fotograma a fotograma, o stop-motion, para dar vida a los monstruos prehistóricos, así como el uso de cámaras y pantallas especiales para filmar la película, dieron lugar a unos efectos visuales impresionantes y, aunque ahora nos parezca inverosímil, creíbles en el momento del estreno. Willis O'Brien, supervisor de los efectos y padre de la citada técnica de animación, no aparece en los créditos y ni siquiera pudo llevarse un Oscar por este asombroso trabajo, ya que aún no había una categoría para ello; pero dejó una herencia de valor incalculable a las generaciones futuras.
Y por último, tampoco podemos olvidarnos de la magnífica banda sonora del inmigrante austrohúngaro Max Steiner. King Kong fue el primer largometraje en contar con pistas compuestas específicamente para la ocasión y supuso un punto de inflexión en la forma de concebir la música en el cine.
Por todo ello, la película no solo fue el mayor éxito de la historia de la RKO y salvó a la productora de la bancarrota, sino que con los años se convirtió en un clásico atemporal que situó a Kong en el pedestal de de la cultura popular. ¿Quién no se ha reído con el corto de King Homer o jugado al mítico Donkey Kong? Pues todo se lo debéis al dios mono.
El hijo de Kong (1933)
Tras el estreno de King Kong, un teléfono suena en las oficinas de RKO Radio. Merian C. Cooper descuelga el aparato y recibe la gran noticia:
"¡¿Cuánto dinero dices que hemos recaudado?!... ¡90.000 dólares! ¡Eso es increíble!... Espera que se lo cuente a Ernest, se quedará de piedra... Sí, sí... Oye, escúchame. Llama ahora mismo a Ruth Rose y dile que no guarde la máquina de escribir en el armario... Sí, exacto. La semana que viene quiero un guión para la segunda parte encima de mi mesa... Ya sé que Kong está muerto, idiota. ¡Lo resucitaremos!... No, espera. ¡Ya lo tengo! ¡Kong tenía un hijo!... ¿A quién diablos le importa qué fue de la madre? Tú habla con Ruth, ¿vale? Nos vamos a hacer ricos".
Puede que no fuera exactamente así como ocurrió, pero me apuesto mi réplica de K.I.T.T. a escala 1:15 a que fue algo parecido. King Kong había batido un récord de recaudación en su primer fin de semana en taquilla, y desaprovechar la gallina de los huevos de oro hubiera ido en contra de los principios del negocio y del sentido común.
Así pues, ese mismo año se estrena El hijo de Kong, con el carismático Robert Armstrong repitiendo el papel de Carl Denham, quien, asolado por las deudas y demandas interpuestas por los daños provocados por Kong en Nueva York, decide huir de la ciudad en busca de mejor fortuna. El azar y una tripulación amotinada le conducen de nuevo a la Isla Calavera, donde su camino se cruza con el del vástago albino de Kong.
Esta secuela tiene casi tanto de comedia como de película de aventuras, y, en general, su tono es bastante más desenfadado que el de su predecesora, aunque tampoco faltan el drama ni los imprescindibles enfrentamientos entre monstruos gigantes. Quizá lo peor de todo sea la sensación de que la cinta fue rodada apresuradamente, ya que apenas dura una hora y diez minutos. Y el final es triste, muy triste, triste de llorar. Sacad los pañuelos.
El gran gorila (1949)
Aunque no se trate propiamente de una película de Kong, ya que ni éste ni su improbable prole aparecen por ninguna parte, El gran gorila puede considerarse la secuela espiritual de esta saga cinematográfica; de lo contrario, no me explico por qué la incluyeron en el paquete en DVD King Kong: La trilogía original del gran gorila. ¿Qué opináis vosotros?, ¿debería pedir que me devolvieran el dinero?
En este filme, una chiquilla que vive con su padre en África cría a un bebé gorila que crece y crece sin parar hasta convertirse en el "Gran Joe".
El enorme y simpático Joe se enfrenta a leones y vaqueros, participa en números musicales e incluso salva a unos pobres huerfanitos de un incendio. Una cinta entretenida, pero que hay que saber apreciar en el marco de su época. Dicho en plata: hay un 50% de posibilidades de que os parezca ridícula cuando no se concibió para que lo fuera.
Como nota curiosa, Robert Armstrong cambia el papel de Carl Denham de las dos películas anteriores por el de Max O'Hara, un empresario que busca un espectáculo inolvidable para su club nocturno. El tipo, eso sí, sigue cojeando de la misma pierna.
Destacar también que la marioneta del Gran Joe es una de las primeras criaturas nacidas del genio de Ray Harryhausen, discípulo de Willis O'Brien y, con el tiempo, maestro consagrado de la técnica stop-motion. Harryhausen fue muy detallista con su trabajo, haciendo, por ejemplo, que Joe agachase la mirada cuando iniciaba la marcha para reflejar su preocupación casi humana por no pisar una cacá de perro.
En 1998, Disney produjo un desaborido remake titulado Mi amigo Joe, protagonizado por Bill Paxton, una joven y floreciente Charlize Theron y un enorme gorila animado por ordenador. Se parece al filme original, pero sin la magia de Harryhausen no es lo mismo.
King Kong (1976)
Si se me permite, preferiría no tener que hablar sobre esta supuesta superproducción de Dino De Laurentiis. Siempre me ha parecido aburrida y desprovista de garra, incluso cuando era pequeño y los monos gigantes representaban el epítome de la diversión y el regodeo.
Bien, como no veo que una oportuna lluvia de meteoritos o un holocausto zombi vayan a sacarme de este aprieto, seguiré adelante. Prometo que será rápido e indoloro.
El argumento es una reinterpretación del clásico de 1933 amoldado a la fecha en la que se estrenó la película; ya sabéis, los locos años setenta, con sus colores chillones, sus pantalones campana y el Imagine de John Lennon.
La principal diferencia es que en esta adaptación, en lugar de la expedición de un productor de cine en busca de una isla misteriosa, tenemos un petrolero que llega a la isla de Kong de pura chiripa. No sabían leer las cartas de navegación.
Si tuviera que salvar algo de esta película, supongo que me quedaría con el disfraz de gorila de Kong, digno del mejor cine kaiju, aunque no haga justicia a las marionetas de O'Brien y Harryhausen, y también con la sensual Jessica "American Horror Story" Lange. Desde luego la película hubiera ganado muchos enteros si en lugar del gorila, hubiera salido una Jessica Lange gigante con pantalones cortos y empapada de la cabeza a los pies.
¿Lo malo? Supongo que todo lo demás, desde la puesta en escena, que es cutre a más no poder, hasta las interpretaciones del reparto, un involuntario homenaje a los peores culebrones de Antena 3. Además, es imperdonable que el único monstruo aparte de Kong sea una serpiente de goma.
¿Lo puto peor? Tuvo secuela, aunque para secuelas las que me dejaron a mí ambas películas después de verlas de corrido.
King Kong (2005)
No recuerdo haber leído ninguna crítica desfavorable sobre el remake de Peter Jackson y tampoco si tuvo o no buena acogida en la fecha de su estreno. Lo único que sé es que hace poco vi la película de nuevo en DVD y me entusiasmó tanto como cuando la vi por primera vez en el cine. Conseguir esto cuando el guión sigue casi a pies juntillas el filme de 1933 y, por lo tanto, no hay verdaderas sorpresas, tiene su intríngulis; razón por la que aplaudo doblemente al señor Jackson y reparto palmaditas en el hombro entre todos los miembros de su equipo que hicieron esto posible.
En primer término, King Kong es cine de aventuras, y Jackson supo captar a la perfección la atmósfera propia de este género. La fotografía es sublime, los escenarios están llenos de vida y detalle, y todas las escenas de acción son tan emocionantes como majestuosas; desde que el barco llega a la Isla Calavera hasta que regresa a Nueva York es un no parar de indígenas chalados, dinosaurios hambrientos e insectos gigantes que no dejará a nadie indiferente.
Es cierto que el ritmo es irregular y que algunas escenas, como la batalla de Kong contra los tres tiranosaurios, pecan por exceso de ambición y acaban rozando lo ridículo; pero si eres aficionado al cine de monstruos, no puedes repudiar esta declaración de amor sin traicionar al niño que llevas dentro.
Por otra parte, los más entendidos aplaudirán los constantes guiños a la cinta original, como la escena en la que Kong juguetea con la mandíbula del tiranosaurio muerto, o el diálogo que rueda Carl Denhan en el barco con Ann Darrow y Bruce Baxter, que es una copia exacta de una de las escenas del King Kong de 1933. Es más, algunas secuencias de la película original que se han perdido para siempre o se encuentran en un estado lamentable de conservación fueron "recuperadas" para este remake, como es el caso del ataque de los insectos en el fondo del barranco, que en los años treinta se descartó por considerarse demasiado terrorífica.
En cuanto al reparto, Jack Black interpreta a un Carl Denham mil veces más soportable que su profesor de rock doblado por Dani Martín y Naomi Watts está increíble en el papel de Ann Darrow. Salvando distancias y cánones de belleza, Watts me recuerda a actrices del Hollywood de los años treinta como Margaret Lindsay o Mary Pickford, tan muertas a día hoy que sus restos no valen ni para hacer un buen caldo, y, por supuesto, a la propia Fay Wray, aunque la Ann Darrow de Watts es de una belleza más etérea y menos sensual. En cualquier caso, no me importaría presentársela a mis padres o incluso al futuro Papa si surgiera la ocasión.
Al único actor que no me trago en su papel es a Adrien Brody como príncipe azul, y no solo lo digo por su nariz de tucán, que lo aleja bastante del perfil de héroe al que Hollywood nos tiene acostumbrados, sino por la profesión misma del personaje. En la película de 1933, Jack Driscoll era un rudo y curtido marinero familiarizado con la caza y captura de fieras salvajes, por lo que su vena aventurera más o menos colaba; pero ver un guionista recorriendo una selva plagada de monstruos para liberar a su amada de una bestia ciclópea es casi inconcebible, incluso para una cinta de estas características.
Por último, cabe destacar la capacidad del equipo de efectos especiales y de Andy Serkis para mostrar un Kong que se comporta más que nunca como un gorila, pero que al mismo tiempo es el más humano entre sus predecesores. Cómo logran esto sin ponerle corbata o pantalón con tirantes es algo que escapa a mi comprensión.
Llegados a este punto, la pregunta que debemos hacernos ahora es: ¿Cuánto tiempo permanecerá Kong en silencio antes de su próxima reaparición? Se admiten apuestas, siempre que no os juguéis partes del cuerpo.
Let it be es de McCartney ¬¬
ResponderEliminarEra un chiste (¿supongo?).
EliminarPor cierto, el costo de King Kong no sería de 65 mil dólares?
No era un chiste. Estaba pensando en Imagine y se me cruzaron los cables.
EliminarEl presupuesto es correcto.
Yo me vi la original de niño, me esperé hasta las 11 de la noche para verla en el entonces nuevo canal TNT, que en ese entonces pasaba pelis clásicas. Fue todo un evento y recuerdo que me gustó mucho.
ResponderEliminarY la remake de Jakcson peca de ser muy larga en su intro, hasta que llegan a la isla. Aquí es genial (salvo los efectos que en parte no están bien integrados a la acción real) y luego llega el lacrimógeno final, al que le sobra la escena de Kong patinando con el culo.
"junto con Mothra, King Ghidorah, Mechagodzilla y Rodan"
ResponderEliminar¡Pero bueno! Te has olvidado de Gamera, la tortuga mutante gigante amiga de los niños.
Para la siguiente ya toca un King Kong semirobotizado, sería la octava maravilla del mundo y de la ingeniería.
No tengo ni idea de cuando será la siguiente, pero seguro que en el 2033 nos cuelan otra.
Donde esta King Kong contra Godzilla y Mecha kong??
ResponderEliminarYo creo que he visto al original y una serie de dibujos que entre capis de King Kong ponían el agente mas pequeño del mundo o algo asi.
Gran artículo... y gran guiño a Congo con el amigo Tim "al Curry".
ResponderEliminarLlevaba además tiempo con ganas de volver a ver la versión de PJ y me lo has puesto a huevo...
Bueno, solo he visto la original y la de Jackson... y me quedo mucho antes con la original, me encanta, me parece increible la cantidad de cosas que pasan en su escaso metraje.
ResponderEliminarLa de Jackson no me gusta demasiado, muy larga y alargada. ¿No te parece que en el cine de acción actual se tiende demasiado a montar megaescenas de acción de varios minutos? (que si estampida, caida, pelea contra Tiranosaurio y no se cuantos más... me gustaba más el estilo de la primera.)
Jeral: Al King Kong de Jackson le sobra metraje, pero un mono resbalando en el hielo y cayendo de culo tiene gracia, sobre o no.
ResponderEliminarEl Cachi: Gamera no pertenece a Toho, sino a Daiei, la competencia. Esperaré impaciente al 2033.
Vladek: Sorprendente que no haya hablado de las incursiones de Kong en el país del Sol Naciente, ¿verdad?, sobre todo después de la introducción que me he marcado. Es para que os andéis con ojo.
Sereldotar: Merece la pena introducir esa clase de guiños porque siempre habrá quien los vea.
eter: Valoro más una escena de acción corta bien llevada que una larga por bien llevada que esté, porque con la segunda suelo acabar distrayéndome.
¿El Cachi? ¿Va por Cachirulo? Bueno. Mejor El Cachi que no El Chochi.
EliminarTienes razón, es que me pongo a hablar de tortugas mutantes y pierdo la cabeza. Como aquella vez que hablando del uso del esfumato de Da Vinci concluí con el argumento de que las tortugas ninja carecen de alma.
Jeje, te gusta más corta que larga. Je,je.
EliminarEl Chachi: Y lo que me ahorro en haches, ¿qué?, ¿eh?
EliminarJeral: Bien visto.
Pues Yo me fleté la de los setentas pero en la TV, en 4 partes(siempre empezada); era los sábados con lluvia y la parte final, un dia de reyes para dormir mejor y no pillar a mis papás dejando los regalos.
ResponderEliminarMe gustaban más las de "gokzila" con sus edificios de cartón y actores enfundados en trajes de insectos y dinosaurios; pero a la fecha no le atino a encontrar esos filmes o no al menos como los recuerdo de niño.
Excelente reseña ñ_ñ
El King Kong de 1975 merecia morir, era un pervertido sexual!!
ResponderEliminarLo unico bueno que nos dejo esa version, ademas de a Jessica Lange mediodesnuda fue la gran parodia que hizo El Informal. Me refiero a Giiiiiiil Kong!
http://www.youtube.com/watch?v=9-Em9ZIf6ps
Muy buen artículo sobre mi película favorita y sobre los films que vinieron después relacionados con el gorila más famoso del celuloide.
ResponderEliminarSi te soy sincero, esperaba encontrar en este artículo pequeñas reseñas sobre pelis como "King Kong Vs. Godzilla" o la delirante "King Kong se escapa", ésta última también de origen japonés, así que confío en que algún día hagas una segunda parte reseñando las citadas películas, jeje.
En fin, ¡Dios bendiga a King Kong y a los monstruos gigantes en general!