Algunos lectores dicen que debería escribir más artículos sobre "gastronomía" y "arte culinario", que la sección se ve muy pobre con solo cinco entradas. Bueno, se ve muy pobre, porque lo es. Pero no soy crítico gastronómico y ahora mismo toda la comida que tengo en casa se reduce a dos lonchas de queso, una lata de lentejas, un bote de mostaza de hace dos años al que le he cogido cariño y un pegote verde que ha crecido al fondo del frigorífico y que probablemente ocupe un escalón superior al nuestro en la pirámide alimenticia, así que ¿de qué queréis que hable?
En serio, me encantaría escribir más a menudo sobre comida en el blog, porque es más fácil que hablar de otros temas que toco más a menudo; pero cuando compras en plan superviviente a las nueve de la noche, cinco minutos antes de que cierren el supermercado, no te paras a buscar la mascota de cereales más descacharrante ni a ver qué han inventado ahora los de Risi. Y como no me regalan el dinero, tampoco puedo hacer un tour por tiendas de importación americanas todos los meses.
En cualquier caso, os aseguro que cuando, por casualidad, veo un producto que tiene alguna salida como artículo, lo compro, lo pruebo, investigo y escribo. Incluso si cualquiera de vosotros me sugiere algo y me parece interesante, hago lo mismo, porque debo confiar en el criterio de cualquiera capaz de leerse las tonterías que escribo y seguir visitando el blog. ¿Y qué me proponéis? Que escriba sobre el pastelito de la Pantera Rosa.
Pues bien, os traigo una noticia de última hora: Viruete.com ya le dedicó una entrada hace ocho años. Y no es ni mucho menos el único que ha hablado del tema. Casi podría afirmarse que uno no es nadie en la blogosfera hasta que ha escrito sobre el pastelito de la Pantera Rosa. ¡Por el amor de Dios, lleva ahí desde los años setenta!, ¿qué se puede decir de él que no hayan dicho ya otros?
Nada, pero, ¿queréis Pantera Rosa? Pues aquí tenéis Pantera Rosa. Os vais a hartar.
Empezaré por darle un enfoque impersonal al texto: he probado este bollo tres o cuatro veces en toda mi vida, sin contar la cata realizada para escribir este artículo, por lo que no tengo ningún recuerdo asociado al producto más allá del verlo siempre, nieve o haga calor, en la tienda de chucherías. Por cierto, no veáis cuánto me cuesta utilizar la palabra "cata" tratándose de bollería industrial, que uno no prueba, sino que engulle con avidez.
El cuerpo del delito. |
El bizcocho está relleno de crema y recubierto de un pegote comestible de color rosa, y tal y como cabría esperar, está tan bueno que cuando lo terminas se te queda un regusto dulce en la boca, como a unicornios cabalgando sobre el arcoíris, y enseguida tienes ganas de comerte otro. A pesar de todo, sigue siendo la clase de producto que te sabe mucho mejor cuando eres un crío, quizá porque ahora no están tus padres o tus abuelos delante para hacerte sentir que te están haciendo el favor de tu vida por permitirte comer semejante porquería. Esto le quita un 37 % de su gracia al pastelito. Por eso, ya solo consumo bollos a modo de capricho autocomplaciente cuando tengo un día muy malo en el trabajo. Además, siempre fui más de patatas fritas. Y de porcentajes aleatorios.
En todo caso, en cuestión de bollería industrial, el sabor es lo de menos, no porque no sea importante, que lo es, sino porque se da por supuesto. Si no estuviera bueno, no lo venderían. La clave del éxito del pastelito de la Pantera Rosa se basa en otros dos factores: el uso de la famosa mascota de la Metro-Goldwyn-Mayer y el color rosa con el que está recubierto el bizcocho.
De la Pantera Rosa puedo decir que veía los cortos animados cuando era pequeño y que recuerdo sobre todo al bigotudo albino, siempre puteado, y al oso hormiguero azul, cuyo color rivaliza en artificiosidad con el del bollo del que estamos hablando. Las películas de Peter Sellers, tan populares en su época, me parecían un soberano coñazo pasados los títulos iniciales y no fui capaz de verlas enteras hasta que mi padre las compró en DVD hará unos años. Aun así, casi prefiero las de Steve Martin. Lapidadme si queréis; pero al menos en la primera sale Beyoncé.
Clásicos. |
El color rosa tan característico de la cobertura del bollo se debe al colorante E-120, que se utiliza también en productos cosméticos como el carmín (y tampoco es que yo conozca otros cosméticos; lo único que necesito saber es que ocupan más espacio del que deberían en el cuarto de baño y que absolutamente todos son necesarios para el cuidado femenino). Sin embargo, lo más interesante del E-120 es que se obtiene a partir de los cuerpos desecados de la hembra de la cochinilla, que aparte de ser una alternativa estupenda al apelativo "guarrilla", es un insecto originario de Sudamérica y México. Los aztecas y los mayas, como eran muy apañados, ya lo utilizaban como tinte para la ropa, y España, que había llegado a acuerdos muy provechosos con los indígenas, no tardó en exportar el producto a Europa. Ahora mismo, os los podríais estar comiendo.
Curiosamente, en la página web de Bimbo, el listado de ingredientes menciona el colorante E-124 y no el E-120. El primero es la alternativa sintética del segundo y proviene del petróleo, que, honestamente, parece una fuente bastante menos saludable que una momia de cochinilla. Además, he leído en la Wikipedia que el E-124 puede provocar reacciones alérgicas en las personas que no toleran las aspirinas (y bien merecido se lo tienen, por intolerantes). Circunstancias como la anterior llevaron a que la salubridad de este colorante artificial fuera tema de debate en España, pero actualmente su uso en bollería está permitido siempre que no se superen los 50 miligramos por kilo. No obstante, el hecho de que aún esté prohibido en los Estados Unidos no me da buen rollo, así que me alegro de que en las bolsas que compré se mencione el E-120, un colorante 100 % natural extraído de insectos de aspecto repulsivo.
Me está entrando un hambre... |
En conclusión: si me enviáis sugerencias sobre productos alimenticios, procurad que sean más originales.
Ahí tenéis vuestras 1.000 palabras.
Bizcochinillas..............
ResponderEliminarE-120stupendo
EliminarQué mala leche desprende el artículo hacia el final xDDD.
ResponderEliminarEl otro día vi por fin las patatas esas tan gourmet y sofisticadas de las que hablaste una vez :O Jamás las había visto, y justo entré en una pastelería/bombonería/panadería refinolis, y ahí estaban, en un cestito de mimbre. Pensé en ti y fin.
Tengo la firme teoría de que si Viruete no ha hablado de ello, sencillamente no existe.
ResponderEliminarPersonalmnente yo era más de Bony y Tigretón, de los que hablaré en el futuro, en tu "alma web mater".
Me ha encantado el último giro que has dado hablando de los colorantes y su origen y uso.
Por último, como ya te dije en una ocasión, solo alguien como tu podría hacer un artículo como este!
Patatas Lays con sabor a miel y mostaza.....solo digo que hasta que no has probado este manjar no eres humano y a parte la bolsa es bonita
ResponderEliminarespero que algun dia esta comida este en tu gran web
Me estaba apeteciendo uno, gracias por la imagen de los simpáticos animalistos ya no, forever xD
ResponderEliminarMatías Moreno López y Daniel Solá Rendón: Sois unos cachondos.
ResponderEliminarJero-chan: Yo también pienso en ti. ¿Qué llevas puesto?, si no es indiscreción.
DGrumpy: Y yo que estaba convencido de que en ion litio ya habíamos hablado de Bony y Tigretón...
Anónimo: Eso sí es interesante. Además, me encanta la salsa de mostaza y miel. A ver si soy capaz de encontrar unas.
Elaine: Lo siento.
Ojo, que yo planeo una vuelta de tuerca al género: una entrada sobre los DONETTES de la Pantera Rosa. Que no son Donettes, sino Buenitos, que son de Panrico, pero ya me entiende.
ResponderEliminarPara darle un poco de aire a la sección culinaria podrías hablarnos de esa cosa verde de tu nevera. ¿Vida inteligente?¿Aún no?
ResponderEliminarYa en serio, ahora con la navidad hay un montón de chorradas "prefabricadas" para comer listas para ser analizadas.
Buen post!
Un tipo con boina: Que sea verdad.
ResponderEliminarLlorch: Vive, ¡vive!
Las cochinillas son los bichos bola de toda la vida ¿no? Cuando era pequeño los hacía rodar, eran "monos". Y soy un intolerante de mierda contra la aspirina pero de momento ningun bollo me ha matado. Debo de ser el elegido. O algo.
ResponderEliminarPD: El bollo de la pantera rosa lo probé hace unos años y no me gustó tanto como de infante. Es cierto que cuanto mas mayor, menos gracia se le pilla al dulce.
Este artículo es un coitus interruptus en toda regla, empieza uno a tono con la pantera rosa ahi tumbada con mirada de "devorame" y acaba mezclando bichos con RL Stine.
ResponderEliminar¿Una hormiga de más de 1 metro? ¿No podían poner «a escala»?
ResponderEliminarSi le conforta saberlo, en la red hay muchas recetas de cómo prepararlo, por si algún día la civilización desaparece y se tienen ganas de comer un pastelito. Para evitar lo de las cochinillas y esas cosas.
Bueno, el colorante en cuestión tambien se usa en muchos otros alimentos.... y para tenir muestras de necropsias tambien
ResponderEliminarA estos bollos yo nos los toco ni con un palo. No me gusta la bolleria y menos la industrial.
ResponderEliminarLa gente es muy quisquillosa con lo de los bichos, la verdad no me parece peor extraer el tinte de unos bichos que comerse la sangre o las tripas de un animal.
PD: las peliculas de la Pantera Rosa, las antiguas y las nuevas son un rollo.
Un gran post!!!!!! Interesante y original.
ResponderEliminarTienes un blog muy bueno.
Saludos.
www.recetasbonappetit.wordpress.com
Si ves un yogurt de fresa y es blanco, te resulta raro. Ver el rosa te tranquiliza pensando que proviene del color de la fresa, pero se trata de la misma cochinilla... No piensen que ese colorante se usa poco. Perdonen por joderos la vida. Pero siempre tiene que haber alguien que te diga la verdad por muy dificil de asimilar que resulte (:
ResponderEliminarD.E.P. Josep Pujol.
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