Juego de Tronos: Jardín de huesos

Lo diré sin rodeos, porque si os vais a poner furibundos, prefiero que sea cuanto antes: estamos ante otro episodio mediocre, quizás más que el primero de esta temporada. Uno se sienta delante del televisor, ve semejante despropósito narrativo y termina con la sensación de haberse quedado tal y como estaba hace cincuenta minutos, pero con algunas canas más. No es que no pasen cosas (que pasan), es que la trama avanza de tal forma que parece que no pasen cosas. Y para empeorarlo, el episodio comienza con un chiste de pedos. La altura creativa está al nivel de Michael Bay y sus chiguaguas viciosos.

Os seré sincero; cuando decidí escribir una reseña de cada capítulo de la segunda temporada de Juego de Tronos, creí que lo haría con la clase de entusiasmo que me pondría más difícil ligar en los bares, y no azuzado por mi editor a golpe de vara. Y lo triste es que yo soy mi propio editor. Menudo cabrón estoy hecho.

No sé si de aquí a que termine la temporada nos compensarán por esta medianía de episodios que estamos sufriendo, pero lo cierto es que empieza a darme mucha pereza ver la serie, y si esto sigue así, es posible que acabe limitándome a pretender que leo Choque de Reyes mientras observo a señoritas combatiendo el calor por todos los medios necesarios.

Siendo constructivos, creo que el ritmo de la serie mejoraría bastante si dejasen de introducir escenas innecesarias cada dos por tres y se preocupasen más por trasladar lo que hay de chicha en los libros de George R. R. Martin, que a algún sitio conducirán, digo yo.

En Jardín de huesos, el caso más escandaloso de relleno es la sesión de S&M que organiza el repelente niño rey con dos prostitutas. El numerito no solo sobra porque todos sabemos de qué pie cojea este angelito de Dios, sino que la escena también es superflua dentro del propio episodio. ¿O es que Joffrey no había dejado ya bastante claras sus inclinaciones al poner a Sansa a hacer striptease delante de toda la Corte y apuntarla con una ballesta solo un poco más pequeña que la que utilizaron en Simbad y la princesa para cargarse a un dragón? El cupo semanal de pechuga y muslo me tiene frito.

It's dangerous to go alone! Take this.

Otra de las cosas que peor llevo es que la ambientación sigue siendo notablemente barata. Prueba de ello es que los guiones podrían adaptarse al teatro sin muchos problemas. El vestuario ya lo tienen, y con juegos de luces y sombras incluso podrían recrearse ejércitos enteros. Además, Stannis podría ser el Árbol nº 2.

La racanería de la producción se hace evidente, por ejemplo, en el "No quiero enseñarte mis dragones" de Dany, que suena más a "¡Los efectos digitales son caros!" que a una Targaryen famélica haciéndose la importante mientras su horda de dothrakis zarrapastrosos se ahoga en su propia mugre. Es fácil imaginarse al productor encogiéndose de hombros y dándole la vuelta a los bolsillos de su pantalón en cuanto el guionista le propuso meter a estas adorables criaturas en el episodio.

¿Dragones? Debo de habérmelos dejado en la otra chaqueta.

Por otro lado, aunque algunos dicen que lo que hace interesante Juego de Tronos es el desarrollo de los personajes, y no las batallas épicas estilo El Señor de los Anillos, más que nada porque no las hay, ahora mismo incluso ese desarrollo es casi inexistente, y lo que hacen los guionistas es pecar de machacones con su "Tyrion es listo y tiene un corazón de oro", "Dany es orgullosa", etc.

Esto hace que de todo el episodio solo pueda destacar positivamente la reaparición de Charles Dance como Lord Tywin, porque le sobra carisma y demuestra un pragmatismo a prueba de bombas a la hora de escoger qué hacer con sus prisioneros. Sí, puede que te joda la vida y que ordene que te quemen a ti y a tu familia junto con tu colección de sellos y ese cuadro que compraste en una galería de arte moderno creyendo que sería una gran inversión; pero no lo hará por maldad, sino con un propósito. Viéndolo actuar, uno se queda convencido de que sabría cómo poner orden en Westeros al acabar la guerra. Desde luego parece mejor opción que el pipiolo Rey en el Norte y el resto de monarcas sosainas. Una buena razón para apoyar al bando de los rubios en su campaña por el Trono de Hierro.

Creo que lo menos es dedicarle una estatua ecuestre.

Por último, supongo que debería decir algo acerca del parto de Melisandre, ya que es la escena subversiva y más comentada del episodio. Pues bien, solo tengo dos preguntas que hacer: "¿De dónde coño ha salido eso?" y "¿Por qué?". Como la primera pregunta contiene su propia respuesta, pasaré a la segunda.

Desde el día uno, la HBO ha venido relegando en gran medida la fantasía y la épica que se desprenden de los libros de Martin en favor de un mayor realismo, probablemente para hacer la serie más atractiva de cara al público adulto y, al mismo tiempo, reducir costes de producción. Por lo tanto, me sorprende que ahora nos suelten sin mayores explicaciones a un monstruito del séptimo infierno engendrado por un hechizo digno de las cartas Magic (la Sombra obtiene +1/+1 hasta el final del turno) y sin epidural.

Por dejarlo claro, lo que me molesta no es la introducción de elementos fantásticos, que siempre son un soplo de aire fresco entre tanto chapurreo. Lo que no llevo bien es que la escena esté escrita en piloto automático. El producto de la pereza de los guionistas viene a ser algo así: Melisandre y Jean Reno llegan a una cueva, parlotean un rato, y, de pronto, ¡alé!, ella está megamebarazada, se tira al suelo, abre las piernas y, ¡POP!, marchando una de sombra diabólica.

Tiene los ojos de su padre. El resto es de Lucifer.

Por si alguien va a decirme que los dragones, los caminantes blancos y los huargos también son criaturas fantásticas, me adelantaré a responderle diciendo que no es lo mismo. Me explico:

• Los dragoncitos no nos los plantaron de buenas a primeras. Estaba más que cantado que acabarían saliendo del cascarón porque era uno de los temas recurrentes de la primera temporada.
• Los caminantes blancos, pese a no contar con los mismos preliminares que los dragones y estar presentes desde el prólogo del primer episodio, se benefician precisamente por ello de la suspensión de la incredulidad del espectador, que aún no sabía qué esperar de la serie.
• En cuanto a los huargos... bueno, no dejan de ser huskies grandes. No son más difíciles de creer que Hodor.

En cambio, el Monstruo del Coñete no hay por dónde cogerlo.